Justicia para Berta Cáceres
Hace 4 años, en la noche del 2 al 3 de marzo de 2016, la lideresa de la comunidad indígena lenca, activista de los derechos humanos y ecologista hondureña Berta Cáceres cayó bajo las balas de los sicarios en su casa de la ciudad de La Esperanza, cabecera del suroccidental departamento de Intibucá. El gobierno del país centroamericano había desatendido la orden del año 2009 de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de otorgarle protección policial por las reiteradas amenazas contra su vida.
Madre de cuatro hijos, al frente del Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras (Copinh), Berta Cáceres había encabezado el movimiento que en 2013 y en 2014 logró que el Banco Mundial y la constructora china Sinohydro, desistieran de edificar una represa hidroeléctrica en el occidental río Gualcarque, catalogado por los lencas como sacro y crucial para su subsistencia.
“Berta Cáceres fue una figura tan significativa para el pueblo lenca, para el pueblo hondureño, que a pesar de que se hace un acto criminal a su vida, siempre está siendo convocada en las disputas territoriales, en el imaginario de resistencia, en la necesidad de transformar el país por las condiciones de militarización, de despojo empresarial, de corrupción, de violencia generalizada”, aseguró en una entrevista con el diario argentino Página 12 su hija Bertha Zúñiga, actual Coordinadora General del Copinh. Y amplió: “Se trata de decir que Berta va a seguir brotando en muchas luchas, en las nuevas generaciones, en las luchas de las mujeres, que es tan urgente y que viene marcando mucha presencia. Eso significa para nosotros la siembra de Berta Cáceres”.
Zúñiga denunció la impunidad de la que siguen gozando los asesinos de su madre y sostuvo: “Debemos enfocarnos en evitar que sigan cometiéndose crímenes, en seguir defendiendo los derechos de las comunidades, el derecho a la consulta libre, previa e informada, que está siendo amenazada. Y ver cómo enfrentar al modelo extractivista de una manera más fuerte, porque sigue avanzando… Avanza el control de los pueblos a través del control del agua. Privatizaciones, proyectos ante la escasez que ya se empieza a sentir en muchos lugares. Represas, el uso del agua para la minería, los grandes proyectos turísticos, las limitaciones a la pesca artesanal y la promoción de la pesca industrial. Tantas cosas pasando alrededor del agua”.
Martes, 07 Marzo 2017 09:53
Recuerdos de Iván Ríos, un hermano en la lucha
Escrito por Gabriel Ángel
powered by socialLa conversación tenía lugar en algún paraje de la sierra, a la altura de Ciénaga, desde el cual era fácil divisar los grandes barcos que se acercaban o alejaban del puerto de Santa Marta. Participábamos en ella Adán Izquierdo, Simón Trinidad, y yo entre otros. Alguien había comentado acerca de nuestra situación al ingresar a filas, y hecho mención de cuán valientes habíamos sido por haberlo dejado todo y emprender una nueva vida en la guerrilla.
Adán era un maestro, un hombre de enorme seguridad en sí mismo y excelente sentido del humor. Sus palabras brotaron en el tono enfático de quien desea poner fin a la conversación que toma un rumbo errado. Nos miró al rostro y luego dijo, ustedes, al ingresar, no han demostrado ser valientes. Lo que han demostrado es ser consecuentes, que no es exactamente lo mismo. Por un instante nos miramos sorprendidos a los ojos unos a otros.
Entonces, con esa espontaneidad irrefrenable que me ha caracterizado en momentos así, y que tantas risas como resentimientos ha sabido despertar, intervine de pronto para decir que nosotros, al ingresar, no habíamos sido ni consecuentes ni valientes, lo que habíamos sido en realidad era unos irresponsables. La carcajada general con la que se celebró el apunte fue bien larga. Y el mismo fue traído varias veces a cuento a lo largo de los siguientes años.
Recuerdo ahora esa anécdota antes de referirme a Iván Ríos, uno de esos hombres absolutamente convencido de las cosas en que creía, y por encima de sus propias limitaciones, poseedor de una valentía a toda prueba, rayana, como lo sabría después, en el más increíble grado de arrojo. Me enteré que en la operación militar en que se vio envuelto en el frente 47, que finalmente le cobró la vida, él había derribado un helicóptero artillado disparándole con el fuego de su fusil.
Peleaban con la tropa casi a diario, y en su delirio por la victoria, sabía ponerse siempre en primera línea y combatir como un guerrero experimentado. Aquella actitud podría calificarse como un error de su parte, no debería haberse quedado luchando en esa zona cuando su destino más lógico hubiera sido proseguir la marcha hasta Urabá, donde el Bloque que fue confiado a su mando tenía las mejores condiciones para resistir y golpear al enemigo.
Los problemas que Iván encontró en el frente 47, en Caldas, gravemente afectado por la infiltración y la desmoralización de buena parte de sus unidades, ameritaban ser tratados de otro modo. Pero a él se le antojaron tan difíciles y urgentes que decidió quedarse allí, para enfrentarlos en persona y dejar las cosas en mejor estado. Algo muy propio de su carácter batallador, un rasgo que el Ejército debió manejar para conseguir propinarle el golpe definitivo.
La guerra en sí se conoce por los partes militares que publican los bandos tras las acciones, los cuales sin embargo pocas veces revelan los pormenores de los hechos que conducen a los resultados. Cuando generales, ministros o presidentes ofrecen sus ruedas de prensa para hablar de algún triunfo obtenido, jamás dan cuenta de las bajezas empleadas, de las maniobras con frecuencia repugnantes a las que apelaron sus hombres para producir las bajas.
Por lo regular eso tan solo lo conocen los vencidos, los que pusieron los muertos, los retratados con sus cuerpos destrozados por los proyectiles, apabullados por el inmenso despliegue de la celebración mediática. Lo de Iván fue presentado como un éxito rotundo y así se fijó en la memoria de la audiencia, pese a que al conocerse levemente luego los detalles, el país pudo enterarse a medias de la tenebrosa maniobra que se empleó para matarlo.
Pero de eso no voy a hablar aquí. Creo con firmeza que la muerte que por desgracia le correspondió, riñó por completo con lo que un hombre como él hubiera merecido. Que lo otro quede para los desarrollos posteriores de la verdad y la justicia. Iván Ríos fue uno de esos seres que conservó a lo largo de su existencia, los rasgos del niño bueno y noble que debió ser en sus primeros años. La bondad, unida a cierta ingenuidad infantil, jamás se desprendió de él.
Diría que fue un hombre orgullosamente humano, capaz de conmoverse hasta las lágrimas con una historia dolorosa, de esas personas que se indignan abiertamente y no lo disimulan al tener conocimiento de una injusticia. Pequeño de cuerpo, quizás no llegaba al metro sesenta, se sentía reconfortado al afirmar que Bolívar, esa especie de alter ego que lo inspiró siempre, podía haber medido lo mismo que él. Y creo que se sentía llamado a emular sus hazañas.
Lo conocí en la sierra, en la primera parte del año 91, cuando en calidad de ayudantía del Estado Mayor Central de las FARC, llegó al Frente 19 a transmitir algunas orientaciones emanadas del Secretariado. Al saludarlo lo saqué de la concentración que ponía en la lectura de algún libro sobre El Libertador. Era unos años más joven que yo, y percibí por su conversación que era un hombre culto, muy leído, con su propia idea del papel de la cultura en la revolución por hacer.
Lo escuché con atención. Abría mucho los ojos al hablar y sonreía con frecuencia. Esa tarde cayó un aguacero de antología y debíamos levantarnos a media noche a marchar, para cambiar el sitio del campamento. Retengo aún mi escalofrío cuando miré el torrente del río Fundación que bajaba embravecido por obra de la creciente. Una luna llena brillaba limpia de nubes. Cruzar aquel obstáculo iba a ser una cuestión de pensar y hacer muy bien.
Me sorprendió la decisión con la que Iván se bajó el equipo y se mostró dispuesto a meterse al agua sosteniéndolo sobre su cabeza. Como si no estuviera frente a semejante peligro sino ante una mansa corriente de aguas claras. El mando del Frente procedió a organizar aquel cruce con todas las medidas de seguridad para evitar cualquier accidente. Pasamos al final con el agua al cuello, formando una cadena con las manos y guiados por los más fuertes y duchos.
Nunca olvidé el gesto del recién llegado, no dejó de parecerme una osadía. Varias veces, durante los siguientes años tuve una impresión parecida de él. Aunque siempre me pregunté si realmente poseía las condiciones para asumir los retos que con tanto entusiasmo se disponía asumir. En las FARC conocí hombres y mujeres verdaderamente asombrosos, que parecían haber estado ausentes el día que repartieron el miedo, trombas de energía capaces de lograrlo todo.
Creadores por excelencia, individuos a los que nunca vencieron las dificultades, a quienes en cada encuentro veía cada vez rodeados de un mayor desarrollo en múltiples sentidos. El Mono, Jorge Briceño, es el ejemplo clásico. Pero son muchos los que no conoció el país. Guerreros de marca mayor, expertos conductores de tropas en paz y en guerra. De aquel cuerpo de ayudantías al que perteneció Iván recuerdo especialmente a Oscar Narváez y Juan Carlos Castañeda.
Caídos finalmente en combate, y con quienes Iván compartió innumerables experiencias. De ellos, de Manuel Marulanda Vélez, quien lo tuvo en cuenta siempre como un cuadro con mucho futuro, de Jacobo Arenas, maestro al que admiró con veneración, de Efraín Guzmán que lo recibió en el Quinto Frente a su ingreso y descubrió en él sus especiales condiciones, de todos ellos debió Iván adquirir ese singular empuje personal que lo llevó a superarse día a día.
Aunque no se hubiera convertido propiamente en un cuadro militar, debido al tipo de misiones en las que tuvo de desempeñarse la mayor parte del tiempo. Iván Ríos brilló particularmente por el universo ideológico, político, cultural, organizativo y educativo que recogió su inteligencia privilegiada y que supo poner generosamente al servicio de la causa revolucionaria. Siempre fue un fogoso defensor de la línea de las FARC y las determinaciones de su Secretariado.
Durante los años noventa fueron varios los encuentros que tuve con él y que me permitieron conocerlo cada vez más. Lo recuerdo pronunciando un encendido discurso en el Décimo Sexto Congreso del Partido Comunista en Bogotá, en agosto de 1991, y luego en sus entradas al Comando del Bloque del Magdalena Medio en el sur de Bolívar, en los tiempos en que fungía como encargado de los enlaces de la unidad con el ELN y el EPL.
Esas salidas y reuniones le permitieron vivir una serie de episodios de los que algo comentaba en nuestros encuentros. Tuvo a su cargo organizar el desplazamiento del Camarada Alfonso Cano a una de las cumbres de la Coordinadora Guerrillera Simón Bolívar, en uno de los frentes del ELN en Antioquia. Toda una odisea. Como la que vivió la vez que salió con Iván Márquez, y el vehículo en el que él viajaba fue retenido unas horas en el Caquetá por unidades del Ejército.
A mediados de los años noventa fue designado Comandante del Frente 24, en reemplazo de Mario Muñoz, quien había desertado con su compañera Lucía. Trabajamos de modo cercano hasta finales del año 95. Y luego cuando fue encargado de la Compañía Raúl Eduardo Mahecha, que tenía a su cargo las relaciones políticas del Bloque con las organizaciones de masas. A fines del 97 fue nombrado en la Comisión Política Nacional y viajó a trabajar al lado de Alfonso Cano.
No volví a verlo hasta cuando hicimos parte de la Comisión Temática en los diálogos del Caguán. Él era el encargado de ella, y creo que fue en esa posición cuando desplegó con plena propiedad sus condiciones ideológicas, políticas y personales. Lo vi mucho más maduro y seguro de sí, dependiendo directamente de los camaradas Manuel Marulanda y Raúl Reyes, al tiempo que recibía la asesoría permanente del Camarada Alfonso. El país también tuvo noticia de él.
Para entonces era un hombre de condiciones brillantes. Escribía bien, con una notable carga emotiva en sus artículos y discursos. También destacó como un orador impactante. Las audiencias públicas eran transmitidas al país por la televisión y la radio oficiales, y él siempre consiguió sacar el mayor provecho posible de ello a favor de las FARC. En lo relacionado con el manejo del personal, cuadros y tropa a su cargo, también destacó por su buen juicio y tacto.
Leía mucho y gustaba de dar conferencias y largas explicaciones políticas a los visitantes que llegaban de todo el mundo al Caguán. Era paisa, de Medellín, pero tenía una visión realmente universal de la cultura. Disfrutaba con toda clase de música, hallaba especial deleite en el teatro y el cine, se embebía con la buena poesía. Y tenía un excepcional sentido del humor, contaba y reía a carcajadas con los cuentos, también cantaba y lo hacía verdaderamente bien.
Fueron muchos los ratos de jolgorio que pasamos juntos en los tiempos de la zona de despeje. Recuerdo que lo divertían enormemente las ocurrencias del El Mono, un cuadro elevado por entonces a nivel titánico, a todas luces opuesto a él en su origen y experiencia de combate guerrillero. El Mono se irritaba con las críticas que oía provenir de la Comisión Temática y las cobraba siempre con su habitual sarcasmo en las reuniones de mandos.
Lo mejor de Iván era sin duda su condición humana. Ese afán por conocer en detalle las historias personales de la gente y por identificarse con sus penalidades y sueños. No olvido la impresión que le causó conocer a su pequeña hija, una niña de seis años que le llevaron al Caguán y con la que pasó muchos días convertido en un padre orgulloso y tierno. Ni la manera bonachona como asumía los líos de amor en que nos veíamos envueltos los temáticos por aquellos días.
La muerte de Raúl Reyes, por la figuración ganada con su trabajo para las FARC, y los espacios políticos que había logrado ocupar, sobre todo en el plano internacional, constituyó sin duda un sensible golpe para la organización. La pésima nueva del asesinato de Iván, cuando apenas nos secábamos las lágrimas por la muerte de Raúl, como lo describió dramáticamente Marulanda en una de sus misivas, constituyó una sacudida violenta para todos.
Fue como si la paloma de la paz estuviera siendo destripada por el gobierno de Colombia con sus manos ensangrentadas ante los ojos del país. Como si trataran de decirnos que con la vida de los dos cuadros más destacados durante el proceso del Caguán, nos estaban cobrando el no habernos rendido. Las FARC asumimos con toda dignidad la afrenta. Conseguiríamos que se abriera otra mesa de conversaciones y otros cuadros nuestros se encargarían de ganar un acuerdo.
Las memorias de Raúl e Iván hallarían satisfacción plena con la paz. Así lo sentirán sin duda sus familias y allegados. Tiempo atrás estuvo en La Habana una hermana de Iván. Los suyos querían indagar sobre su vida y obra en las FARC a objeto de reconstruir su memoria vilipendiada. Habló con muchos de quienes lo conocimos. Cuando se despedía le eché un brazo por encima y le dije a manera de consuelo lo que se me vino a la mente en el momento.
Yo también tenía una hermana, que al igual que mis otros hermanos y mis padres, también habían extrañado mi presencia durante décadas. Viéndola a ella allí, me había dado por pensar que las cosas podían haber sido distintas. Que fuera mi hermana la que conversara con Iván, indagando sobre mi paso trágico por las FARC. Me identifiqué con ella y su dolor, la quise como a mi familia. Unos sobrevivimos, mientras que otros, quizás mejores, murieron en la lucha. Eso fue la guerra.
Sabino Romero Izarra… su claridad histórica, su pueblo, su vida y sus asesinos
Fuentes: Rebelión
Comprender las causas y encontrar la totalidad de los culpables del asesinato del líder y cacique indígena yukpa SABINO ROMERO IZARRA, no es cosa fácil, la complejidad de la situación existente en la Sierra de Perijá amerita hacer una revisión de elementos relevantes de orden económico, político y cultural. Intentaremos dar una panorámica general de […]
Comprender las causas y encontrar la totalidad de los culpables del asesinato del líder y cacique indígena yukpa SABINO ROMERO IZARRA, no es cosa fácil, la complejidad de la situación existente en la Sierra de Perijá amerita hacer una revisión de elementos relevantes de orden económico, político y cultural. Intentaremos dar una panorámica general de la situación esperando encontrar un apoyo consciente y contundente para solicitar al gobierno venezolano se tomen las medidas urgentes para evitar más muertes, hacer justicia a Sabino y a su incansable lucha.
Los yukpa , grupo étnico de filiación lingüística Caribe, habitan en la frontera colombo – venezolana. La historia social de este pueblo gira en torno a su territorio, es a partir de la lucha por las tierras que se han mantenido las noticias de este grupo indígena. Desde el primer contacto histórico, registrado, de los pueblos indígenas que habitaban la parte occidental del actual estado Zulia con las tropas de Ambrosio Alfinger, entre 1530 y 1534, inicia un proceso de enfrentamientos violentos entre los colonizadores y los pueblos indígenas, que obligo a estos últimos a refugiarse en la Sierra de Perijá.
La Sierra de Perijá… el territorio apetecido
El territorio yukpa ha estado en por lo menos los últimos tres siglos de Norte a Sur entre el río Apón y las márgenes nortes del río Santa Rosa, respectivamente, puesto que las reducciones se han dado en dirección este – oeste, despojándolos de casi la totalidad de las tierras bajas. Actualmente ocupan las cuencas de cuatro ríos que surcan las estribaciones centrales de la serranía de Perijá, abarcando los Municipios Rosario y Machiques de Perijá del Estado Zulia.
Desde la promulgación de la Ley de Demarcación y Garantía del Hábitat y Tierras de los Pueblos Indígenas , los habitantes de cada cuenca han tomado fuerza e iniciaron la reocupación de los espacios planos que aspiran les sean entregados oficialmente, como una solución definitiva a la conflictividad permanente. Pues en la actualidad existen muchos planes para la utilización de los territorios perijaneros, pero en ninguno de ellos se contempla la vida digna de los propietarios verdaderos y ancestrales. Ganaderos y paceleros, en su mayoría con una mentalidad desarrollista pero con prácticas cuasi que medievales aspiran miles de hectáreas para producir la leche y la carne que en países tecnificados se produce en escasas centenas. Los mineros que sueñan con reventar esa serranía para sacar carbón y cualquier otro mineral, que seguro dejara pocos ingresos y mucha destrucción ecológica y sociocultural.
Para los yukpa la carencia de tierras aptas para el desarrollo de las actividades socioeconómicas tradicionales constituye el más grave de todos los problemas. La reducción de su territorio ancestral que se inició en la época colonial aún no ha concluido.
En el ir y venir en defensa de sus tierras, varios ha sido los argumentos utilizados para descalificar la legitimidad de la lucha yukpa, en algunos casos se les ha acusado de ser aliados de la guerrilla, cuando la verdad es que los miembros de este pueblo sufren cotidianamente las consecuencias del conflicto armado en la frontera, perdiendo la posibilidad de recorrer parte de los espacios que les han quedado, viéndose obligados a entregar los alimentos, que logran conseguir para la manutención de sus familias.
Otro argumento, es la afirmación de que estos no son productivos y que al entregarles las tierras se pone en peligro la seguridad alimentaria de la región y del país, pues en esa haciendas supuestamente se produce la carne y leche que nos alimenta, cuando la verdad es que la mayoría de las tierras solicitadas por los yukpa son subutilizadas o improductivas, muchas han sido relativamente abandonadas por sus propietarios. Otra verdad que se oculta en este argumento es que la totalidad de las tierras solicitadas por los yukpa escasamente supera el 1% del total de los espacios que actualmente son haciendas y que un grupo muy pequeño de familias se atribuye como propiedad.
Chaktapa… la punta de la lanza indígena yukpa
En lucha del pueblo yukpa por sus territorios la fundación de la comunidad Chaktapa es un caso emblemático, esta se ubica en espacios que ancestralmente les pertenecieron, pero que en los últimos años se atribuyeron a la hacienda Tizina.
Este conflicto se inicia a mediados de los años 70 cuando un grupo de familias yukpa, bajan de la cuenca alta del río Laja de la Sierra de Perijá y ocupan de nuevo sus tierras en los alrededores de las haciendas. A partir de este momento el jefe de la comunidad, Sabino Romero Izarra, ha sido objeto de diversos atropellos y persecuciones, grupos de hombre armados llegaban hasta la comunidad a buscarlos, era perseguido en sus traslados desde la comunidad hasta las ciudades, fue varias veces golpeado, en varias oportunidades las viviendas construidas por los habitantes de la comunidad fueron quemadas al igual que sus cultivos; a Sabino se le entregaron citaciones y se le enviaban amenazas de muerte con cualquier miembro de las comunidades cercanas, hasta el punto de que en una época debió trasladarse con su familia hasta la ciudad de Caracas para evitar ser asesinado, allí vivió de la venta de artesanía mientras buscaba apoyo para resguardar su vida.
Muchos han sido los yukpa que han pagado con su vida la defensa de sus tierra, tal vez muchos venezolanos que no están cerca de los territorios indígenas creen que las llamadas correrías de indios en las cuales se asesinaba a los miembros de un grupo étnico sin que hubiera ninguna consecuencia legal han terminado, que corresponden a un periodo de conquistadores extranjeros y guerras muy lejanos, que nada tienen que ver con estos tiempos que consideramos modernos, pues este es un error, hoy se siguen matando indígenas amparados en el poder económico y los contactos políticos, un ejemplo de ello es el caso del padre del Cacique Sabino Romero Izarra de nombre de José Manuel Romero, de aproximadamente 98 años, quien murió días después de una golpiza propinada por un hacendado con su propia escopeta, el cual está plenamente identificado pero sigue en libertad.
Según atestiguan miembros de la comunidad de Chaktapa, que presenciaron el hecho, el día 7 de Julio de 2008, uno de los hacendados presuntamente propietario de la hacienda Kusare, llego a la comunidad acompañado de 6 sicarios armados buscando al Cacique Sabino Romero; al no encontrarlo agredieron a las mujeres, niñas y al viejo José Manuel Romero, que descansaba en su hamaca, este fue «levantado por la camisa desde donde se encontraba sentado, cacheteado, arrastrado y planeado por el hacendado, quien luego lo lanzó al suelo», posteriormente el día 19 de julio fue llevado al hospital de Machiques de allí lo trasladaron a Maracaibo y murió el 22 de julio.
En una de las ultimas grabaciones efectuadas a este líder indígena, hechas por grupos de apoyo provenientes de la Universidad Bolivariana de Venezuela y de la Universidad del Zulia, quienes se apersonaron en la comunidad para registrar los sucesos, que los medios de comunicación privados no registran, se ve al Sr. José Manuel con la cara pintada de negro en señal de guerra exigiendo justicia, pero esta no le llego en vida, pues los golpes, las humillaciones y el estado de alteración que genero la irrupción de estas personas en sus propias viviendas le trajo inevitablemente la muerte.
El día 13 de octubre de 2009, un día después que representantes del gobierno nacional hicieran entrega de títulos de propiedad colectiva a los miembros de tres comunidades (Shirapta, Aroy y Tinacoa) como producto del avance del proceso de demarcación, en un contexto convulsionado, de enfrentamientos, intervención de agentes externos, divisiones y desacuerdos entre los miembros de las comunidades indígenas, se produce un enfrentamiento claramente relacionado con el proceso de demarcación del territorio entre los miembros de las comunidades de Chaktapa y Guamo Pamocha, dejando como resultado dos personas muertas, varios heridos y detenidos, entre ellos dos miembros de la comunidad Chaktapa Sabino Romero Izarra (Cacique) y Alexander Fernández Fernández.
Durante todo el proceso las autoridades gubernamentales negaron públicamente la relación entre este hecho y el proceso de demarcación, sin embargo la forma en fue tratado el caso hace suponer que a lo interno de las instituciones si se reconocía la relación, entre las situaciones que revelan esta presunción se encuentran hechos relacionados con la forma en que fue trasladado, aislado e incriminado el líder Sabino Romero Izarra, reconocido por los miembros de las comunidades yukpa como el pilar fundamental de resistencia y oposición a la forma como se adelanta el proceso de demarcación indígena, así mismo la incriminación que se hizo a través de los medios de comunicación en contra del Prof. Lusbi Portillo y los miembros de la ONG Sociedad Homo et Natura, quienes han participado activamente en apoyo de los lideres yukpa que se encuentran descontentos con los ritmos, mecanismos y resultados del proceso de demarcación.
Perseguidos, humillados, amenazados, constantemente trasladados Sabino Romero Izarra y Alexander Fernández Fernández estuvieron presos 18 meses, luego de un juicio con muchas manipulaciones legales y gracias a la presión de los movimientos sociales resulto en la liberación de los detenidos.
Quebrar a la organización propia… formas de penetración política
La incapacidad del gobierno nacional para otorgar territorios a los pueblos indígenas, territorios en el sentido verdadero de la palabra, territorios continuos como pueblos tal como se les hizo creer al inicio del proceso de demarcación, se fue profundizando, la libertad de Sabino y Alexander vino a comprometer aún más la situación para los entes gubernamentales.
Vuelve Sabino al frente de su comunidad, retoma Chaktapa su lugar como punta de la lanza indígena yukpa que hace visible y pública las promesas incumplidas, las manipulaciones y los engañosos títulos entregados .
La necesidad de acallar las dudas y la resistencia llevo a los entes gubernamentales, en las manos ejecutoras del Ministerio del Poder Popular para los Pueblos Indígenas de Venezuela , a profundizar las formas de penetración política que garantizaran la división del pueblo yukpa y por tanto su control sobre las comunidades. La vía más expedita, ya que la criminalización de los líderes y aliados no había resultado tan efectiva como se esperaba, se orientó a fortalecer las nuevas instancias de poder y formas de organización producto de una iniciativa netamente externa. La creación de los denominados «Caciques Mayores», figura que tiene su origen en el proceso de demarcación del territorio yukpa, que consiste básicamente en otorgar y reconocer desde afuera de las comunidades, un poder especial a los jefes de los centros pilotos, debilitando de esta manera los procesos tradicionales que apuntaban al consenso y a la igualdad entre todas las comunidades que conformaban una red.
Estas y otras acciones gubernamentales sistemáticas dividió a los miembros de las comunidades (y a las comunidades mismas) entre: a) aquellos que apoyaban las acciones gubernamentales, que eran los mismos que tenían derecho a ser funcionarios de gobierno léase «cacique mayores», viceministros indígenas y/o beneficiarios de diversas formas de apoyo financiero con el otorgamiento de proyectos y créditos selectivos; y b) aquellos que no se sentían satisfechos con el proceso de demarcación, quienes por ser críticos eran excluidos por propios y extraños de toda política social, incriminados y catalogados de obstáculo para el desarrollo del pueblo yukpa como tal.
Sabino y su claridad histórica
En este segundo grupo se encontraba y encuentra la comunidad de Chaktapa, con Sabino a la cabeza.
Con las comunidades fuertemente divididas, la presiones gubernamentales para lograr la aprobación de sus políticas erradas, el apoyo de medios de comunicación que seguían generando y difundiendo matrices de opinión para incriminar a Sabino y todos los miembros de su comunidad, la situación de conflictividad en la sierra se fue agudizando, los habitantes de Chaktapa vivían en constante tensión, hasta el extremo que los hombre dormían en los árboles para prevenir las incursiones de quienes seguro venían a asesinarlo. Estas precauciones no evitaron que el sábado 23 de junio de 2012 un grupo de hombres armados sometiera a Alexander y José Luis Fernández Fernández, y a Leonel Romero, los secuestran, los llevaran al monte y les dispararan a mansalva. Chaktapa pierde a otros tres de sus miembros.
Aun con todo el dolor que puede significar perder a familiares y compañeros, la férrea voluntad y la claridad histórica de Sabino Romero Izarra no fue quebrantada, por el contrario su convicción de que el otorgamiento de los territorios constituía la base fundamental para hacer justicia, revolución y aproximarse a la paz verdadera en Perijá, se fortaleció. Con una comunidad disminuida numéricamente, golpeada económicamente, pero fortalecida en las convicciones y en la dirección a seguir para la consolidación del pueblo yukpa, siguió exigiendo territorio, negociando con otras comunidades en la búsqueda de unidad y apoyo.
Sabino, se negó a acceder a dadivas momentáneas, a créditos y jornadas epilépticas y limosneras para él y para su comunidad, definió como ningún otro lo que era revolución y explico hasta el cansancio que creía en esta gestión gubernamental, que creía en la revolución bolivariana (para ver solo un ejemplo: http://goo.gl/uIgmg ), pero los funcionarios con una mente colonizada no entendieron que «Sabino marca el camino» , no le creyeron, no lo apoyaron, no lo protegieron, por el contrario en su visión reduccionista del mundo enfilaron sus prácticas de conquistadores y atizaron el fuego surgido del racismo histórico de los territorios perijaneros, se convirtieron en testigos, cómplices y verdugos de la dignidad indígena.
Sabino, en reiteradas oportunidades anuncio su muerte, sabia el peligro que corría y estaba dispuesto a afrontarlo, se embarcó en la solicitud de que los funcionarios gubernamentales fuesen electos por el propio pueblo yukpa y no colocados a dedo para garantizar una lealtad traidora de sus raíces. Cuando fue a votar en ese proceso eleccionario que para él constituía un avance en la reunificación del pueblo yukpa, los encontraron los autores materiales, dos tiros por el pecho dicen las noticias, dos tiros en el espacio cercano a un corazón que latía por un pueblo y por la dignidad del indio yukpa, del indio americano que se niega a morir sometido por una visión desarrollista, capitalista y homogeneizadora.
Lo que significa justicia para Sabino
¿Quién le disparo a Sabino Romero Izarra? Hay investigar, que encontrarlo, que enjuiciarlo y hacer que pague. Pero ¿Quién mato a Sabino Romero Izarra? es una respuesta que ya está develada, las balas que pararon el corazón del indio digno estaban fabricada con odio racista, con viles intereses económicos, con políticas y prácticas gubernamentales erradas.
Hacer justicia a Sabino, y a todos los muertos de la Sierra de Perijá, va mucho más allá de encontrar a los que accionaron el arma. Hacer justicia implica: Demarcar y entregar los territorios indígenas como territorios , lo antes posible, sanearlos de aquellos denominados terceros.
Hacer justicia implica destituir a las autoridades militares de Machiques y a los funcionarios del Ministerio de Poder Popular para los Pueblos Indígenas , y colocar en su lugar a otros no colonizados, vigilando que sus acciones garanticen la autonomía digna de los pueblos indígenas.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
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