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Jacinto Lara, dimensiones del militar republicano
Carlos Giménez Lizarzado
Historiador, catedrático y editor
“La tropa lo idolatra y es el más hombre
de bien que tiene el mundo”
Simón Bolívar. 1825
de bien que tiene el mundo”
Simón Bolívar. 1825
La formación de la nación venezolana ha pasado por los distintos momentos en los que la participación de sus ciudadanos ha sido fundamental. Si recordamos que antes de 1810, nuestro actual país formaba parte de los dominios del imperio español, debemos también resaltar que la ruptura con ese imperio y los caminos de la independencia no se hicieron por arte de magia o por una bendición divina, sino que fueron los jóvenes nacidos en estos territorios, venezolanizados por el ambiente y la cultura los que se esforzaron por lograr una nación independiente republicana y liberal de cualquier dominio extranjero.
Así encontramos que un joven como Jacinto Lara, se hace líder en la guerra y merecedor del homenaje permanente al darle su nombre a nuestra entidad. Lara nace en Carora un 28 de mayo de 1778, cuando recién las antiguas provincias de Cumaná, Maracaibo, Margarita y Trinidad, por disposición de Carlos III, se integraban a la Capitanía General de Venezuela, base política y territorial de la futura república venezolana
Su infancia transcurre en la ciudad de Carora hasta alcanzar una edad mayor para dedicarse a trabajar para el sustento de sus necesidades materiales. Su adultez se desarrolla transitando por los distintos pueblos de los llanos y de los alrededores de Caracas donde practicaba el comercio. Desde luego que en la sociedad colonial donde crece Lara, no es un orden de justicia, pues, desde la sublevación del canario Juan Francisco de León contra la compañía Guipuzcoana, la insurrección de José Leonardo Chirino en Coro, la Conspiración de Gual y España en la Guaira, los alzamientos de esclavos, las revueltas de los comuneros en los andes y las expediciones de Francisco de Miranda, se respiraba una atmósfera en la cual se gestaba la búsqueda de la independencia y soberanía.
Este ambiente de lucha metropolitano seguro habrá de influir en la conducta que asumirá el joven Jacinto Lara al acompañar a Bolívar en la gesta de la independencia. Cuando se inicia en 1810 el proceso de romper con España, se incorpora rápidamente al movimiento militar que enfrenta a los ejércitos españoles. En este mismo año es nombrado jefe de la Milicias de Araure y Ospino. Era el comienzo de una carrera donde la constancia, el valor y la disciplina lo llevarían a la gloria de ver independiente los antiguos territorios dominados por la metrópoli española.
En defensa de la República
Hacia 1811, cuando los hombres partidarios del rey logran avanzar sobre la naciente República, Lara con sus inexpertos soldados marchará hasta Maracay, para ponerse a las órdenes de Francisco de Miranda, y lograr la toma de Valencia por combate en el Cerro del Morro. El mismo Miranda elogia su actuación. Ya estaba entregado a defender el concepto de república, país, patria.
Al caer Venezuela en manos de Domingo Monteverde, la libertad nuevamente se ve amenazada. Los guerreros a favor de la independencia huyen hacia Curazao y Nueva Granada. Esto les permitirá organizar la estrategia para recuperar el suelo venezolano. Así Antonio Nicolás Briceño, Simón Bolívar y José Félix Ribas regresan cruzando montañas, ríos y llanuras para repeler al ejército de Monteverde.
A esta difícil tarea se suma Jacinto Lara. Bajo las órdenes de Bolívar logra la victoria en 1813 en San José de Cúcuta. Este éxito lo colocará en posición de confianza de El Libertador para invadir a Venezuela por los Andes. Marcha hacia Mérida junto a Rafael Urdaneta y José Félix Ribas y toman hacia Niquitao donde vencen al español José Martí, alcanzando el triunfo para garantizar el avance del ejército republicano.
Buscando la vía de Humocaro Alto, para unirse a la vanguardia del ejército bolivariano y hacer frente a Francisco Oberto en Los Horcones, saliendo victorioso y bajo la dirección de Bolívar en las llanuras de Taguanes se coronará el éxito de estos guerreros para entrar el 7 de agosto a Caracas, instaurando nuevamente la República. Esta gesta se conoce como Campaña Admirable, pues se forjó un batallón de hombres sin escuela militar pero con un alto sentido de disciplina y responsabilidad de liberar a la incipiente nación de los dominios extranjeros.
La tarea no estaba concluida. En 1814, Venezuela se ve asediada por las armas de las huestes españolas. El combate aún no termina; al lado de Urdaneta le corresponderá a Jacinto Lara seguir luchando por los territorios llaneros y valles centrales; en mucuritas acompaña a Páez; junto a Santander pelea en las Batallas de Pore y Laguna. En agosto de 1824, sale victorioso en Junín. En la campaña del sur, se unirá a Sucre para dar la más grande de las contiendas del ejército republicano, la Batalla de Ayacucho. Se cerraban veinte años de guerras y allí estaba Lara, asegurando la continuidad de la independencia
Cuando es requerido para asumir el mando de la Provincia de Tunja, el Libertador resalta sus cualidades militares y administrativas, expresando: “Mando a buscar a Lara para que se haga cargo del mando de esta Provincia. Él es el más propio para mandar. Él no es muy bonito pero muy justo y exacto en sus operaciones, y por eso lo prefiero a otros que son muy amables pero que no sirven para nada”.
Honor al Repúblico
Cumplidas sus obligaciones de ciudadano y hombre de Estado, regresa enfermo a su pueblo natal y aun así por exigencia de Bolívar es nombrado Intendente y Comandante General del Departamento Orinoco hasta 1829, cuando nuevamente se vuelve a Carora. A los 81 años de edad el 25 de febrero de 1858 muere con el cuerpo agotado pero con el ama en paz por los tributos que rindió a la lucha por la formación de la República venezolana.
Y el mayor honor para este héroe es que en los territorios donde combatió se le recuerde al colocarle a partir de 1881, su apellido, para denominar administrativamente el nuevo estado constituido por la unión de las antiguas Provincias de Barquisimeto y Yaracuy.
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