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Luis Carlos Prestes y la “Larga Marcha” de 1922
Hugo M. Sacchi
Dentro de las características de país dependiente, Brasil experimentó en los años
posteriores a la caída del Imperio, e incluso en los últimos años de éste, un notable progreso en su
desenvolvimiento económico. Los movimientos de cambio que se operan en ese período, surgen
directamente de esta tendencia de evolución. Así encontramos, una vez más, la contradicción de la
teoría de que es el atraso la causa de las revoluciones o de los movimientos de reivindicaciones
sociales. Esto, que es válido en cuanto a circunstancias concretas, está rebatido por la dinámica de
los movimientos de cambios. No es el “atraso” la causa de los levantamientos sociales o
revolucionarios, sino precisamente la “conciencia del atraso”. Conciencia que deviene de la
tendencia a la evolución, cuando ésta se detiene y aparecen a la luz todas las contradicciones, la
miseria, la injusticia, el atraso. Entonces sí aparece este factor como el estimulante directo de los
movimientos revolucionarios. Pero es ya la conciencia determinando la existencia. La República
entre 1889 y 1930 fue un régimen aristocrático, caracterizado por la disgregación interior (el
unitarismo imperial fue reemplazado por la república federativa), donde las grandes masas eran
excluidas de la intervención o de la posibilidad de intervenir políticamente. Los gobiernos que se
sucedieron en este período fueron representantes de las oligarquías de los dos más grandes centros
cafetaleros: San Pablo y Minas Gerais. Un presidente correspondía a uno, y el siguiente al otro. Por
otra parte, su elección era producto de la votación de una porción mínima de la población, que
pocas veces superaba el 5 %2
. Según el sociólogo Guerreiro Ramos, en las elecciones de 1902
dicho porcentaje fue de 3,44 %, en la de 1906, de solamente el 1,44 %, y en 1930, en que asumió el
cargo Julio Prestes, votó el 5,63 %.
En estos años de la “República Vieja” nuevos grupos sociales y políticos entran en escena.
Forman parte de una tendencia general en América latina que se conoció como el “despertar del
90” (en la Argentina se tendrá en el mismo período, el surgimiento del radicalismo.) Los grupos
sociales que aparecen en acción son los sectores de una nueva clase media y un joven proletariado
formados en el proceso que hemos reseñado más arriba y, particularmente, en el acentuamiento de
una tendencia a la industrialización del país como producto de la guerra de 1914-1918. Es de
destacar, en relación a estos grupos, que la clase media brasileña presenta características
particulares, diferentes a las de la pequeña burguesía propietaria de los países capitalistas
desarrollados: su raíz se encuentra en los sectores subsidiarios, la administración pública y los
servicios. Es esencialmente de estas nuevas fuerzas sociales que se nutrirán los movimientos
revolucionarios de 1922, 1924, 1926 y 1930. La coyuntura mundial producida por la gran guerra
fue un factor fundamental en esta evolución. Otros factores de importancia capital lo constituyen la
revolución rusa de 1917, por un lado y, por otro, aunque de menor efecto cualitativo, la guerra
campesina mexicana de 1910-1920, que ejerce una gran influencia sobre las masas
latinoamericanas. Las primeras grandes huelgas del movimiento obrero brasileño son las de 1917,
no casualmente por cierto. Por otra parte, en el nordeste los cangaceiros llevaban adelante gran
actividad: es la época del célebre Lampiao3
, que llegó a dominar frente a su banda los territorios de
cinco Estados. Fenómeno singular el de los cangaceiros, campesinos empujados al bandolerismo
∗
Publicado a modo de fascículo de colección bajo el título Prestes. La rebelión de los tenientes en Brasil.
Centro Editor de América Latina, Colección “Historia de América en el siglo XX”, Buenos Aires, noviembre
de 1971.
1
Pereira Pinto. Brasil. Breve historia económica y social. Ediciones Pannedille, Buenos Aires, 1971. 2
Lampiao fue un célebre bandolero popular del nordeste brasileño y murió baleado por el ejército, junto a su
mujer conocida por el nombre de María Bonita. Su lugarteniente, Corisco, continuó su lucha. 3
Jorge Amado. Prestes. El caballero de la esperanza. Editorial Futuro, Buenos Aires, 1958.
por la miseria y la opresión de los terratenientes, que serían posteriormente utilizados por el
gobierno contra el movimiento revolucionario de Prestes.
Haciendo un paréntesis, diremos que en el mundo de la “Inteligencia” oligárquica hacía
entonces furor. Coelho Neto, “príncipe de los escritores brasileños”. Ni una palabra sobre Brasil, ni
una protesta, ni una denuncia sobre las condiciones de vida de la población. “El arte por el arte” es
su concepción. Es toda una generación literaria que se pinta de pies a cabeza por la cínica frase que
acuñaron: “La literatura es una sonrisa de la sociedad”.
Un marinero negro conmovía a la opinión pública levantando la armada en una formidable
sublevación. Se llamaba Joao Cándido y su movimiento fue aplastado, pero el comienzo de la
agitación en las filas del ejército se extendió como reguero de pólvora. La “conciencia del atraso”
había encendido la chispa.
Las revoluciones de 1922 y 1924
El presidente Epitacio Pessoa se preparaba a traspasar el poder al mineiro Arturo Bernardes
cuando estalló el movimiento revolucionario del 5 de julio de 1922. Se sublevaron la Escuela
Militar de Cadetes y los fuertes de Leme y Copacabana. El gobierno concentró sus fuerzas en la
represión, fallaron los contactos y levantamientos en otras regiones y con un ardid lograron detener
al comandante del fuerte Leme, el capitán Euclides Hermes, uno de los cabecillas de la rebelión.
Los oficiales y soldados del Leme se trasladaron hasta Copacabana y allí organizaron la resistencia.
Entre ellos se encontraba Siqueira Campos, luego destacada figura de la Columna Prestes y del
movimento tenientista. Los revolucionarios se encontraron cercados y sin posibilidades de triunfo.
Una reunión de oficiales decidió enviar los soldados a sus casas y enfrentar ellos personalmente la
represión. Pasarían a la historia con el nombre de los “18 del Fuerte”. Entre ellos se encontraba
Eduardo Gomes, Mario Carpenter, Nilton Prado, Octavio Correa (el único civil), Siqueira Campos.
Cortaron una bandera en 18 pedazos y se prendieron cada trozo en sus pechos. Así marcharon a la
muerte. Sólo dos de ellos quedaron con vida, Siqueira Campos y Eduardo Gomes. El ejemplo de
estos jóvenes militares quedaría por mucho tiempo encendiendo el corazón de sus compañeros. La
generación llamada “tenientista” surgiría precisamente de este primer intento revolucionario.
El ejército brasileño se caracteriza por tener una composición más democrática, social y
étnicamente, que permitía el acceso a sus cuadros de sectores de clase media e incluso hijos de
familias obreras. De estos sectores surgirían los “tenientes”, que expresan el inconformismo y la
protesta de las nuevas fuerzas sociales frente al régimen oligárquico. Prestes habría de ser una de
sus más destacadas figuras. Sólo el hecho de estar padeciendo de tifus le impidió participar del
movimiento de julio de 1922, pero compartió vivamente su desenlace, que lo afirmó en las
conclusiones revolucionarias que venía elaborando.
Un nuevo levantamiento insurreccional acompañó el segundo aniversario de los “18 del
Fuerte”. El 5 de Julio de 1924 se sublevó al frente de sus tropas en San Pablo el general Isidoro
Dias Lopes. Destacados oficiales lo acompañaron: Miguel Acosta, los hermanos Távora, Joaquín y
Juárez, Padilla, Mesquita, Mendes Teixeira y Eduardo Gomes (el sobreviviente de Copacabana).
Nuevamente nos encontraremos con estos nombres en la Gran Marcha y en todo el período de auge
del “tenientismo”. Los sublevados dominaron la ciudad del 5 al 27 de julio. Joaquín Távora fue su
principal dirigente; su muerte, en un ataque de las fuerzas gubernamentales, fue un duro golpe a la
insurrección. Cercados por el gobierno, comenzó el derrumbe de la revolución en San Pablo. La
ciudad fue abandonada en la noche del 27 al 28 de julio y por el ferrocarril paulista llegaron a la
ciudad de Baurú. Desde allí partieron hacia la desembocadura del Iguassú librando varios combates
en el trayecto. Finalmente se establecieron en la zona del Iguassú con el objetivo de amenazar los
Estados de Paraná, Santa Catalina y Río Grande del Sur. Las fuerzas de que disponen son escasas:
tres mil hombres de los seis mil que salieron de San Pablo, mal armados, cansados por la marcha y
los combates. En San Pablo Isidoro Lopes había rechazado el apoyo de sectores obreros para no
“desvirtuar el movimiento”. La revolución parecía estar agotada cuando estalló en Río Grande del
Sur un nuevo foco revolucionario. El 28 y 29 de octubre se levanta Río Grande. Prestes se pone al
frente del Batallón Ferroviario, en la zona de Misiones, donde había sido enviado tiempo atrás para
efectuar trabajos de ingeniería. Allí había ganado un gran respeto y cariño entre la tropa y oficiales
que lo siguen en la gesta revolucionaria que comienza. La primera tarea es tomar contacto con el
resto de las fuerzas revolucionarias. Parten hacia su encuentro en lo que habría de ser la primera
parte de una gran campaña militar. Prestes tiene entonces 26 años. Se dirigen hacia la
desembocadura del Iguassú para reunirse con Isidoro Lopes, quien había sido derrotado en la
batalla de Catanduvas.
Llegan a destino el 12 de abril de 1925. Se realiza la conferencia de los jefes
revolucionarios en medio de gran desmoralización. Participan de la conferencia Isidoro Lopes,
Miguel Costa, Mendes Teixeira Guaver, Alvaro Dutra y Belmont. Mientras se realiza, varios
oficiales y soldados huyen llevándose armas y municiones. Prestes interviene elocuentemente y
manifiesta que continuará la lucha. Aunque algunos deserten –dice– ellos seguirán combatiendo. Su
figura se proyecta corno la de un jefe intrépido y es escuchado atentamente. Su plan es marchar a
través del Brasil, entrar por Matto Grosso y continuar hacia el este hasta amenazar la capital. El
joven oficial, recientemente ascendido a coronel, gana una de sus más arduas batallas: logra apoyo
para su plan y se vota por la marcha. Isidoro Lopes es enviado a la Argentina, en calidad de emisario de la revolución; el mando do las tropas pasa a Prestes y a Miguel Costa. Este último es
nombrado general comandante. Así se inicia la Gran Marcha, que habría de recorrer 33.000
kilómetros en dos años y tres meses.
La Columna Prestes
Las fuerzas revolucionarias se encontraban atenazadas entre las fuerzas gubernamentales y
los ríos fronterizos. El plan del enemigo era cercarlas e imponerles una derrota basada en la gran
superioridad militar. Prestes, el ingeniero constructor de caminos en la selva, decide abrir una
picada y llegar hasta Puerto Mendez; de allí planifica cruzar el río y llegar al Paraguay. Es una
empresa temeraria, pero se lanza a llevarla adelante.
El 30 de marzo inicia la marcha con mil quinientos hombres. En el camino presentan
combate en varios encuentros, hasta llegar a las orillas del Paraná. Para cruzarlo no disponen más
que de un barco, el “Assis Brasil” que, para colmo, tiene sus máquinas descompuestas. El 27 de
abril llega a Puerto Adela el vapor paraguayo “Bell”, y Prestes ordena a Joao Alberto que se
apodere del mismo. Mientras tanto, llevan adelante tratativas con el comandante de la guarnición
paraguaya: le solicitan autorización para cruzar el territorio, garantizándole que lo harán en perfecto
orden; el pedido es aceptado y el 28 de abril las fuerzas de la columna cruzan el río hacia el Paraguay.
Recorren ciento veinticinco kilómetros antes de alcanzar la frontera con Matto Grosso. Esta
trayectoria se realiza con el apoyo heroico de las “vivanderas”, las mujeres que acompañaron y
participaron de toda la campaña de la Columna Prestes. Luego de varios combates contra fuerzas
del gobierno y “voluntarios” reclutados por los caudillos políticos, el 10 de junio acampan en la
cabecera del río Camapuan. Miguel Costa y Prestes discuten la estrategia a seguir. Polemizan,
cambias ideas. Costa es partidario de un avance a fondo y de dar una batalla definitiva a las fuerzas
federales; Prestes se opone, sostiene que hay que mantener la lucha en el interior hasta levantar a la
población contra el gobierno. Las divergencias no pasarían más allá de un cambio de opiniones
entre dos hombres que se respetaban y estimaban mutuamente, imbuidos ambos por un ideal
revolucionario todavía no clarificado. La columna, a propuesta de sus soldados y con el apoyo de
Miguel Costa, tomaría el nombre de Prestes. Así pasaría a la historia. Años después, en 1935,
volvemos a encontrar al general Miguel Costa en calidad de presidente de la Alianza Nacional
Libertadora de San Pablo.
Sobre el papel de Prestes escribe Moreira Lima: “La opinión de Prestes era siempre
predominante en esos consejos”. Y en otro punto: “Su actividad era insuperable, resolviendo todos
los asuntos, de los más trascendentales a los más simples. Todo sufría su influencia. Aparecía por
todas partes, en la vanguardia, en los flancos, en el centro, en la retaguardia”4
. El comando de a
Columna quedó así constituido: Comandante: General Miguel Costa; jefe de Estado Mayor, coronel
Luis Carlos Prestes; subjefe de Estado Mayor, Juárez Távora; secretario, Lurenco Moreira Lima.
Los destacamentos tenían los siguientes comandantes: 1º) Comandante: Osvaldo Cordeiro de
Farías; fiscal: mayor Virgilio dos Santos. 2°) Comandante: Joao Alberto; fiscal: mayor Manuel
Lira. 3º) Comandante: Siqueira Campos; fiscal: capitán Tritino Correa. 4°) Comandante: Djalma
Dutra; fiscal: mayor Ary Freire.
El 23 de junio la Columna llega a Goias, luego de atravesar el Paraguay y el Matto Grosso.
Deciden avanzar por la intrincada selva y el territorio de los latifundios de la “Mate Larangeira”,
rumbo al Atlántico En ese trayecto Prestes y su equipo tornan contacto con la población de la
región, sometida a una brutal explotación y a relaciones semi-serviles. Aprenden en la vida las
nociones de justicia social que luego buscarían en los libros. La Columna sufre una transformación.
Prestes lo declara expresamente: “Cuando decidimos emprender la marcha al norte del país ya los
objetivos militares de la Columna, aun técnicamente hablando, habían pasado a un segundo plano”.
Y luego: “Lo que teníamos en vista, principalmente, era despertar las poblaciones del interior,
sacándolas de la apatía en que vivían metidas, indiferentes a la suerte del país, desesperanzadas de
cualquier remedio para sus males y sufrimientos. Obra sobre todo de carácter político y social... Y
todo hace creer que esos resultados han sido logrados lo más satisfactoriamente posible”5
.
Desde Matto Grosso, la Columna recorre Goias, avanzando hacia Maranao. El paludismo
hace estragos: es una marcha terrible y el mismo Prestes contrae la enfermedad. Son caminos de
selva, pantanos y fiebres. Combaten constantemente en todo el trayecto, cruzando el territorio de
varios estados: Río Grande del Norte, Paraiba, Pernambuco. Las masas campesinas manifiestan su
simpatía al paso de la Columna. “...en el camino de la Columna queda la Esperanza”. El presidente
Bernardes ofrece sumas fabulosas por la cabeza de Prestes. Las fuerzas del gobierno recorren
Bahía, Pernambuco y Minas Gerais rastreando el paso de los revolucionarios. Son treinta mil
hombres encargados de esta tarea. La Columna realiza marchas y contramarchas, combate, se
repliega, abre picadas en la selva y aparece en la retaguardia del enemigo. Los estrategas del
Pentágono la calificarán de “modelo de guerrillas”. Pero sin programa ni objetivos claros, los
campesinos no son atraídos ni organizados. La Columna los anima, unifica al país, impulsa la lucha
en las ciudades, pero no puede organizar. Haría falta una dirección política para hacerlo. Y es
precisamente lo que falta.
“Las guerrillas no son un centro de organización política, sino que sirven a la organización
politica revolucionaria. Las guerrillas pueden comenzar como acciones militares, pero deben buscar
apoyo en los sindicatos. No sólo que el sindicato les dé protección, apoyo, dinamita y dinero: todo
eso se puede hacer y deben hacerlo los sindicatos. Sino, ante todo, que se organicen los sindicatos,
que la guerrilla apoye la acción sindical, que contribuya con su vida guerrillera a que los sindicatos
funcionen. No hacerlo así es el error de las guerrillas”.
El año 1927 encontró a la Columna acampada en la hacienda do Agua Fría, bajo una lluvia
torrencial. Desde alli avanzarán hacia Bolivia atravesando las regiones pantanosas, con el agua
hasta el pecho y descansando en los árboles en muchas ocasiones. El último combate de la
Columna sería el 30 de enero, en el puerto de Fumaca, en las márgenes del río Jauru. El 1° de
febrero acampaban en Morro Blanco. El 2 estaban a dos leguas de la línea divisoria, en la hacienda
Bugres. Finalmente, el día 3 entran en territorio boliviano.
4
Ibidem. 5
José Posadas. La fundación de las guerrillas en las luchas por el poder obrero. Ediciones Revista marxista
Latinoamericana. Buenos Aires, 1966.
Según Miguel Costa, la marcha de la Columna cubrió 3.825 leguas, o sea 25.507
kilómetros. Prestes estima por su parte 36.000 kilómetros. Moreira Lima, el secretario de la
Columna, hizo un cálculo de 24.947 kilómetros, que detalla así:
San Luis (Río Grande del
Sur a Natal) ................ 1.210 leguas
Natal a frontera de Ceará 65
Ceará ...................... 75
Río Grande del Norte . 12 ”
Paraiba ........................ 55
Pernambuco ................ 87
Bahía .......................... 366
Minas (ida y vuelta) ... 101,5 „
Bahía (vuelta) ............. 470
Pernambuco (idem) .... 60
Piaui (ídem) ................ 237 „
Goias (idem) ............... 101
Matto Grosso (del 17 de
octubre al 19 de noviembre) 186
Goias .......................... 131,5 „
Matto Grosso a Bolivia 285,5 „
Total 3.742,5 leguas
O sea, 24.947 kilómetros6
. La Columna entró en Bolivia con 620 hombres. El inventario de
su armamento consigna: noventa fusiles máuser, cuatro ametralladoras pesadas (una inutilizada) y
dos fusiles ametralladoras, casi todo desequilibrado, y cerca de 8 mil tiros. El día 4 de febrero se
levantó un acta ante el comandante del destacamento boliviano, mayor Carmona Rodó, firmada por
Prestes y Miguel Costa. Por ella se establecen las condiciones del confinamiento: se permitirá
mantener algunas armas para la defensa personal de los soldados y los jefes revolucionarios se
responsabilizan de su comportamiento bajo las leyes del estado boliviano. La Gran Marcha había
terminado. Una aureola de gloria se desprendía de la Columna y su jefe, Luis Carlos Prestes. En La
Gaiba (Bolivia) habría de permanecer más de un año. Trabaja como ingeniero y se preocupa de
organizar el retorno de sus soldados. Cada uno que lo hace regresa como un propagandista de la
Columna.
Luis Carlos Prestes
La vida de Prestes reconoce dos etapas fundamentales: 1) en la primera, su actividad como
jefe del movimiento revolucionario de 1924; 2) a partir de entonces, su adhesión al comunismo y su
actividad dentro de las filas del Partido Comunista del Brasil (1930). Dice Abguar Campos:
“Prestes, en el ‘24, no era comunista. Como todo teniente patriota, su mentalidad no pasaba los
límites de los ideales democráticos pequeño-burgueses. Como auténtico representante de la pequeña burguesía antifeudal es que Prestes se levantó en Río Grande del Sur al frente de sus tropas e
inició la Gran Marcha. No fue, pues, en el ‘24 el proletariado el que levantó el mito de Prestes, sino
la clase media de las ciudades. Los pueblos ignorantes y aturdidos del sertao veían en Prestes el
misterio de la audacia, de la vida, la grandeza y el atrevimiento do los hombres de las ciudades.
Nada más épico para la burguesía que ese Caballero de la Esperanza que desafiaba ejércitos,
6
Abguar Bastos. Prestes e a Revolucao Social. Colecao de Estudos Sociais. Editora Calvino, Río de Janeiro,
1946.
rompía un áspero territorio de ocho millones de kilómetros cuadrados, atravesaba, sin saber nadar,
centenares de ríos, recorría valles y cordilleras, rodeaba mesopotamias salvajes y florestas
sombrías”7
.
La niñez y adolescencia del joven militar habían sido amargas. Nacido en Porto Alegre el 3
de enero de 1898, hijo del teniente Antonio Pereira Prestes y de Leocadia Felizardo Prestes, su vida
fue la de un niño pobre, transcurriendo a través de los distintos traslados que hacía su padre. A los
diez años quedó huérfano de padre. Éste, militar, positivista, ateo, tenía una pequeña biblioteca
donde el niño haría sus primeras lecturas. Por las convicciones de los Prestes no fue bautizado, a
pesar de que su madre era católica. A los 11 años, en 1909, ingresó en el Colegio Militar, donde fue
siempre el primero de su clase. Posteriormente, en la Escuela Militar de Realengo, donde continuó
sus estudios, mantendría siempre esta primera colocación. Durante sus estudios en el Colegio
Militar recibió una gran influencia de su profesor de latín, el mayor médico doctor Joaquim da
Silva Genies. Culto y austero, católico militante, éste profesó hacia el joven alumno gran simpatía.
Bajo esta influencia aprendería el catecismo y haría la primera comunión. La conversión de Prestes
al catolicismo se produjo con la misma pasión con que años después renegaría de la religión y se
adheriría al comunismo. La Gran Marcha sería un factor decisivo en la transformación del joven
oficial que saldría de la Escuela Militar con el grado de teniente de ingeniería, en 1920.
Su primer destino fue prestar servicios en el Batallón Ferroviario, encargado de la
construcción de ramales del Ferrocarril Central del Brasil. Allí haría Prestes una gran experiencia
de convivencia con la población de la región y con sus propios soldados, a quienes se dedicó a
enseñar a leer y escribir. El estallido del 5 de julio de 1922, el primer levantamiento de los
tenientes, lo encontró nuevamente en Río de Janeiro, enfermo de tifus. Posteriormente se realizan
las elecciones donde Pessoa traspasará, fraudulentamente, el poder a Bernardes. Estalla el famoso
escándalo de la carta enviada por Bernardes a su líder de la Cámara: en ella ordena que compre a
todo el ejército, a todos los generales, porque todos –decía– se venden. La dignidad militar sufrió
un fuerte impacto.
Prestes, al reponerse del tifus, decide no asistir a la transmisión de poderes. Consigue una
licencia y poco después su transferencia a Río Grande del Sur. Trabaja allí corno fiscal en la
construcción de cuarteles, en el interior del Estado. Se encuentra con el negociado y la corrupción
más grande. Las rentas votadas para la construcción de los cuarteles son robadas por los políticos,
los materiales que se emplean son de calidad muy inferior a la que figuráis los comprados, etcétera.
Prestes denuncia una y otra vez, sin respuesta. Decide entonces ir a Río para hacer una denuncia
verbal. No lo escuchan. En cambio, la superioridad decide alejarlo.
Prestes es enviado a construir un trecho del ferrocarril que ligaría, en Río Grande del Sur,
la Villa de Santo Angelo a Conandahy. Allí se encuentra en el año 1924. Estalla la rebelión del general Isidoro Dias Lopes y Prestes subleva, el 29 de octubre, el Batallón de Ferroviarios de Santo
Angelo. Poco tiempo antes había pedido la baja del ejército, ya decidido a la conspiración. Vuelve
a vestir su uniforme militar, esta vez para realizar la Gran Marcha y emprender una nueva etapa de
su vida.
El Partido Comunista del Brasil
A diferencia de la mayoría de los Partidos Comunistas, surgidos de escisiones de izquierda
de la socialdemocracia, el Partido Comunista del Brasil se formó sobre la base de una escisión del
movimiento anarquista. Los anarquistas se dividieron con el triunfo de la Revolución Rusa en probolcheviques y anti-bolcheviques. Octavio Brandao era el principal dirigente del grupo pro-bolchevique; otros líderes destacados fueron Astrogildo Pereira, Antonio Canalla (dirigente de la huelga
textil de Río de 1919) y Roberto Morena.
7
Alberto J. Pla. “Nacionalismo, peronismo, América Latina”. Revista Polémica nº 73. Centro Editor de
América Latina, Buenos Aires, 1971.
El grupo pro-bolchevique funda en Río de Janeiro, en 1921, el Partido Comunista del
Brasil. En 1922 tiene 500 miembros; en 1924 apenas son 350. Sin embargo, los comunistas se
organizan sobre la base de la influencia enorme que ejerce sobre el movimiento obrero el triunfo de
la Unión Soviética. En 1925 se presentan por primera vez públicamente en una campaña electoral,
en Santos. Publican el periódico A Clase Operária y la revista teórica Movimento Comunista. El
periódico circula en una tirada de 9.500 ejemplares. En el movimiento obrero se produce la lucha
entre comunistas y anarquistas por la dirección de las organizaciones sindicales. La principal
organización controlada por los comunistas es la Confederación Sindicalista Cooperativista, cuyo
principal dirigente será Sarandy Reposo. Dura hasta 1924. En 1929 se realiza el segundo congreso
de la Federación de los Trabajadores de Río de Janeiro, donde se elige un comité para la
constitución de la Confederación General del Trabajo de Brasil. En 1927 los comunistas organizan
el Bloque Obrero y Campesino, con el cual se presentan con fisonomía electoral. El Bloque tuvo
dos candidatos al parlamento: Joao da Costa Pimenta y Azevedo Lima.
En 1928 el Bloque Obrero y Campesino presenta candidatos para el consejo municipal do
Río do Janeiro, En 1929 el Partido Comunista del Brasil sufre su primera división, a propósito del
cambio de orientación de la III Internacional con el llamado “Tercer período”. Se produce también
una escisión trotskista que arrastra a un importante sector de la juventud. El partido es pequeño y
sufre los efectos de la profunda crisis del movimiento comunista mundial que se vive en esos años.
AI Partido Comunista del Brasil llegan los reflejos de la lucha entablada en el equipo dirigente del
Partido Bolchevique, entre la Oposición de Izquierda encabezada por León Trotski, el compañero
de Lenin en la dirección de la Revolución Rusa, y la fracción dirigente encabezada por Stalin. El
triunfo de este último y las luchas internas en el primer estado obrero del mundo, que no viene al
caso tratar en este trabajo, tendrán efectos inmensos en la formación y desarrollo del Partido
Comunista del Brasil. Prestes se adhiere al comunismo precisamente en este periodo. Esta es le
clave para comprender el drama humano y político que halará de vivir la figura revolucionaria de
Prestes.
Prestes y los años ‘30
Por entonces se encuentra en la Argentina. Ha abandonado al fin La Gaiba, después que el
último de sus soldados parte rumbo a su hogar. En la Argentina todos los partidos políticos
brasileños buscan relación con el prestigioso dirigente, cuya fama ha trascendido los límites de
Brasil para proyectarse en toda América latina. Prestes todavía no tiene claro qué camino elegir.
Duda, vacila. Y trabaja. Se gana la vida cono ingeniero. En 1928 lo encontramos en Santa Fe,
construyendo una avenida de la ciudad. De allí viene su amistad con Oscar Creydt, el
revolucionario paraguayo. Él escribe: “Conocí a Luis Carlos Prestes en el año 1928 en la ciudad de
Santa Fe, República Argentina. Dirigía, en calidad de ingeniero, la construcción de una importante
avenida en esa ciudad, capital de la provincia de Santa Fe. Me habló de la situación económica del
Brasil, de la crisis del café, de la inestabilidad del régimen gubernativo imperante, demostrando una
fe serena en el porvenir. En esa época Prestes comenzaba a interesarse en la lectura de la literatura
marxista. Estaba en un periodo de análisis, de autoexamen, de crítica retrospectiva”. Un año
después regresa a Buenos Aires y conoce a Rodolfo Ghioldi, el dirigente comunista argentino.
En Brasil comienza a agitarse entonces la Alianza liberal. Era entonces presidente
Washington Luis, representante de los terratenientes del café y del imperialismo inglés. En las
elecciones próximas se preparaba a pasar el poder a Julio Prestes, otro candidato de la oligarquía,
por medio del fraude. Es el viejo juego que dura todo el período de la República Vieja. La Alianza
Liberal fue el resultado de una alianza entre algunos sectores urbanos de clase media y los
ganaderos de Minas y Río Grande del Sur, con interés en el mercado interno, que tenían intereses
divergentes dentro del sistema oligárquico. Es importante señalar que la burguesía nacional o
industrial, como fuerza política individualizada, estuvo prácticamente ausente en esta coalición que
daría por resultado la revolución de 1930. Las fuerzas de los sectores de clases medias fueron las
más importantes en el derribamiento del viejo régimen. Sin embargo, encontramos ya entonces
atisbos de conciencia nacionalista industrialista en sectores de la burguesía. En 1928 se funda el
Centro de Industrias de San Pablo. Su principal dirigente es Roberto Simonsen, quien formula en
un discurso el pensamiento de los nuevos sectores industriales que aparecen en escena: “La gran
industria, en todo el mundo en que se instala, trae como corolario el aumento de los salarios, el
abaratamiento relativo de los productos, el enriquecimiento social y el aumento de la capacidad de
consumo”.
Nace así candidatura de Getulio Vargas, entonces gobernador de Río Grande del Sur. Las
masas apoyan con simpatía esta candidatura, que reclama en su propaganda electoral el prestigio
del movimiento tenientista y el nombre mismo de Prestes y la Columna. La mayoría de los oficiales
que hicieron la Gran Marcha, por otra parte, ingresan a la Alianza Liberal. Se produce en esos años
la ruptura de la mayoría de los “tenientes” con Prestes, que se inclina hacia el Partido Comunista.
Ya antes de manifestar su adhesión pública al Partido Comunista, Prestes aparece junto a los
dirigentes comunistas argentinos en reuniones públicas, como las que organizaba la Liga
Antiimperialista. Prestes mantiene todavía contactos con los “getulistas”, que preparan una nueva
revolución ante la certeza del fraude electoral. Poco después cambia de opinión y lanza su famosa
proclama de mayo de 1930, en la cual manifiesta su adhesión al Partido Comunista del Brasil y
declara que la hegemonía de la revolución debe caber al proletariado. Es la etapa “ultraizquierdista”
de la Internacional Comunista, cuando se lanza la consigna de “Soviets o nada” en todas partes del
mundo. Prestes todavía duda, vacila. Luego del manifiesto de mayo sale con otra declaración en
julio de 1930. En ella propicia la formación de una nueva organización política formada por el
proletariado, el campesinado, la pequeña burguesía y la burguesía progresista.
Así piensa contrarrestar la influencia de la Alianza Liberal y preparar a su vez la
revolución. Vale la pena reproducir algunos pasajes del manifiesto de julio: “Ese documento (se
refiere al manifiesto de mayo, en el que adhiere públicamente al Partido Comunista brasileño)
declaró definitivamente concluido para los verdaderos revolucionarios aquel sistema de golpes
militares que inevitablemente, aun contra la voluntad de sus jefes iniciales y aparentes, llevarían el
movimiento a manos de la clase explotadora e imperialista y proclamó la supremacía indiscutible
de las propias masas explotadas a su ejecución”.
La ruptura con los “tenientes” es completa. Sólo unos pocos lo acompañan; entre ellos, Silo
Meireles. La Liga fracasa en poco tiempo y el Partido Comunista manifiesta su desconfianza hacia
ella. Se produce la revolución de 1930, que resulta victoriosa. Prestes no comprende la dinámica
del proceso abierto. Se guía por la orientación politica que hemos transcripto más arriba. Denuncia
las “traiciones” de In Alianza Liberal y centra su actividad en atacar el varguismo. Definitivamente
ya trabaja para el Partido Comunista del Brasil. Emigra a Montevideo. En mayo de 1931 escribe
otro manifiesto. “A todos los revolucionarlos y honestos, a la masa trabajadora que en este
momento de desilusión y desesperanza se vuelve hacia mí, sólo puedo indicar un camino: la
revolución agraria y antimperialista, halo la dirección del Partido del Proletariado, el Partido
Comunista del Brasil, sección brasileña de la Internacional Comunista”. Desde Montevideo prepara
su viaje a la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). Allí participará del séptimo congreso de la Internacional Comunista, donde resultará elegido miembro del Comité Ejecutiva Por
muchos años será el jefe máximo del comunismo brasileño pro-soviético. Reside en la URSS hasta
1934, en que comienza a preparar su regreso.
La revolución de 1930 termina con el dominio absoluto de la oligarquía. Comienza una
nueva etapa de un desarrollo de tipo nacionalista que procura organizar el desenvolvimiento
capitalista del país. Ésa será la política industrialista del “varguismo”. La característica esencial de
este movimiento es que no hay una participación popular de masas sobre la cual se asiente Vargas.
Es una revuelta desde la clase dirigente. “Es así que a pesar de su triunfo no se aprovecha de él para
golpear, sino para sus objetivos estratégicos de unidad nacional e industrialización. El centralismo
que intentará desde su gobierno será el resumen de esta ideología nacionalista, que se manifiesta
conio autoritarismo e incluso en algunos momentos con ribetes de tipo profascista”8.
Vargas hará esta política nacionalista paternalista buscando integrar a las masas al régimen,
en interés de la burguesía industrial y del desarrollo capitalista del Brasil. De allí sus
contradicciones y la politica conscientemente llevada a cabo para impedir la formación de
organismos de masas independientes, sindicatos por industria y una central obrera, todavía hoy
inexistente en Brasil. Esta política no logrará, sin embargo, cumplir con su objetivo histórico: el
desarrollo industrial la burguesía brasileña es demasiado raquítica para ello. De allí que la base de
todo el progreso de Brasil reside en la estatización de todas las fuentes de producción. Vargas la
intentará, pero fracasara en su objetivo final.
La Alianza Nacional Libertadora
Prestes regresa en abril de 1935, en compañía de su esposa, la alemana Olga Benario
Prestes. En marzo se ha fundado la Alianza Nacional Libertadora, que se opone al gobierno de
Vargas acusándolo de “fascista”. La Alianza Nacional Libertadora tendrá corta vida. La consigna
central que agita es la formación de un “Gobierno Popular Nacional Revolucionario”. Sostiene un
programa de gobierno con estos puntos:
-“Anulación y desconocimiento de lar deudas externas.
-“Denuncia de los tratados antinacionales con el imperialismo.
-“Nacionalización de los servicios públicos más importantes y de las empresas
imperialistas que no se subordinen a las leyes del gobierno.
-“Jornada máxima de trabajo de ocho horas, seguro social; jubilaciones, etcétera; aumento
de salario, salario igual por igual trabajo, garantía de salario mínimo, satisfacción de las
necesidades del proletariado.
-“Distribución entre la población pobre, campesina y obrera, de las tierras y utilización de
las aguadas expropiando sin indemnización a los imperialistas, a los grandes propietarios más
reaccionarios, incluso los de la Iglesia, que luchan contra la liberación del Brasil y la emancipación
de su pueblo.
-“Devolución de las tierras arrebatadas por la violencia a los indios.
“Por las más amplias libertades populares, por la completa liquidación de cualquier
diferencia o privilegio de raza, de color, de nacionalidad; por la más completa libertad religiosa y
separación de la Iglesia del Estado.
-“Contra toda y cualquier guerra imperialista y por la estrecha unión con las alianzas
nacionales libertadoras de los demás países de América latina y con las clases y pueblos
oprimidos”.
En un mitin del 5 de julio lanzan la consigna: “¡Todo el poder a la Alianza Nacional
Libertadora!”. El 11 el gobierno decreta la ilegalidad del movimiento y se implanta la “ley de
seguridad”. En el parlamento se levantan voces aisladas de protesta. Las contradicciones del
régimen de Vargas aparecen claramente en estas medidas. Por un lado, Vargas aplica un programa
nacionalista burgués que choca con los intereses del imperialismo inglés y yanqui. En interés de la
burguesía industrial hace una política bonapartista de concesiones a las masas, tratando de atraer a
la pequeña burguesía y al proletariado; por otra parte, reprime la oposición, de izquierda primero,
luego de derecha.
La política de Vargas será un populismo de tipo paternalista. Muchos puntos del programa
de la Alianza Nacional Libertadora serán aplicados por su gobierno. La burguesía brasileña,
empero, será incapaz de realizar su “despegue” económico. Vargas llevará adelante su política
utilizando la fuerza centralizada del Estado. De allí el carácter autoritario y con atisbos profascistas de la primera etapa de su gobierno. Los comunistas no comprenderán estas
contradicciones ni sabrán aprovecharse de ellas para impulsar el proceso revolucionario. Llevarán
adelante la política ultraizquierdista de “¡Todo el poder a la Alianza Nacional Libertadora!” y
participarán activamente del levantamiento de noviembre de 1935. La represión se desatará sobre
ellos con gran furia. Prestes, su esposa, decenas y centenares de militantes y dirigentes son
detenidos, torturados y encarcelados durante años.
Prestes saldrá de la cárcel en 1945. Olga Benario, su compañera, había sido deportada a
Alemania, y muerto allí en un campo de concentración nazi. Los errores políticos mellarán en gran
forma la autoridad del viejo dirigente de la Gran Marcha. Los comunistas obtendrán, sin embargo,
cerca de 600.000 votos en las elecciones de 1946, en gran parte por la autoridad de Prestes y los
efectos de la victoria de la URSS en la guerra mundial. Pero las masas y el proletariado no tomarán
al Partido Comunista como un centro para su organización politica. Serán los sindicatos los organismos que tendrán la función de centralizar y organizar el movimiento de masas y eventualmente
la base de la organización de un partido político del proletariado. Incluso los campesinos, luego de
la experiencia superada de las Ligas de Juliao, tenderán a buscar en los sindicatos agrarios su forma
de organización.
Prestes seguirá siendo hasta el presente el más destacado dirigente del Partido Comunista
del Brasil. Los cambios políticos muy profundos que se viven en la URSS y el movimiento
comunista mundial ejercerán en la vida del partido brasileño un enorme efecto.
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