El 22 de junio de 1826 se instaló el Congreso Anfictiónico de Panamá, asamblea diplomática convocada por el Libertador Simón Bolívar, con el objetivo de buscar la unión de Latinoamérica. Bolívar siempre anheló el entendimiento entre todos los países y promovió, especialmente, la unidad de los pueblos hispanoamericanos, desde México hasta Chile y Argentina.
Su instalación ocurrió en medio de las conquistas independentistas en la región, tras la liberación del Alto Perú (actual Bolivia), por parte del Libertador y del Gran Mariscal de Ayacucho, Antonio José de Sucre. En ese momento, a excepción de Cuba y Puerto Rico, toda la América Latina era libre, luego de décadas de sangrientas guerras contra el yugo español.
Esta histórica asamblea tuvo lugar en el antiguo convento de San Francisco (hoy Palacio Bolívar) de Ciudad de Panamá y contó con la asistencia de la Gran Colombia (hoy Ecuador, Venezuela, Colombia y Panama), México, Perú (hoy Peru y Bolivia) y la República Federal de Centroamérica (hoy Todos los paises centroamericanos), mientras que Gran Bretaña envió un observador y los Países Bajos otro a título personal.
La idea de crear una gran nación cuya extensión abarcara lo que es Hispanoamérica se había originado con el prócer Francisco de Miranda, quien propuso el nombre de Colombia para esa eventual nación.
Inclusive, Simón Bolívar en la Carta de Jamaica de 1815 se refirió a este sueño: “Es una idea grandiosa pretender formar de todo el Nuevo Mundo en una sola nación con un solo vínculo que ligue sus partes entre sí y con el todo. Ya que tiene su origen, una lengua, unas costumbres y una religión, debería, por consiguiente, tener un solo gobierno que confederase los diferentes estados que hayan de formarse; […] ¡Qué bello sería que el Istmo de Panamá fuese para nosotros lo que el de Corinto para los griegos!”.
Los puntos propuestos por el Libertador para el debate fueron el afianzamiento de la independencia, la seguridad interna y la no intervención, así como la igualdad jurídica de todos los Estados, el establecimiento de relaciones entre las naciones mediante un Congreso plenipotenciario permanente y una reforma social sobre la base de la libertad y la paz.
Sin embargo, los resultados del Congreso no fueron los esperados por Bolívar, pues la mayoría de las naciones presentes no se encontraban en condiciones políticas ni económicas de cumplir con sus acuerdos y mostraron poco interés en hacer realidad su proyecto unificador.
Preparación del Congreso Anfictiónico
El proyecto bolivariano de confederar a las repúblicas hispanoamericanas se inicia
formalmente con la negociación y la firma de tratados de “Unión, Liga y Confederación
perpetua” por Colombia (Gran Colombia) con cuatro países: Perú el 6 de junio de 1822;
Chile el 23 de octubre de 1823; México el 3 de diciembre de 1823 y, después de su
separación de México, con la República de Centroamérica el 15 de marzo de 1825.
Estos tratados bilaterales, que comparten el texto y los alcances, representan la piedra
angular del Congreso Anfictiónico de 1826. Tres de sus objetivos sustentan esta
observación: la creación de una asamblea compuesta de dos plenipotenciarios por cada
país, procedimiento que tiempo después se adoptará en las conferencias de Panamá; la
solicitud a los países asociados de interponer sus “buenos oficios” ante los gobiernos de
los demás “Estados de América -antes española- para entrar en este pacto de unión,
liga y confederación perpetua”; y comprometer a los países signatarios a participar en
una futura “Asamblea general de los Estados Americanos [...] con el encargo de
cimentar de un modo más sólido y estable las relaciones íntimas que deben existir entre
todos y cada uno de ellos, y que les sirva de consejo en los grandes conflictos, de punto
de contacto en los peligros comunes, de fiel intérprete de sus tratados públicos y de
juez, árbitro y conciliador en sus disputas y diferencias”
El 7 de diciembre de 1824, dos días antes de la Batalla de Ayacucho, Simón Bolívar
invoca estos acuerdos en la invitación que dirige a los gobiernos de Colombia, México,
Provincias Unidas del Río de la Plata, Centroamérica, Chile y Brasil. Al tiempo de
requerirles el envío de representantes plenipotenciarios al Congreso de Panamá,
escribe:
...es tiempo ya de que los intereses y las relaciones que unen entre sí a las repúblicas
americanas, antes colonias españolas, tengan una base fundamental que eternice, si es
posible, la duración de estos gobiernos. Entablar aquel sistema y consolidar el poder de este
gran cuerpo político pertenece al ejercicio de una autoridad sublime, que dirija la política de
nuestros gobiernos, cuyo influjo mantenga la uniformidad de sus principios, y cuyo nombre solo
calme nuestras tempestades. Tan respetable autoridad no puede existir sino en una asamblea
de plenipotenciarios nombrados por cada una de nuestras repúblicas, y reunidos bajo los
auspicios de la victoria obtenida por nuestras armas contra el poder español. Profundamente
penetrado de estas ideas invité en ochocientos veintidós, como Presidente de la República de
Colombia, a los gobiernos de Méjico, Perú, Chile y Buenos Aires, para que formásemos una
confederación y reuniésemos en el istmo de Panamá u otro punto elegible a pluralidad, una
asamblea de plenipotenciarios de cada Estado „que nos sirviese de consejo en los grandes
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conflictos, de punto de contacto en los peligros comunes, de fiel intérprete en los tratados
públicos cuando ocurran dificultades, y de conciliador, en fin, de nuestras diferencias‟. El
Gobierno del Perú celebró, en seis de julio de aquel año, un tratado de alianza y confederación
con el plenipotenciario de Colombia; y por él quedaron ambas partes comprometidas a
interponer sus buenos oficios con los gobiernos de la América antes española, para que
entrando todos en el mismo pacto se verificase la reunión de la asamblea general de los
confederados. Igual tratado concluyó en Méjico, a tres de octubre de ochocientos veintitrés, el
enviado extraordinario de Colombia a aquel Estado; y hay fuertes razones para esperar que los
otros gobiernos se someterán al consejo de sus más altos intereses. Diferir más tiempo la
asamblea general de los plenipotenciarios de las repúblicas, que de hecho están ya
confederadas, hasta que se verifique la accesión de los demás, sería privarnos de las ventajas
que produciría aquella asamblea desde su instalación. [...] El istmo de Panamá ha sido ofrecido
por el gobierno de Colombia para este fin, en los tratados existentes. El istmo está a igual
distancia de las extremidades, y por esta causa podría ser el lugar provisorio de la primera
asamblea de los confederados.
Finalmente la invitación al Congreso se amplía a varios países más: tres potencias
externas a la región -Gran Bretaña, Estados Unidos y los Países Bajos- y tardíamente,
Bolivia. De todos ellos sólo seis acudirán a la cita del Istmo, donde los ministros
plenipotenciarios negociarán a nombre de sus respectivos países el Tratado de
Confederación
El 22 de junio de 1826, con la ausencia de Chile, que se excusó, Río de la Plata y Brasil que se abstuvieron, y Bolivia, cuyos delegados llegaron tarde, se reunieron en Panamá representantes de ese país, México, Guatemala, Gran Colombia y Perú. Hubo observadores de Gran Bretaña y Holanda.
El Congreso sesionó hasta el 5 de julio de 1826. Los delegados acordaron un pacto perpetuo de autodefensa y confederación, así como la creación de un ejército y una flota de guerra comunes, no hacerse la guerra sin un arbitraje previo de la unión, abolir la trata de esclavos y reunirse dos años después en México.
Debido a las rivalidades entre los países Latinoamericanos: Argentina y Brasil por Uruguay; Salvador con Guatemala por la República de América Central; Bolivia en conjura contra Sucre; José de la Mar, en Perú pugnando por arrancar Guayaquil a Colombia y devolver Bolivia a Perú, y a la abierta oposición de Estados Unidos, opuestos a la formación de una federación de estados en América del Sur, los acuerdos solo fueron ratificados por la Gran Colombia.
El Congreso logró reunirse nuevamente, a convocatoria de México, pocos años después. Eso fue todo, el tratado se disipó sin que México lo ratificara.
Ante tan colosal descalabro, Simón Bolívar exclamó:
" El Congreso de Panamá, institución admirable si fuese efectiva, no es otra cosa que el griego loco que creía poder dirigir a los barcos en el mar desde una roca en la costa"
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