viernes, 21 de febrero de 2020

21 de febrero 1965, Asesinado Malcolm X, Estados Unidos


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La muerte de Malcolm X, 55 años después: ¿otra conspiración del FBI?

El-Hajj Malik El-Shabazz, más conocido como Malcolm X fue un orador, ministro religioso y activista estadounidense. Por un lado, considerado ferviente defensor del derecho de los afroamericanos, por otro, un hombre racista y predicador de la violencia. En cualquier caso, una de las figuras más influyentes del panorama nacional en Estados Unidos en el siglo XX.
Nacido en Omaha (Nebraska), tuvo una infancia realmente dura. Él y su familia comenzaron su andadura huyendo del movimiento racista Ku Klux Klan. Perdió a su padre a la edad de 14 años en extrañas circunstancias, mientras su madre era ingresada en un centro psiquiátrico después de perder la custodia de sus hijos.
Con esta alocada vida, Malcolm se integró dentro del hampa, nombre que reciben las personas que viven de forma marginal y llevan a cabo actos delictivos. Fruto de ello paso diez años en prisión. Allí, entre rejas, nuestro protagonista, influenciado en parte por sus hermanos, descubrió algo por lo que luchar: la Nación del Islam. Una organización más religiosa que política y que apenas contaba con más de 100 seguidores. Eliminó de su nombre Little de Little Malcolm, impuesto por los esclavistas blancos y lo sustituyó por una X, que representa el apellido africano que él nunca pudo conocer.
Fue durante la predicación de la Nación del Islam cuando Malcolm alcanzó sus mayores cotas de popularidad, al mismo tiempo, que comenzaba a ser cuestionado por su radical visión del hombre negro y el hombre blanco. Para él, el Islam era la religión verdadera y solo para los negros, mientras que el cristianismo era para los blancos. No solo eso, sino que propuso la creación de un estado independiente al sur de Estados Unidos y poblado únicamente por negros. Solo permanecerían allí hasta que todos pudiesen volver a África.
No ayudó a su imagen su confesión de ser comunista. Por esta razón, el FBI abrió una investigación en 1959 para tratar de esclarecer si el rápido ascenso de Malcolm estaba ligado de alguna forma al Partido Comunista. De hecho, durante la visita de Fidel Castro, como miembro de la Asamblea General de Naciones Unidas, éste solicitó una reunión privada con Malcolm después de quedar gratamente sorprendido.
En los últimos años de vida, defendió la idea de que cualquier vía vale para lograr la libertad, la justicia y la igualdad de los afroamericanos, incluyendo la violencia. Si bien es cierto que rebajó su discurso “antiblancos”, sí que mantuvo el pensamiento de tener una nación negra. Poco después, Malcolm X cuestionó el nacionalismo negro al descubrir que los revolucionarios de África del Norte eran blancos.
Pronto las tensiones entre la Nación del Islam y Malcolm X aumentaron tanto que llegaron a poner una bomba en su coche. Las amenazas continuaron y él y su familia tuvieron que abandonar su hogar, después de que una denuncia de Nación del Islam saliese vencedora reclamando la vivienda en Queens. La vivienda fue incendiada, aunque sobrevivieron.
Finalmente, el 21 de febrero de 1965, mientras Malcolm se encontraba dando un discurso estalló una trifulca entre el público que llamó la atención de los guardaespaldas. Momento que aprovechó un hombre para dispararle en el pecho con una escopeta recortada. Recibió 16 disparos en total, muriendo en el Centro Médico de la Universidad de Columbia.
Tres hombres fueron declarados culpables de asesinato en primer grado, aunque aún hay dudas sobre quienes fueron los autores.
Ahora, «¿Quién mató a Malcolm X?», una serie documental de Netflix, vuelve a poner los focos sobre el caso. La serie es fruto de la pasión de un activista, Abdur-Rahman Muhammad, convencido de que aquello fue una monstruosa conspiración. Una coartada para tapar lo sucedido. Una cacería de hombres libres que acallaba conciencias y cerraba fosas que a nadie interesan. Como todos los productos de esta índole la serie, exhaustiva, sesgada pero también implacable, obsesionada con los agujeros negros y las zonas de sombra, encara miles de papeles, husmea en las hemerotecas, reúne testimonios, hace desfilar a numerosos testigos, contemporáneos de una tragedia que todavía quema.
¿Eran inocentes los condenados? ¿Estuvo detrás el FBI? Sin duda el clima de la época, desquiciado, amerita semejante conjetura. Los estertores violentos de los grupos sudistas y sus pistoleros de caperuzo blanco eran todavía omnipresentes. ¿O caso fueron sus antiguos correligionarios en la muy racista Nación del Islam? Veamos. Tres hombres, Muhammad Abdul Aziz, Thomas Hagan y Khalil Islam fueron arrestados y condenados. Hagan confesó, y muchos años después, en el 78, incluso dijo quienes fueron sus teóricos cómplices. Los otros dos mantuvieron su inocencia. Islam salió de la cárcel en 1987. Falleció en 2009. Hagan fue liberado en 2010. Aziz, en 1985. Y es él quien pelea para limpiar su nombre y encontrar a los culpables. En aquel momento, mediados de los sesenta, Malcolm X, también llamado Malcom Little, también conocido como El-Hajj Malik El-Shabazz, acababa a de distanciarse de la organización para seguir un camino que posiblemente lo habría conducido junto a Martin Luther King Jr. Si el propio reverendo King no hubiera sido igualmente asesinado.
De creer al documental al menos dos de los condenados por el crimen eran inocentes. Las dudas son tan llamativas, y la presión pública tan notable, que la mismísima fiscalía de Manhattan ha asegurado que retomará el asunto. Malcolm X, caso abierto. De hecho, los fiscales ya mantienen contacto directo con activistas y abogados especializados en revisar condenas dudosas. Un asunto punzante en un país con un sistema penal tremendamente punitivo que mantiene vigente la pena de muerte y la cadena perpetua sin posibilidad de revisión en numerosos estados. Mucho más dada la bestial trascendencia del asesinato del legendario activista negro, mito y figura de la respuesta más politizada, radical e incómoda en la lucha por los derechos civiles, cuando el movimiento conoció años catárticos con varias facciones enfrentadas. De un lado, los posibilistas, los partidarios de poner la otra mejilla, los herederos del núcleo duro de Alabama y Mississippi, los King y cia. Del otro una Nación del Islam con tintes segregacionistas, mucho más extrema que los predicadores baptistas, y unos incipientes Panteras Negras que germinaron en 1966.

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