PROLETARIOS DEL MUNDO UNÍOS. (003)
Reseñas de las organizaciones revolucionarias del mundo
Nota: Tercera entrega de la sección de este blooger llamada PROLETARIOS DEL MUNDO UNIOS , donde se publican artículos que den una reseña histórica de los movimientos revolucionarios emblemáticos que han hecho vida o hacen, alrededor del mundo; así como de sus órganos propagandísticos (periódicos, revistas, radios etc), esto con la finalidad de tener siempre viva la memoria histórica de nuestras luchas. estos artículos irán saliendo de acuerdo a alguna fecha histórica de la organización a reseñar. (entrega anterior: Pacto de Varsovia. Proxima entrega:Fracción del Ejército Rojo, Rote Armee Fraktion, RAF)
El Partido Comunista de Checoslovaquia (Komunistická strana Československa, KSČ)
El Partido Comunista de Checoslovaquia KSC Fue fundado en el Congreso constituyente del 14 al 16 de mayo
de 1921 en Praga, después de la escisión dentro del Partido Socialdemocrata Checoslovaco, el 12 de marzo de 1821 también ocurre una fractura dentro del Partido de los Trabajadores Alemán Socialdemócrata en la República Checoslovaca, dando origen al Partido Comunista de Checoslovaquia (División de Alemania) que luego en octubre del mismo año se fusiona con el KSC.
Partido Comunista de Checoslovaquia (División de Alemania), Sección de la Internacional Comunista ( alemán : Kommunistische Partei der Tschechoslowakei (Deutsche Abteilung), Sektion der Kommunistischen Internationale )
Karl Kreibich (1883-1966), fue fundador y líder principal de este partido, de origen alemán, nacido en la ciudad de Bohemia, Checoslovaquia. inicia su carrera política en el Partido de los Trabajadores Socialdemócrata de Austria; luego pasa a ser un líder de los sectores revolucionarios en las zonas de habla alemana en la ciudad de Bohemia, al finalizar la primera guerra mundial ingresa a la juventud del Partido de los Trabajadores Socialdemócrata Alemán en la República Checoslovaca (DSAP), llegando a ser diputado en representación de ese partido, en marzo del año 1921 se da la división del partido, naciendo el Partido Comunista de Checoslovaquia (División de Alemania), (influenciados por el Partido Comunista Aleman), con Kreibich como su presidente.
Karl Kreibich
Vladimir Ilich Lenin presionaba por la unificación de los revolucionarios checos en un solo partido comunista unificado, motivado a las disputas existentes entre distintas facciones de pequeños grupos muy divididos, en el Tercer Congreso de la Internacional Comunista celebrado en Moscu en Julio del año 1921, se dio la orden a los comunistas checos de unificarse en un solo partido, sin diferencia de nacionalidades, logrando así que el este partido se fusionara con el KSC.
Stalin reprendiendo a los comunistas checoslovacos por los métodos pasivos que aplicaban ante los desviacionistas
«¿Cómo se debe luchar contra el peligro de derecha en el Partido Comunista Checoslovaco? Esta cuestión nos lleva a la raíz misma de las discrepancias. Diríase que la lucha contra ese peligro debería ser lo más enérgica e implacable. Pero los comunistas checos proceden al revés. ¿Combate el camarada Smeral el peligro de derecha? Sí, lo combate. Pero de tal modo que, en vez de liquidar a los derechistas, en resumidas cuentas cultiva, apoya y protege a la derecha contra los golpes de la izquierda. Es un tanto peregrino, pero así es, camaradas. Ese es el segundo y principal error del camarada Smeral.
Juzgad vosotros mismos.
1. Es un hecho que existe el artículo del camarada Kreibich en favor del trotskismo. Es un hecho que este documento se conoce en los medios del Partido y que circula de mano en mano. Se hubiera debido sacarlo a la luz y pulverizar a su autor, pulverizarlo en el terreno ideológico ante los ojos de los obreros, para dar al Partido la posibilidad de comprender los peligros del trotskismo y educar a los cuadros en el espíritu del bolchevismo. Pues ¿qué es el trotskismo, si no el ala derecha del comunismo, el peligro de derecha? ¿Qué hizo en este caso el camarada Smeral? En vez de poner en conocimiento de todo el Partido el problema del trotskismo del camarada Kreibich, echó tierra al asunto, lo encubrió, lo metió entre los bastidores del Partido y allí lo «resolvió» a la chita callando, como uno de tantos «malentendidos». Con ello salieron ganando el trotskismo y el camarada Kreibich y salió perdiendo el Partido. En vez de combatir a los derechistas, se les protegió.
2. Se sabe que ciertos líderes de tres sindicatos –del transporte, de la madera y de la construcción– publicaron un documento pidiendo la independencia completa de los sindicatos respecto del Partido. Se sabe que este documento es un índice de que dentro de los sindicatos de Checoslovaquia hay numerosos elementos de derecha. Se hubiera debido analizar este documento ante los ojos del Partido y prevenir a éste contra el riesgo de que los sindicatos podían apartarse de él. ¿Qué hizo en este caso el camarada Smeral? Encubrió el asunto, retiró de la circulación el documento y lo ocultó así a las masas del Partido. Los derechistas quedaron intactos y el «prestigio del Partido», a salvo. ¡Y a eso se le llama combatir a los derechistas!
3. Se sabe que entre la minoría comunista del parlamento hay elementos derechistas. Se sabe que esos elementos suelen escapar a la dirección del Partido, tratando de contraponerse al Comité Central. del Partido. La lucha contra esos elementos es una necesidad imperiosa, particularmente ahora, particularmente en estas condiciones de calma. ¿Cómo combate el camarada Smeral este peligro? En vez de desenmascarar a los elementos derechistas de la minoría comunista, los toma bajo su defensa y los salva con una moción elástica sobre el reconocimiento de la dirección del Partido, aprobada tras una lucha interna, entre bastidores, al cuarto año de existencia del Partido. Y de nuevo salieron ganando los derechistas y salió perdiendo el Partido.
4. Por fin, el asunto de Bubnik. Debo decir, camaradas, que el período de calma no es un período sin acción alguna. El período de calma es un período de formación e instrucción de los ejércitos proletarios, el período en que se los prepara para la revolución. Pero los ejércitos proletarios sólo pueden ser instruidos en el curso de las acciones. La carestía de la vida, que últimamente se observa en Checoslovaquia, es una condición favorable para acciones de esa naturaleza. Se sabe que el Partido Comunista de Checoslovaquia hay aprovechado el momento: hace poco celebró varias manifestaciones contra la carestía. Se sabe que el comunista de derecha Bubnik, ahora expulsado del Partido, aprovechó también la ocasión y trató de malograr la acción de los obreros, golpeando al Partido por la retaguardia. ¿Que hizo el camarada Smeral para proteger al Partido del golpe que los derechistas le asestaban por la retaguardia? En vez de aprovechar caso» de Bubnik para desenmascarar implacablemente ante los ojos del Partido a todo el grupo de derecha, el camarada Smeral redujo la cuestión de principio referente a los derechistas al asunto individual de Bubnik, aunque todo el mundo sabe que Bubnik no está solo, que tiene partidarios, tanto en los sindicatos como en la minoría parlamentaria comunista y en la prensa. Al precio de un pequeño sacrificio –la expulsión de Dubnik–, salvó de la derrota al grupo de derecha en perjuicio de los intereses vitales del Partido Comunista de Checoslovaquia. ¡Y el camarada Smeral llama a eso táctica de lucha contra los derechistas!
El camarada Smeral califica esa táctica de «fina», de «delicada». Puede que efectivamente sea fina, pero no tiene nada que ver con la táctica bolchevique de lucha intransigente contra los derechistas; de eso no puede haber la menor duda. El camarada Smeral olvida que el proverbio dice: «la cuerda se rompe por lo más fino».
Ha olvidado que la fineza no puede ser garantía contra el fracaso. Y así ha ocurrido, como se sabe, pues esta «fina» táctica con la derecha ha reventado y se ha venido abajo a la primera prueba, cuando el grupo de Bubnik, alentado por esa táctica, estuvo a punto de hacer fracasar la reciente acción del proletariado checo. El fortalecimiento de los derechistas y la traición de Bubnik: tal es el balance de la táctica «fina» del camarada Smeral. Por eso opino que la táctica «fina» del camarada Smeral es una táctica de salvamento de los derechistas, una táctica de acentuación de la crisis, una táctica preñada del peligro de hundimiento del Partido.
¿Por qué se hundió la vieja socialdemocracia como partido revolucionario? Entre otras cosas porque Kautsky y Cía. emplearon de hecho la táctica «fina» de encubrir y salvar a los derechistas, la táctica «delicada» de «unidad y paz» con E. Bernstein y Cía. ¿Qué resultó de ello en resumidas cuentas? Resultó que en el momento crítico, en la víspera misma de la guerra, los socialdemócratas de derecha traicionaron a los obreros, los «ortodoxos» se convirtieron en prisioneros de la derecha y la socialdemocracia, en su conjunto, en un «cadáver viviente». Me parece que con el tiempo le puede ocurrir lo mismo al Partido Comunista de Checoslovaquia, si no substituís con rapidez y energía la táctica «fina» del camarada Smeral por la táctica bolchevique de lucha intransigente contra los grupos de derecha en el comunismo. No es que yo quiera poner en el mismo plano al camarada Smeral y a los socialdemócratas. Ni mucho menos. El es comunista, indudablemente; incluso puede que sea un comunista magnífico. Pero yo quiero decir que si no abandona su táctica «fina», caerá irremisiblemente en la socialdemocracia.
¿Cuál es la tarea inmediata del Partido Comunista de Checoslovaquia?
Su tarea inmediata es, al tiempo que combate las desviaciones «ultraizquierdistas», luchar enérgicamente contra el peligro de derecha, para aislar por completo a los derechistas y lograr su liquidación definitiva. La tarea del Partido y la salida de la crisis consisten en la unificación de todos los elementos del Partido verdaderamente revolucionarios, para acabar de una vez con los grupos de derecha. De otra manera, es imposible pensar en la bolchevización del Partido Comunista de Checoslovaquia.
Esto no significa todavía, naturalmente, la expulsión obligatoria de todos los elementos de derecha, del primero al último. La expulsión no es el medio decisivo en la lucha con la derecha. Lo principal consiste en pulverizar ideológica y moralmente a los grupos de derecha en el curso de una lucha de principios, incorporando a esa lucha a las amplias masas del Partido. Este es uno de los medios principales e importantes de educación del Partido en el espíritu del bolchevismo. A la expulsión debe llegarse, si realmente es necesaria, como consecuencia, natural de la derrota ideológica del adversario. En este sentido, los izquierdistas han cometido en Checoslovaquia un serio error, al apresurarse a expulsar a Bubnik. En vez de utilizar a fondo el «caso» de Bubnik y de ligarlo a los principios en que basan los derechistas su posición respecto de las acciones de masas, para desenmascarar la verdadera fisonomía de los derechistas, se dieron prisa a expulsarlo, cerrándose así todos los caminos para seguir en este terreno la ofensiva contra la derecha.
En cuanto a los derechos de la Komintern –Internacional Comunista– y a su intervención en los asuntos de los Partidos nacionales, estoy en completo desacuerdo con ciertos camaradas, que se pronuncian por la limitación de esos derechos. Se quiere que la Komintern se convierta en una organización supraestelar, que contemple impasible lo que ocurra en los distintos Partidos y que registre pacientemente los acontecimientos. No, camaradas, la Komintern no puede ser una organización supraestelar. La Komintern es una organización combativa del proletariado, está ligada al movimiento obrero con todas las raíces de su existencia y no puede por menos de intervenir en los asuntos de los distintos Partidos, apoyando a los elementos revolucionarios y combatiendo a sus adversarios. Naturalmente, los Partidos tienen su autonomía interna, los congresos de los Partidos deben ser libres y los comités centrales, elegidos en los congresos. Pero concluir de esto que se debe negar a la Komintern el derecho a dirigir y, por tanto, a intervenir, significa trabajar para los enemigos del comunismo.
Finalmente, acerca del camarada Kreibich. Me parece que todo su discurso encierra el designio de asustar a alguien con la amenaza de escisión. No toquéis –ha dicho– a los derechistas de Brünn, si no queréis que las cosas vayan mal; no los combatáis o habrá escisión. Eso ya lo veremos. Pero que el camarada Kreibich no trate de asustarnos, porque de ningún modo lo conseguirá. Debe saber que somos gente fogueada y que la amenaza de escisión no nos intimida. Y si se le ocurre pasar de las amenazas a los hechos, me atrevo a asegurarle que el único en sufrir las consecuencias será él y nadie más que él.
Resumo. Hay crisis en el Partido: Las causas de la crisis no despiertan dudas. El peligro principal viene de la derecha. La tarea consiste en sostener contra ese peligro una lucha enérgica e intransigente. La salida de la crisis está en la unificación de todos los elementos revolucionarios del Partido para acabar por completo con los derechistas.
Hay que utilizar el período de calma para fortalecer el Partido, bolchevizarlo y lograr que esté «siempre preparado» para hacer frente a toda clase de posibles «complicaciones» pues «no se sabe el día ni la hora» en que «vendrá el esposo», abriendo el camino a un nuevo ascenso revolucionario». (Iósif Vissariónovich Dzhugashvili; Stalin; Sobre el Partido Comunista de Cheoslovaquia; Discurso en la Comisión Checoslovaca del Comité Ejecutivo de la Komintern, 27 de marzo de 1925)
Klement Gottwald (1896 - 1953)
Líder histórico del KSC, aliado de Jose Stalin, nació en la ciudad de Moravia, Descendiente de campesinos, se inicia en el órgano juvenil del Partido Socialdemocrata Checoslovaco en 1912. Fue llamado por el Ejército austriaco durante la primera guerra mundial de donde, desertó. Al finalizar la guerra y de regreso a su patria, se enfila en el ejercito de la naciente República Checa, como miembro del partido socialdemocrata, se alinea con el ala de izquierda en el partido, estando al frente de esta facción, es el protagonista principal de la división de los socialdemocratas que da origen al Partido Comunista de Checoslovaquia (KSC).
La primera responsabilidad que asume en el naciente partido comunista es de director de su órgano de prensa llamado Rude Pravo (La Ley Roja o El Derecho Rojo), luego ingresa al Comité Central del partido, hasta convertirse en su secretario general en el año 1927, es electo diputado y secretario general de la Internacional Comunista.
Al estallar la Segunda Guerra Mundial y la ocupación nazi a la República Checa, Gottwald se traslada a la Unión Soviética, luego del triunfo soviético sobre la Alemania nazi decide retornar Checlosovaquia, donde retoma la presidencia de la república Edvard Beneš, un político nacionalista de tendencia socialdemocrata, que ya había sido electo antes del comienzo de la guerra y Gottwald como Vicepresidente. En 1947, Benes aceptó el Plan Marshall ofrecido por los Estados Unidos, provocando la reacción adversa de la Unión Soviética, en febrero del año 1948, el KSC con Gottwald al frente lidera una insurrección militar y popular para sacar del poder al socialdemócrata Benes, conocida como FEBRERO VICTORIOSO y es aclamado como presidente de la República Checa con el total apoyo y respaldo de líder soviético Jose Stalin, Seguidamente, Gottwald promulgó una nueva Constitución, puso en práctica una reforma agraria profunda, nacionalizó la gran mayoría de las empresas checas y puso en marcha en primer plan quinquenal checo (1948-1953).Gottwald cogió un grave resfriado cuando asistía a los funerales de Jose Stalin, el 9 de marzo de 1953, muriendo 5 días más tarde en Praga.
Klement Gottwald a los socialdemocratas:
Klement Gottwald a los socialdemocratas:
"Los jefes reaccionarios asustaban a los obreros socialistas con este argumento: el programa revolucionario y la política de los comunistas echan a los campesinos y a las capas medias de la ciudad en brazos del fascismo. Que la colaboración de los socialistas con los comunistas no haría más que acentuar este peligro.
A esto replicamos: la verdad es todo lo contrario. Es la política de coalición de los partidos socialistas con la burguesía la que echa a los campesinos y a las capas medias de la ciudad en brazos de los demagogos fascistas. ¿Por qué? Porque los socialistas gubernamentales respaldan, apoyan y comparten los ataques de la burguesía contra los campesinos trabajadores y las capas medias de la ciudad, porque con ello se compromete toda la clase obrera a los ojos de estas capas intermedias, porque con ello estas capas medias pierden la fe en la clase obrera, se apartan de ella y se echan fácilmente en brazos del primer aventurero fascista que llega. En cambio, el restablecimiento de la unidad de acción de la clase obrera y la lucha en común no sólo por las reivindicaciones de los obreros, sino también por los intereses de los campesinos trabajadores y de la pequeña burguesía urbana, facilitarían la incorporación de estas capas sociales al movimiento de la clase obrera y la formación de un potente frente popular de todos los trabajadores contra el puñado de bandoleros capitalistas. A la demagogia fascista se la privaría de base con esto". (Klement Gottwald; Por la aplicación acertada de la línea del VIIº Congreso de la Komintern, 1936)
Klement Gottwald y Stalin
Rude Pravo
Rudé právo (castellano: La Ley Roja o El Derecho Rojo) era el periódico oficial del Partido Comunista de Checoslovaquia. Su sucesor es el diario Právo.
Fue fundado en 1920 por el ala izquierda de los socialdemócratas a partir de su antiguo diario Právo lidu (El Derecho del Pueblo). Durante las décadas de los 20 y los 30 del siglo XX fue habitualmente censurado e incluso temporalmente cerrado por los gobiernos de la Primera República de Checoslovaquia. En el otoño de 1938 el Partido Comunista fue ilegalizado y durante la ocupación alemana del país y la Segunda Guerra Mundial el periódico se distribuyó de manera clandestina. Tras la toma del poder por parte de los comunistas en 1948 se convirtió en el primer diario del país, el equivalente checoslovaco del soviético Pravda. Su equivalente en Eslovaquia era el periódico Pravda. Rudé právo tenía una circulación de más de un millón de ejemplares diarios, convirtiéndole en el periódico más leído de Checoslovaquia. La influencia del Partido Comunista en la sociedad hacía que esto fuese posible al considerar al órgano oficial con preferencia en kioskos y fomentando la suscripción regular en el ejército, oficinas y fábricas.
Tras la Revolución de Terciopelo de 1989, el Rudé právo fue transformado: varios de sus editores fundaron una nueva empresa sin vinculación con el Partido pero asegurándose su base de lectores. El nombre fue abreviado a Právo (La Ley o El Derecho), coloquialmente llamado El Naranja por el color de su título. Sigue una línea editorial de izquierdas y tiene una circulación (verano de 2004) de 180.000 ejemplares diarios, por lo que es el segundo de los diarios de la República Checa.
Actualmente, el Partido Comunista de Bohemia y Moravia publica el diario Haló noviny, que originalmente era el nombre de la revista semanal de Rudé právo. Así mismo publica el semanal Naše pravda (Nuestra Verdad), como órgano oficial del Partido.
Fue fundado en 1920 por el ala izquierda de los socialdemócratas a partir de su antiguo diario Právo lidu (El Derecho del Pueblo). Durante las décadas de los 20 y los 30 del siglo XX fue habitualmente censurado e incluso temporalmente cerrado por los gobiernos de la Primera República de Checoslovaquia. En el otoño de 1938 el Partido Comunista fue ilegalizado y durante la ocupación alemana del país y la Segunda Guerra Mundial el periódico se distribuyó de manera clandestina. Tras la toma del poder por parte de los comunistas en 1948 se convirtió en el primer diario del país, el equivalente checoslovaco del soviético Pravda. Su equivalente en Eslovaquia era el periódico Pravda. Rudé právo tenía una circulación de más de un millón de ejemplares diarios, convirtiéndole en el periódico más leído de Checoslovaquia. La influencia del Partido Comunista en la sociedad hacía que esto fuese posible al considerar al órgano oficial con preferencia en kioskos y fomentando la suscripción regular en el ejército, oficinas y fábricas.
Tras la Revolución de Terciopelo de 1989, el Rudé právo fue transformado: varios de sus editores fundaron una nueva empresa sin vinculación con el Partido pero asegurándose su base de lectores. El nombre fue abreviado a Právo (La Ley o El Derecho), coloquialmente llamado El Naranja por el color de su título. Sigue una línea editorial de izquierdas y tiene una circulación (verano de 2004) de 180.000 ejemplares diarios, por lo que es el segundo de los diarios de la República Checa.
Actualmente, el Partido Comunista de Bohemia y Moravia publica el diario Haló noviny, que originalmente era el nombre de la revista semanal de Rudé právo. Así mismo publica el semanal Naše pravda (Nuestra Verdad), como órgano oficial del Partido.
La posición de los comunistas en torno a las cuestiones del ejército en las democracias burguesas
«Una confusión todavía mayor, si cabe, tenían que producir en las cabezas de los obreros algunas manifestaciones de diversos órganos del Partido Comunista de Checoslovaquia en punto a los problemas del ejército y de los armamentos. Indudablemente, nuestro partido obró acertadamente al intervenir en los asuntos del ejército. Indudablemente, el Partido Comunista de Checoslovaquia obró y obra acertadamente al plantear una serie de reivindicaciones concretas encaminadas a la democratización del ejército, y cuya realización puede entorpecer el abuso del ejército por el fascismo. El proletariado tiene el máximo interés en que, en la lucha contra el fascismo, el ejército no esté al lado de los fascistas, sino al lado de sus adversarios. Sería una miopía y un error funesto el que la clase obrera se desinteresase de lo que ocurre dentro del ejército y con el ejército. Ha sido y es, por tanto absolutamente acertado reclamar medidas para la democratización del ejército y luchar porque éste no se convierta en un hogar de reacción y de fascismo. Pero el aprobar la política de armamentos que mantiene el actual gobierno y el clamar incluso por el refuerzo de los armamentos, es algo completamente falso e inadmisible desde el punto de vista obrero. Y, sin embargo, se ha hecho:
«Ningún trabajador honrado de nuestra república está hoy en contra del ejército ni en contra de los armamentos. ¡El ejército merece lo mejor de todo, y si no tenemos más remedio que armarnos contra el fascismo que nos amenaza vamos todos con las armas en la mano. ¡Y queremos que estas armas sean las más posibles, que sean las mejores! El señor ministro de la Defensa Nacional presentó en la Comisión de Defensa el programa de las peticiones materiales formuladas por la dirección del Ejército. ¡Eran muchas, pero son necesarias! Si no fuesen las ganancias que tiene que embolsarse la sociedad de los hijos y los yernos, el ejército tendría en vez de un cañón, suministrado por los patrióticos fabricantes checoslovacos de armamentos, dos cañones; en vez de un aeroplano, dos; dos ametralladoras en vez de una. Todos tenemos que hacer sacrificios por el ejército. Tienen que hacer sacrificios los obreros, los pequeños industriales, los campesinos, los empleados del Estado, los funcionarios. También tendrán que sacrificar sus vidas en la guerra. Pero quieren tener la seguridad de que a costa de sus duros sacrificios nadie se embolse cientos de millones». (Artículo del diario «Rudé Právo»; órgano oficial del Partido Comunista de Checoslovaquia, 27 de noviembre de 1935)
Si uno no lo viese con sus propios ojos, no creería que en un periódico comunista pudieran publicarse cosas como ésta. Y, sin embargo, esto se publicó en el «Rudé Pravó», órgano central del Partido Comunista de Checoslovaquia. El autor del citado artículo era, manifiestamente, un elemento extraño, enemigo del proletariado y del partido. Es cierto, en verdad, que en otras manifestaciones del partido no se llega a estas espantosas tergiversaciones de los principios de clase. Pero el hecho de que después de aparecer una cosa tan inaudita no se expulsase inmediatamente del partido a su autor con látigo de hierro, como a un agente del enemigo de clase, revela que dentro del partido no había una posición clara, consecuente, bolchevique en cuanto al ejército. Parece que los camaradas han olvidado alguna de las cosas fundamentales: el problema del carácter de clase del ejército, que el carácter de clase del ejército lo decide el hecho de que clase tiene el poder en sus manos, que el ejército burgués es un ejército burgués y sigue siendo por tanto, un instrumento de opresión de la burguesía, aun cuando el gobierno sea un gobierno burgués no fascista, en el que participan incluso socialistas; y que, por tanto, la clase obrera no puede conceder armamentos y medios a tal ejército y a tal gobierno, si no quiere traicionar sus propios intereses de clase. En vez de explicar pacientemente a los obreros todo esto, el Partido Comunista de Checoslovaquia consintió manifestaciones inauditas como la que citamos más arriba.
Los camaradas se rindieron, manifiestamente, en este caso a las campañas de agitación del adversario. Este escribía en todos los tonos: «Si los comunistas son efectivamente partidarios de la defensa de la república, no tienen más remedio que votar el presupuesto del ejército. Pues ¿cómo de otro modo vamos a defender la república?». Y esto, visto superficialmente, parece lógico. Pero sólo si se mira superficialmente. La realidad es otra. El pueblo trabajador de Checoslovaquia quiere defender su país contra Hitler y los demás fascistas extranjeros. ¿Puede confiarse para esto en la burguesía? No puede, absolutamente no. No hablemos de la burguesía alemana y húngara, cuyas relaciones amistosas con Hitler y Horthy son harto conocidas. Hablemos de la burguesía checa y eslovaca. ¿No conspiran ya hoy con Henlein los Kramar, Strshibrny, Stoupal y Klinka, y no guiñan ya el ojo a Berlín? ¿No hay en el actual gobierno fuertes corrientes reaccionarias que abogan por la creación de un amplio bloque reaccionario que apoderándose del gobierno iniciaría una política interior y exterior a gusto de los Kramars, es decir, orientada hacia Berlín? ¿Acaso los partidos socialistas gubernamentales no impulsan estas aspiraciones reaccionarias con su política de colaboración de clases, su eterna capitulación ante la reacción y su repulsa contra el frente único? ¿Y no existe, como resultado de toda esto, el peligro de que los que hoy más claman acerca de la defensa de la república, un buen día vendan al Berlín de Hitler esta república con todos sus atributos, incluyendo, por tanto, el ejército? ¿Cómo puede el pueblo trabajador defenderse contra este peligro? No tiene, manifiestamente, más que un camino: concentrando sus fuerzas en un frente popular antifascista, oponiéndose a la burguesía dominante, aislando a ésta dentro del pueblo y dificultándole la posibilidad de abusar del poder armado contra los intereses del pueblo: es decir, sólo desplegando la lucha de clases contra la burguesía. Pero ¿qué significa, bajo las actuales condiciones, votar por el presupuesto militar del actual gobierno? Significa darle confianza a éste, renunciar a la lucha de clases, y en último término, poner incluso el destino de la independencia nacional en manos de quienes no son los llamados a defenderla.
Por tanto, precisamente porque abogamos realmente por la defensa de la república contra el fascismo de dentro y de fuera, no queremos votar al actual gobierno ni a la burguesía dominante recursos financieros para comprar armamentos; porque sabemos que, en manos de la burguesía, se emplearán algún día no sólo contra los intereses de clase, sino también contra los intereses nacionales del pueblo trabajador. Por eso decimos a los obreros y a todo al pueblo trabajador: que su lucha contra el fascismo de fuera no puede ser tampoco en el fondo, más que una lucha de clases contra su propia burguesía. Y una parte de esta lucha de clases contra la propia burguesía es la lucha por la democratización del ejército, para barrer de él los nidos del fascismo, para que los soldados obtengan todos los derechos de ciudadanía, para que el ejército se sienta animado en sus sectores fundamentales de espíritu combativo antifascista, para que el fascismo no logre abusar del ejército para los aventureros nacionales y extranjeros.
En la determinación de la actitud ante el gobierno, ante el Estado burgués y ante el ejército, acaso algunos camaradas se han dejado extraviar por las relaciones que actualmente median entre Checoslovaquia y la Unión Soviética. La Unión Soviética se halla en la actualidad unida a Checoslovaquia por un tratado de asistencia mutua. ¿Acaso esto hace cambiar las relaciones entre el proletariado y la burguesía dentro de Checoslovaquia? En modo alguno. Los intereses del proletariado soviético son los mismos del proletariado mundial. Sin embargó las formas y los métodos de su defensa pueden ser diferentes. La razón de esto está en que el proletariado de la Unión Soviética actúa y procede como clase dominante, y el proletariado de los demás países, por el contrario, como clase oprimida. En este caso concreto, el gobierno de la Unión Soviética firmó un tratado con la burguesía dominante de Checoslovaquia con el fin de prolongar la paz. Esto cae de lleno dentro del interés del pueblo trabajador de todos los países. Pero el proletariado oprimido de Checoslovaquia, no selló con la burguesía dominante de Checoslovaquia ningún pacto para asegurar, digamos, la paz civil. Y la burguesía dominante de Checoslovaquia no selló con el proletariado checoslovaco, ningún pacto de que ella no utilizará el ejército contra el proletariado. El interés del proletariado checoslovaco es, y sigue siendo, sacudir tan pronto como sea posible el yugo capitalista, lo mismo que el interés de la burguesía sigue siendo mantener en la servidumbre al proletariado de Checoslovaquia, explotarlo y oprimirlo. De donde se desprende: que la correlación de clases entre el proletariado y la burguesía de Checoslovaquia no cambia por efecto de un tratado del gobierno burgués checoslovaco con la Unión Soviética. Y esto se refiere también, naturalmente, al ejército, quien diga «nuestro» ejército, es decir, el ejército checoslovaco, es hoy un aliado del Ejército Rojo; por tanto, debéis aprobar el presupuesto militar, simplifica la cosa. No, la cosa no es tan sencilla.
El pueblo trabajador sólo puede confiar un ejército a un gobierno que sea un verdadero gobierno del pueblo. ¿Acaso lo es el actual gobierno de coalición de Checoslovaquia? Nada de eso; todo el mundo sabe que no lo es. Por eso la «amistad» con el Ejército Rojo no va tampoco muy allá. Fijémonos en un solo caso. El hecho de que un antiguo general en activo de Koltchak, el general Wojtzeehovsky, sea gobernador militar de Bohemia, es una prueba contundente de que el ejército checoslovaco no está dirigido y administrado en interés del pueblo, y es también una prueba contundente de que ese ejército no es «nuestro» ejército, es decir, el ejército del pueblo trabajador. Cuando hayamos conseguido que el ejército sea realmente nuestro ejército, el ejército del pueblo trabajador, el verdadero aliado del ejército rojo; entonces no tenéis más que mirar a la Unión Soviética y ver lo que el pueblo trabajador bajo la dirección de los bolcheviques es capaz de hacer en punto a su poder defensivo. Pero frente a vosotros caballeros, sigue en pie la vieja norma: «Ni un hombre ni un céntimo». (Klement Gottwald; Por la aplicación acertada de la línea del VIIº Congreso de la Komintern, 1936)
Febrero Victorioso
«Que nadie se deje engañar si esas gentes han repetido de cuando en cuando incluso que, por ejemplo, ellos no tenían intención de abolir la nacionalización, que la alianza con la Unión Soviética está fuera de toda discusión, y así sucesivamente. Ese es el procedimiento de cada contrarrevolución. Cada contrarrevolución no habla de sus objetivos finales y no muestra sus cartas sino progresivamente. La contrarrevolución quiere siempre en primer lugar el paso del poder a su favor, es del poder de lo que se trata simplemente para ella. Hacerse dueña del poder; eso significa para ella una victoria total. Con ello recupera la libertad para ejecutar sus planes contrarrevolucionarios hasta el fin. Lo mismo sucedió en el caso checoeslovaco». (Klement Gottwald; Programa de acción del nuevo gobierno Checoslovaco, 10 de marzo de 1948)
Manifestantes Comunistas en Praga, durante la rebelión de febrero de 1948
Uno de los momentos, sin duda, más interesante de la historia de la Checoslovaquia fueron los acontecimientos de febrero de 1948. La historiografía burguesa, ha intentado como en otras ocasiones, deformar los hechos. Se ha intentado catalogar los hechos de febrero como un golpe de Estado comunista, que liquidaba la democracia burguesa. No obstante, la historia es bastante diferente por varias causas:
–Primero porque no era una república burguesa al uso, sino una democracia popular dónde los comunistas ya tenían el liderazgo, en donde no había posibilidad de votar a partidos fuera del Frente Nacional;
–Segundo, porque la crisis no fue provocada por los comunistas, que simplemente seguían aplicando sus medidas económicas programadas en el programa de 1946 del Frente Nacional, sino por la reacción que no podía soportar por más tiempo las políticas del gobierno que afectaba su propia existencia.
Cierto es, que los comunistas checoslovacos habían tenido un partido muy combativo durante los años treinta, con bastante influencia entre las masas trabajadoras, incluso en las elecciones burguesas se reflejaba su poderío. En las elecciones parlamentarias de mayo de 1935 fue el cuarto partido más votado, con un 10%, quién sacó el mayor número de votos en esas elecciones fue el partido nazi de Konrad Helein conocido como el Partido Alemán de los Sudetes con un 15%, y aunque las elecciones burguesas no muestran nunca el poder real del partido comunista en la sociedad y en las masas trabajadoras, era igualmente un dato bastante indicativo.
El Partido Comunista de Checoslovaquia fue uno de los pioneros en poner en práctica la táctica del frente popular antifascista, en un momento en que el fascismo local e internacional amenazaba al país. Klement Gottwald presentó el 7 de agosto de 1935 un gran informe en dicho congreso que reorganizaba la línea del partido según las necesidades contemporáneas, el discurso sería conocido como: «Por el frente popular del trabajo, la libertad y la paz». Poco después en el VIIº Congreso del Partido Comunista de Checoslovaquia de 1936, en otro de sus grandes informes, señaló las distorsiones derechistas que algunos miembros del partido estaban haciendo de la estrategia y táctica del partido respecto al fascismo en oposición a la línea de la Komintern. Las orientaciones del VIIº Congreso de la Komintern de 1935, y toda esta experiencia práctica durante los años treinta, fue muy bien utilizada antes, durante y al término de la Segunda Guerra Mundial. La claudicación de la burguesía local y extranjera respecto a Checoslovaquia en los Acuerdos de Múnich en 1938, y la indiferencia internacional respecto a la invasión directa del país en 1939, dejó al país bajo la ocupación nazi hasta 1945. Tras el avance del Ejército Rojo Soviético frente al fascismo, sucedió que:
«El entusiasmo popular suscitado por los ejércitos soviéticos de liberación benefició al Partido Comunista de Checoslovaquia. Los checoslovacos, amargamente decepcionados con el Oeste por los Acuerdos de Múnich de 1938, respondieron favorablemente tanto a los comunistas como a la alianza soviética. Los comunistas se aseguraron una fuerte representación en los comités nacionales de elección popular, los nuevos órganos de la administración local. El Partido Comunista de Checoslovaquia organizó y centralizó el movimiento sindical; de 120 representantes en el Consejo Central de Sindicatos, 94 eran comunistas. El partido trabajó para adquirir una membresía masiva, incluyendo campesinos y la pequeña burguesía, así como en el proletariado. Entre mayo de 1945 y mayo de 1946, la membresía del partido creció de 27.000 a más de 1,1 millones». (Ihor Gawdiak; Checoslovaquia; un estudio de país, 1989)
Los comunistas checoslovacos se encargaron de crear un poder de presentación popular bajo los comités nacionales a nivel local, distrito y condado, y estos estaban regidos por el centralismo democrático, y como los soviets soviéticos otorgaron a las masas un poder no sólo legislativo sino ejecutivo –la constitución del 8 de mayo 1948 remarcaría esto último–:
Los marxista-leninistas checoslovacos hablaban así de la necesidad de junto al hecho de establecer la dictadura del proletariado, crear el poder soviético –la red de comités nacionales como se llamaban en Checoslovaquia– como los medios de organización estatal para el proletariado y el total de las masas explotadoras para romper con la vieja máquina del Estado burgués:
Tras la Segunda Guerra Mundial, pese al ascenso de los comunistas checoslovacos, estos no tenían poder suficiente para tomar el poder sin más, pero se presentó la ocasión de seguir liderando un gobierno de coalición de corte progresista que cumpliera las funciones que resolverían las tareas de corte antifeudal, antimonopólicas, antifascistas. Este gobierno seguía estando representado en el Frente Nacional; un frente popular de posguerra con varios partidos antifascistas y varias organizaciones de masas –entre los partidos más importantes figuraban: el Partido Comunista de Checoslovaquia, el Partido Demócrata, el Partido Socialdemócrata Checoslovaco, el Partido Nacional Socialista, el Partido Popular Checoslovaco, el Partido del Trabajo, el Partido de la Libertad etc–. La oportunidad de que este tipo gobierno se formara ya fue anunciada por Georgi Dimitrov en el VIIº Congreso de la Komintern de 1935 en sus tesis antifascistas sobre el posible gobierno ante una crisis de la burguesía:
El gobierno checoslovaco prohibió desde 1945 varios partidos políticos colaboracionistas y emprendió las primeras reformas económicas como fueron las primeras nacionalizaciones –sobre todo de checoslovacos y alemanes colaboracionistas–:
En 1945-46, se realiza una nacionalización parcial a la gran industria. Hasta 1948 el número de obreros y de empleados del sector nacionalizado no pasa del 66% Y la reforma agraria, algo pendiente en dicho país desde la insatisfactoria reforma de 1919 que favoreció a los terratenientes:
«Influencia del partido comunista en el campo creció considerablemente después de la confiscación de las tierras pertenecientes a los alemanes, colaboradores y traidores checoslovacos. La tierra en las regiones fronterizas checas que anteriormente pertenecían a los alemanes fue dada a los campesinos, a diferentes tipos de 8 a 13 hectáreas por familia y a un precio casi el doble de la cantidad pagada por un cultivo anual. A finales de 1945, más de 100.000 hogares campesinos habían recibido tierras. Los campesinos vieron por sí mismos que el partido de la clase obrera por sí solo, el partido comunista era el campeón coherente de los labradores de la tierra. (...) Una política de precios especial fue otros de los importantes medios utilizados por el Partido Comunista de Checoslovaquia para ganarse en los campesinos la influencia política que tenían en los agraristas. En 1945, cuando se fijaron los precios de los productos agrícolas, el partido comunista, a pesar de la oposición de todos los otros partidos en el frente popular, tuvo éxito en la introducción de precios diferenciales para los productos agrícolas. Los precios más altos se fijaron para los campesinos con las tenencias de no más de 20 hectáreas y estas medidas comprendían a alrededor del 96 por ciento de los campesinos; los agricultores que poseían de 20 a 50 hectáreas se les pagó a precios más bajos, mientras que los propietarios que poseían más de 50 hectáreas recibieron los precios más bajos por sus productos. Al mismo tiempo, durante la reforma del comercio en el otoño de 1945, el partido comunista consiguió una nueva relación de precios entre la carne y los productos lácteos y los cereales en favor de los primeros. Pulsando en ello el partido comunista procedía del hecho de que la ganadería constituye la principal fuente de ingresos para los pequeños y medianos campesinos, mientras que la cosecha de grano es la principal fuente de ingresos para los terratenientes. (...) La solidez de la política agraria del partido comunista se confirmó durante las elecciones generales de 1946, el partido comunista se convirtió en el partido más fuerte en el campo checo». (Antonin Nedved; La política agraria del Partido Comunista de Checoslovaquia, 1948)
A partir de las elecciones parlamentarias de mayo de 1946, los comunistas conseguirían el 31% de los votos, ganando 93 de los 300 escaños, estas elecciones ya dejaban ver el trabajo político encaminado a eliminar cualquier posible oposición, en las elecciones sólo era posible votar por los miembros del Frente Nacional, no existía oposición política posible en el voto, lo que indicaba la diferencia en el sistema electoral con las elecciones burguesas de Occidente. Se formó gobierno con 26 ministros: 9 comunistas, 3 socialdemócratas, y el resto de los 12 de los partidos llamados no pro comunistas y 2 independientes; Klement Gottwald del Partido Comunista de Checoslovaquia es elegido Primer Ministro y Edvard Beneš del Partido Nacional Socialista Presidente. El nuevo triunfo de los comunistas en las elecciones, sumado a las medidas ya aplicadas en la economía, dio un impulso a los planes de transición al socialismo como el plan de dos años para la planificación económica que cubría 1947 y 1948, algo necesario para empezar a tomar experiencia en la planificación económica, ya que no hay independencia económica sin socialismo y no hay independencia económica sin planificación.
En verano de 1947, se rechazó el Plan Marshall estadounidense, pese a la disposición de algunos miembros del Frente Nacional y sus partidos a aceptar el capital extranjero del imperialismo estadounidense; este hecho demuestra por hasta qué punto los comunistas dominaban el Frente Nacional. Precisamente, los diferentes sucesos de 1947, sobre todo económicos, agudizaron las contradicciones entre los diferentes partidos del Frente Nacional, ya que por supuesto, muchos de estos partidos estaban siendo invadidos por miembros de otros viejos partidos ahora ilegalizados:
«Hay que tener en cuenta que el Partido Agrario estaba muy bien organizado. La gran red de trabajo que hizo en las cooperativas rurales sigue siendo el baluarte de la burguesía agraria, incluso después de la prohibición del partido. Por otra parte, los ex líderes agrarios pronto encontraron un nuevo baluarte político en ciertos partidos del frente popular, y principalmente en el Partido Nacional Socialista. Incluso en 1945, este partido abrió ampliamente sus puertas a los ex líderes agrarios, y durante las elecciones generales de mayo 1946 avanzó bajo el lema del ex Partido Agrario. Otras partidos, también, incluidos los socialdemócratas, se mantuvieron en las cuestiones de política agraria como instrumentos de los antiguos agraristas». (Antonin Nedved; La política agraria del Partido Comunista de Checoslovaquia, 1948)
Por otro lado, añádase que era inevitable la confrontación con los miembros de las clases explotadoras que si bien habían tenido un correcto papel durante la lucha de liberación nacional, con el progresivo avance económico hacía el socialismo su propiedad sobre los medios de producción obstaculizaba dicho tránsito, era pues inevitable, que muchos de estos elementos abandonaran el «barco del proceso». Esto respondía a la tesis marxista-leninista de que cuando se liquida las tareas antifeudales, antifascistas, y antimonopólicas, y se avanza hacía la construcción del socialismo, cambian los objetivos, en tanto los aliados del partido comunista cambian, esto no puede ser evitado, estancarse una vez acabada esta etapa significa ser un adocenado liberal, un defensor de la burguesía y el capitalismo, en consecuencia un contrarrevolucionario activo de las fuerzas retardatarias.
Igualmente los hechos de 1947 y 1948 en Checoslovaquia como vemos, respondían del mismo modo a la tesis marxista-leninista que según se avanza la construcción del socialismo –en todos sus campos– cada vez es más enconada la resistencia de las clases explotadoras
En los partidos gobernantes de Europa del Este casi todos parecieron reaccionar ante este tipo de ilusiones después de la creación de la Kominform en septiembre de 1947 –que corrigió varias desviaciones en los diferentes partidos– y sobre todo después del descubrimiento del revisionismo yugoslavo en junio de 1948 –que hizo replantearse a muchos comunistas las tesis revisionistas que pululaban en el propio partido–, pero por suerte, los checoslovacos tuvieron su particular bautismo de fuego con las consecuencias de permitir un aflojamiento en la lucha de clases, como fueron los sucesos de febrero de 1948. Y en honor a la verdad, hay que decir, que no pecaron precisamente de sufrir durante ellos dubitaciones o cobardía.
La llamada crisis del 20 al 25 de febrero de 1948 se suele decir que se inició con la sustitución de ocho miembros del Cuerpo de Seguridad Nacional de Praga. Automáticamente la reacción aprovecho este hecho para hacer dimitir a doce de sus ministros en el gobierno aludiendo a la vez más creciente influencia de los comunistas, este hecho se suponía que forzarían al Presidente Edvard Beneš a anticipar las elecciones de 1948. Pero lo cierto es que las razones no vienen precedidas por el creciente control del partido líder desde 1945 en las instituciones públicas del Estado –algo lógico–, sino porque ciertos partidos del Frente Nacional que correspondían a la burguesía –que habían escapado a las nacionalizaciones–, a la burguesía antialemana, que no se le había tocado las propiedades, y que estando influenciados por los miembros de la burguesía y los terratenientes derrocados o simplemente respondiendo a sus intereses como clase explotadora, no aceptaban ni podía gustarle el nuevo curso del país. Estos elementos no querían la introducción de la nueva constitución, la aplicación profunda de la reforma agraria, la nacionalización del comercio interior y exterior, el nuevo seguro nacional, etc., como estaba planteando el partido comunista y al ala izquierda de los socialdemócratas desde el programa del Frente Nacional de 1946. Por tanto, como dice correctamente Klement Gottwald, no se trataba de algunos fútiles conflictos de coalición con el fin de conquistar puestos de ministros, sino de una ocasión de ajustar cuentas con los comunistas antes de que estos aplicaran las últimas medidas que rompieran todo su poder –en todos los sentidos–.
El fallo de la reacción fue creer que los comunistas iban a aceptar perder el poder por el mero hecho de la renuncia de los ministros no comunistas. Razones a la burguesía checoslovaca no le faltaban para pensar que se podían quitar a los comunistas; meses atrás, se habían visto claudicaciones de todo tipo de los comunistas en momentos álgidos de lucha: los griegos y chinos entregando las armas a la reacción en 1945; situaciones de afianzarse en el poder como líderes o de tomarlo como era el caso de los franceses e italianos en 1944 y 1945. Sin ir más lejos, en Francia, en 1947, la burguesía se había quitado de en medio a los dos únicos ministros comunistas para aceptar el Plan Marshall sin ninguna resistencia de peso. Pero a diferencia de otros partidos, Klement Gottwald y su partido si supieron manejarse en esta situación. El Partido Comunista de Checoslovaquia rápidamente se valió de su influencia en los comités nacionales, en los sindicatos, en la juventud, convocó grandes manifestaciones, sacó a las milicias armadas a la calle, y amenazó directamente tanto a los partidos que se habían sumado al intento de golpe como al propio Edvard Beneš de una guerra civil si Edvard Beneš no aceptaba la dimisión de los ministros no comunistas. Éste último finalmente acató la renuncia de los ministros no comunistas y dejó que se formara un nuevo gabinete, poco después se presentó el programa del nuevo gobierno que se hacía eco de los fallos que habían tenido los propios comunistas en no cumplir del todo con su programa de 1946 por las trabas del resto de partidos no comunistas.
Hay que hacer énfasis, en que si bien supieron ligarse con las masas trabajadoras del campo, realmente el gran mérito de los marxista-leninistas checoslovacos, es la estrecha unión como decíamos, con la clase obrera y más concretamente con los sindicatos, lo que aseguraba la correcta dirección del proceso. En los momentos cruciales de febrero de 1948 se celebró el Congreso de los comités de empresa y funcionarios sindicales en Praga, asistieron 8.000 delegados de todo el país. Allí se exponían puntos de vista, que como diría Klement Gottwald correspondían totalmente con las aspiraciones del gobierno presidido por los comunistas.
Pero aunque, el partido tenía una gran ligazón con la clase obrera, lo cierto es que no descuidó su estrecha relación con las clases trabajadoras no proletarias como decíamos. Hay que recordar que en Europa Central y del Este, el ascenso del fascismo tuvo entre otros muchos factores, la incapacidad de los comunistas para ganarse a las masas pequeño burguesas de artesanos, campesinos, y demás, a veces influenciado por las reminiscencias de la teoría trotskista sobre el carácter «poco revolucionario» de los campesinos:
«En relación con eso hay otra cosa, y es que febrero de 1948 mostró realmente el papel dirigente del Partido Comunista de Checoslovaquia sobre el pueblo. Había intelectuales –marxistas aparentes– a quienes no les gustaba y que vieron un error en que habláramos, particularmente desde mayo 1945, de que los comunistas deberían ser la fuerza dirigente del pueblo. Se preguntaban qué tenía acaso eso en común con el marxismo y el leninismo, ya que se supone que los comunistas son parte de la clase obrera y cuando hablamos del partido director del pueblo, estamos difuminando el concepto de partido comunista. Nuestro comité central es tan avanzado que entiende a primera vista lo absurdo y el carácter trotskista de tal «crítica». Ya que todo el sentido de nuestra lucha era ponernos al frente del pueblo, para que el pueblo –entendiéndolo fundamentalmente como la gran mayoría de los trabajadores– nos respetara y nos reconociera como su partido. Queríamos que la clase obrera no quedara aislada, para que la dirección de los asuntos del pueblo pasara de las manos indignas de la burguesía, de las manos que han vendido tantas veces el patrimonio del pueblo, a nuestras manos. Y lo conseguimos. Sin el papel dirigente de los comunistas sobre el pueblo, sin el hecho de que la mayoría del pueblo nos reconociera como su cabeza, como su cerebro y como sus dirigentes, la burguesía no habría quedado aislada, no habría tenido lugar el victorioso febrero y no estaríamos sentados aquí ahora». (Klement Gottwald; Informe en el Pleno del Comité Central del Partido Comunista de Checoslovaquia, 17 de noviembre de 1948)
«Pese a las desviaciones de izquierda y derecha históricas del partido durante los años treinta y cuarenta, lo cierto es que sobre todo tras la victoria de febrero de 1948 el partido comprendió definitivamente de que no hay término medio posible entre el camino revolucionario y el reformista, que las condiciones específicas de Checoslovaquia no alteran en lo más mínimo las tareas que su proletariado debe realizar para conducir a la sociedad sin clases explotadoras del socialismo y posteriormente a la sociedad sin clases del comunismo:
«Aunque somos conscientes de las diferentes condiciones en las que la democracia popular está construyendo el socialismo, es decir, cuando nos damos cuenta del equilibrio cambiante de fuerzas en el mundo a favor del socialismo, por el hecho de que la Unión Soviética y el resto de democracias populares pueden proporcionarnos asistencia económica, diplomática y de otro tipo, aún así hay un principio inmutable: la identidad de nuestro viaje al camino de la Unión Soviética consiste en pasar por la industrialización socialista, la colectivización socialista, la agudización de la lucha de clases, la liquidación de las clases explotadoras, la alianza de la clase obrera con el campesinado trabajador, mientras que el papel principal de la alianza lo cumple la función de la clase obrera y la gestión de su partido comunista». (Josef Horn; Discurso en la Asamblea Nacional de la República de Checoslovaquia, 17 de mayo de 1950) (Anotaciones de Bitácora de un Nicaragüense al documento: Klement Gottwald; Programa de acción del nuevo gobierno Checoslovaco, 1948)
Milicianos del Partido Comunista de Checoslovaquia, durante la rebelión de febrero de 1948
Antonín Novotný y Alexander Dubcek
Tras la muerte de Gottwald asume el poder el primer secretario del KSC Antonín Novotný, quien inicia el proceso de desmantelamiento de la estructura política y logros alcanzados durante la primera etapa de la revolución checa, aliado al nuevo presidente soviético
Nikita Jruschov, durante su gobierno se produce un estancamiento de la economia, perdida de los logros sociales logrados por el KSC, que lo llevo a renunciar en el año 1967, para ser reemplazado por Alexander Dubček.
Muchos otros preguntaran. ¿Cómo sería posible la rehabilitación de distintos enemigos del socialismo? A la muerte de Klement Gottwald en 1953, los pretendidos marxista-leninistas en altos cargos del partido como Viliam Široký, Antonín Novotný o Antonín Zápotocký no dieron lo que se esperaba. Algunos se vendieron rápidamente a la nueva ola de revisión jruschovista que venía de la Unión Soviética y otros pese a las reticencias de las reformas del jruschovismo no mantuvieron una posición clara y consecuente de denuncia del proceso contrarrevolucionario que se daría a partir de 1953 manteniendo a lo sumo una un apoyo crítico o una posición centrista, del todo insuficiente. Todo esto incluía el ser benevolentes en las pasadas luchas ideológicas del partido contra las desviaciones y sus rostros visibles, lo que daba pie a la fácil rehabilitación de elementos antimarxistas ya condenados.
El revisionista checoslovaco Alexander Dubček y el revisionista soviético Leonid Brézhnev poco tiempo antes de los acontecimientos checoslovacos de 1968
Alexander Dubček, otro panegírico del «socialismo con rostro humano» –es decir del «socialismo» que mima, reeduca e integra a los elementos burgueses– con notables tendencias titoistas reconocidas, después de haber sido el peón promocionado por los revisionistas soviéticos contra los marxista-leninistas checoslovacos, sería apartado por sus antiguos aliados en respuesta a los sucesos conocidos como la «Primavera de Praga» de 1968.
Primavera de Praga
La ideología predominante en el gobierno de Dubcek era socialdemócrata, basando las críticas a la dictadura del proletariado en textos de Émile Vandervelde y Karl Kaustky, ideólogos de la Segunda Internacional (socialdemócrata). Dubcek declaró:
“Hasta (1968), las ideas en favor del socialismo y del comunismo surgían de las condiciones difíciles y de la lucha de clases en la época donde la dictadura del proletariado y la industrialización eran de rigor. Levantándose como sistema en las instituciones y como métodos provisorios, que eran un mal menor, pero que están en verdadera contradicción con los objetivos humanistas del movimiento”.
Así mismo, reniega de la lucha de clases dentro del socialismo:
“La lucha de clases ha dejado de ser un aspecto importante de la evolución social en nuestro país”.
“Dejando atrás los límites de la lucha de clases, la sociedad socialista debe ambicionar la liquidación de las funciones coercitivas de los organismos del Estado y la demonopolización de sus actividades en el campo político”.
Se abre la posibilidad de establecer una economía de mercado dentro del socialismo (la misma idea que planteó Gorbachov veinte años después en la Unión Soviética) diseñada por el economista Ota Sik (relajar los controles de precios y promover la empresa privada para el impulso de la economía) y se plantea la abolición de la dictadura del proletariado en pos de un sistema multipartidista al estilo de democracia occidental. Así describiría la Nueva Política Económica (New Economic Model) Kolder, amigo de Dubcek:
“Las empresas socialistas autónomas, separadas del Estado, actúan por su propia cuenta y están expuestas a las presiones del mercado y de la libre competición económica”.
Señala que hay que desarrollar “el mercado de trabajo, como instrumento de la modificación de las estructuras salariales” y “nivelar el precio de sus funciones económicas con respecto al precio del mercado mundial”.
En la sociedad checoslovaca comienzan a levantarse críticas reaccionarias contra el gobierno tanto por parte de los socialdemócratas como de la Iglesia. Aparecen críticas a cualquier forma de socialismo, así como caricaturas antisoviéticas, donde el más satirizado era el líder soviético Leonid Brezhnev. Un grupo de intelectuales, que habían tenido un papel importante a la hora de hacer frente a las políticas de Novotny, hacen públicas sus reivindicaciones el 27 de junio en el “Manifiesto de las dos mil palabras”, en el que se condenaba los abusos que el Partido Comunista Checoslovaco había cometido en el país desde 1948.
A esta etapa de reformas y de críticas se le denomina como la “Primavera de Praga”, considerado en Occidente como un soplo de aire fresco frente al campo socialista mientras que desde los países del Bloque del Este se vio como una amenaza a sus propios intereses nacionales, temiendo que el fenómeno pusiera en peligro su sistema político-económico. Las críticas no tardan en aparecer: en julio, el denominado Grupo de los Cinco (conformado por la URSS, Polonia, República Democrática de Alemania, Hungría y Bulgaria) hace llegar al Politburó del Partido Comunista Checoslovaco un informe de preocupación ante el giro revisionista que estaban tomando los acontecimientos en Checoslovaquia. Ante tales informes, los comunistas checoslovacos aceptan el diálogo con el Grupo de los Cinco, a través del cual se redacta una declaración conjunta el 3 de agosto, comprometiéndose a observar con rigor las leyes generales de la edificación del socialismo, donde la clase obrera tuviera el papel dirigente de la sociedad y el Partido Comunista fuera su vanguardia, combatiendo a la ideología burguesa y las fuerzas antisocialistas.
Finalmente, un conjunto de factores internos (expulsión del cuerpo de policías de miembros acusados de ser espías soviéticos, reformas de los Estatutos d
el Partido, etc) y externos (el apoyo de Tito y Ceaucescu), llevan al grupo de los Cinco a la aprobación de la intervención militar contra el revisionismo checoslovaco.
Nicolae Ceaucescu y Alexander Dubcek
¿Qué es lo que la Primavera de Praga buscaba realmente?
Sigue siendo un interrogante entre los estudiosos de este episodio histórico. Para autores como Ricardo Martín de la Guardia y Guillermo Pérez Sánchez, la Primavera de Praga buscaba crear un socialismo “siguiendo el modelo yugoslavo”, es decir, un sistema de autogestión como el que creó el gobierno yugoslavo de Tito. Esta tesis puede sostenerse teniendo en cuenta la defensa del mariscal Josip Broz Tito al gobierno de Dubcek y su posterior condena a la intervención del Pacto de Varsovia.
El presidente albanés Enver Hoxha, en cambio, calificó de contrarrevolucionario al gobierno de Dubcek:
“El nuevo grupo que ha tomado el poder en Checoslovaquia, es un grupo enemigo del socialismo, un grupo anti-marxista, enemigo jurado del sistema político de la dictadura del proletariado. Cuando afirma que procederá a transformar todo el actual sistema político de Checoslovaquia, eso significa que liquidará incluso las formas supuestamente socialistas o proletarias que conservaba el grupo prosoviético de Novotny. No se trata, pues, de corregir el <<régimen socialista>> del grupo revisionista de Novotny, sus errores y vacilaciones, sino de transformar radicalmente el régimen político checoslovaco”. (Obras Completas, T. IV, p. 480-481).
Postura que también mantenía el líder cubano Fidel Castro:
“Mire, lo que le puedo decir es que nosotros considerábamos-y la historia nos ha dado la razón-que en Checoslovaquia se marchaba hacia una situación contrarrevolucionaria, hacia el capitalismo y hacia los brazos del imperialismo. Y estábamos en contra de todas las reformas liberales económicas que estaban teniendo lugar allí y en otros países del campo socialista.
Una serie de reformas que tendían a acentuar cada vez más las relaciones mercantiles en el seno de la sociedad socialista: las ganancias, los beneficios, los lucros, los estímulos materiales, todas esas cosas que estimulaban los individualismos y los egoísmos.” (Cien horas con Fidel, de Ignacio Ramonet)
En la madrugada del 20 al 21 de agosto de 1968 se inicia la intervención de las tropas del Pacto de Varsovia en Checoslovaquia, siguiendo cuatro direcciones diferentes. Los paracaidistas soviéticos toman el aeropuerto de Praga, y posteriormente detendrán al presidente Dubcek y a otros miembros de su gabinete, reunidos esa noche en la ciudad. Los dirigentes condenaron la intervención, lo que hizo ilegal la operación dentro de las propias leyes del Pacto de Varsovia. Fueron detenidos y llevados a Moscú, con la excepción del general Svoboda.
La operación fue impecable desde un punto de vista militar. El Ejército checo se mantuvo neutral, permaneciendo los soldados en sus barracas, por lo que no hubo resistencia frente a la invasión. En total, más de 600.000 soldados del Grupo de los Cinco ocuparon el país.
Por su parte, la población civil se manifestará contra la presencia de tropas extranjeras que venían a interrumpir el proceso de la Primavera de Praga. Esto se podrá ver en ciudades como Praga o Bratislava, entre otras. Se reunirán frente al edificio del Ministerio de Defensa, formarán barricadas para impedir el avance de los tanques… Los panfletos y locuciones de radio de los soviéticos les llamaban a la calma. Los soldados tenían órdenes de no atacarla, aunque esto no siempre se cumplió debido a que entre la misma se introdujeron armas a través de falsas ambulancias. Los que iban armados dispararon a las tropas, lo que produjo que estas les devolvieran los disparos.
Por lo general, los soldados de origen eslavo tenían mejor acogida entre la población civil debido a que mostraban respeto ante la misma y eran más amigables. No así los soldados alemanes de la RDA, que eran más huraños hacia los civiles. El total de bajas por parte de la población civil fue de 94 muertos y 345 heridos, mientras que del lado extranjero hubo 11 soviéticos muertos y 87 heridos, además de seis búlgaros que fueron linchados. Dubcek será sustituido por el eslovaco Gustav Húsak en el liderazgo del Partido. Los soviéticos acordarán con él el mantenimiento de las tropas soviéticas en Checoslovaquia. De esta forma será neutralizadas las reformas de Dubcek y la Primavera de Praga. Dentro del Pacto de Varsovia intervinieron para acabar con las reformas de Dubcek cinco países: la Unión Soviética, Bulgaria, Polonia, Hungría y la República Democrática Alemana. La única excepción fue la Rumanía de Ceaucescu, que a raíz de este episodio abandona su membresía tanto del Pacto de Varsovia como del COMECON. Así mismo, países socialistas no-miembros como la Yugoslavia de Tito o la Albania de Enver Hoxha condenaron la intervención militar en Checoslovaquia. Hoxha, al igual que el líder chino Mao Tsé Tung, ve en la intervención militar un conflicto entre revisionistas. MAO TSE TUNG Y ENVER HOXHA Fidel Castro defiende la intervención, aunque advirtiendo a los países socialistas que participan en ella que deben ser coherentes con lo que supuestamente apoyan: “Por eso nosotros aceptamos la amarga necesidad del envío de fuerzas a Checoslovaquia y no condenamos a los países socialistas que tomaron esa decisión. Ahora bien, al mismo tiempo nosotros estábamos diciendo que esos países socialistas tenían que ser consecuentes, y comprometerse a adoptar el mismo tipo de actitud en caso de amenazas contra un régimen socialista en otros lugares del mundo. Y por otra parte, nosotros considerábamos que las primeras cosas que se plantearon en Checoslovaquia eran inobjetables: perfeccionar el socialismo. La denuncia que se hizo de los métodos de gobierno, de la política burocrática, el divorcio de las masas, todas esas cuestiones eran incuestionablemente correctas. Pero de consignas justas se llegó a una política francamente reaccionaria. Y nosotros, amargamente, dolorosamente, tuvimos que aprobar aquella intervención militar.” Así mismo, Fidel Castro advierte que la intervención militar por sí misma no puede resolver los problemas internos del Partido Comunista Checoslovaco: “… los métodos burocráticos en la dirección del país, la falta de contacto con las masas-cuestión esencial de todo movimiento verdaderamente revolucionario-, y el olvido de los ideales comunistas…”
FIDEL CASTRO Y GUSTAV HUSAK
EL KSC DE GUSTAVO HUSAK
Gustavo Husak fue un eslovaco quien se afilia a la juventud comunista desde la adolescencia y luego al KSC, asume el mandato del partido y la presidencia de la República Checa luego de la primavera de Praga, gobernando el país desde 1969 hasta 1989, su periodo fue conocido como el de la normalización.
Respecto a la economía, se reactiva el sistema de planificación centralizada tradicional, ejecutándose entre 1971 y 1980 el cuarto y el quinto planes quinquenales. Se consiguen importantes avances en la modernización de la agricultura además de promoverse la transición desde la industria pesada hacia los bienes de equipo. De este modo, se estabiliza la economía, de forma que el nivel de vida del pueblo checoslovaco crece de forma notable a lo largo de los setenta. Pese a ello, a mediados de la década descendió la producción industrial y el deterioro de la balanza comercial baja las expectativas económicas. El propio Jefe del Gobierno Federal Checoslovaco, Lubomir Strougal, reconoció ante el Parlamento la crisis en el abastecimiento de consumo en 1976.
En febrero de 1987, el Ministro de Asuntos Exteriores de la URSS, Evard Shevardnadze, viajará a Praga con el objeto de convencer a sus autoridades de emprender reformas semejantes a la Perestroika, consiguiendo el apoyo pleno del Partido Comunista Checoslovaco. De ese modo, el presidente Gustav Húsak anuncia ante el Comité Central las reformas económicas y sociales inspiradas en el “histórico pleno del Comité Central del PCUS, en el que Mijail Gorbachov expuso sus planes de renovación y democratización”.
A finales de los 80 se vive momentos de convulsiones politicas que dan origen a la revolucion de los terciopelos, encabezada por amplios sectores de la iglesia catolica, socialdemocratas, y sobre todo los principales protagonistas de la primavera de Praga, que culmina con la derrota del KSC,
“¿Es una casualidad que los personeros más representativos de la Primavera de Praga, fuesen – al terminar la década del 80- los ideólogos del imperialismo europeo y otros, entre ellos, los partidarios de la vía húngara al capitalismo?”
El partido decidió disolverse tras la desaparición de Checoslovaquia el 31 de diciembre de 1992. Esto llevó a la formación de partidos sucesores tanto en la República Checa (Partido Comunista de Bohemia y Moravia, tercera fuerza política del país) como en Eslovaquia (Partido Comunista de Eslovaquia).
Partido Comunista de Bohemia y Moravia
El Partido Comunista de Bohemia y Moravia (en checo: Komunistická Strana Čech a Moravy), KSČM fue fundado en el año 1989 luego de la disolución del KSC; Después del II Congreso se dan una serie de divisiones del KSČM, surgiendo nuevos partidos de izquierda. En 1995 una nueva ruptura se origina en el seno del partido, surgiendo el Partido de los Comunistas de Checoslovaquia (Strana československých komunistů), actualmente esta pequeña formación retomó el nombre de Partido Comunista de Checoslovaquia (Komunistická strana Československa) liderado por Miroslav Štěpán.
EMBLEMA DEL KSCM
En la República Checa esta prohibido el uso del martillo y la hoz como emblemas políticos, por eso el partido comunista utiliza unas cerezas rojas.
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En noviembre de 1989 el Camarada Miroslav Stepan dirigía la organización del Partido Comunista de Checoslovaquia en Praga, capital de la República Socialista. Participó en la resistencia a la contrarrevolución dirigida por conocidos colaboradores de la CIA como Vaclav Havel y troskistas como Petr Uhl y movilizó a las fuerzas de seguridad de la República frente a los contrarrevolucionarios. Finalmente, la conspiración de Gorbachov que movió a sus partidarios en el Partido y el Estado y a algunos agentes del KGB, forzó la caída del jefe del gobierno y secretario general del Partido, Milos Jakes, y del presidente de la República, Gustav Husak. El odio típicamente fascista de la contrarrevolución se centró en el Camarada Stepan que fue condenado a 2 años y medio de cárcel. Los revisionistas lo excluyeron del Partido y él ha creado y dirigido el Partido de los Comunistas Checoslovacos, inferior en votos y miembros al Partido Comunista de Bohemia y Moravia. La unidad del gran movimiento comunista checo que en las elecciones de 1946 obtuvo mas del 40 % de los votos e hizo la revolución con los camaradas eslovacos está por construirse. Los comunistas gozan de gran popularidad entre los trabajadores, los jóvenes y los patriotas de Chequia y Eslovaquia. Los contrarrevolucionarios han hecho de Chequia uno de los confines mas asquerosos de Europa, plataforma de conspiración contra Cuba, Corea y Venezuela, reducto de fanáticos pro nazis, del especulador piratesco George Soros y de aristócratas dinosaurios que han recuperado sus castillos. Pero el Socialismo regresará a Chequia y Eslovaquia.
Partido Comunista de Eslovaquia
El Partido Comunista de Eslovaquia (en eslovaco: Komunistická strana Slovenska, KSS) es un partido político eslovaco fundado en 1992 tras la fusión de dos movimientos fundados el año anterior por elementos ortodoxos del Partido Comunista de Checoslovaquia opuestos a su transformación en el Partido de la Izquierda Democrática (SDL): el Partido Comunista de Eslovaquia-91 y la Liga Comunista de Eslovaquia. El KSS es miembro observador del Partido de la Izquierda Europea (PIE) y, debido a sus críticas, en los últimos años ha decidido acercarse más a la Iniciativa de Partidos Comunistas y Obreros promovida por el Partido Comunista de Grecia.
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2494567.pdf
https://sovietofilia.wordpress.com/2011/12/26/rude-pravo-periodico-oficial-del-partido-comunista-de-checoslovaquia/
http://bitacoramarxistaleninista.blogspot.com/2015/06/las-lineas-socialistas-para.html
https://diario-octubre.com/
https://www.marxists.org/
2494567.pdf
https://sovietofilia.wordpress.com/2011/12/26/rude-pravo-periodico-oficial-del-partido-comunista-de-checoslovaquia/
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