jueves, 20 de agosto de 2020

2 agosto 1773 Natalicio de Coto Paul. Venezuela

Actualizado: 26 agosto 2020

Aunque no fue anarquista, Francisco Coto Paúl proclama en el seno de la Sociedad Patriótica las siguientes palabras en el temprano 1810 contra quienes ven las ideas federalistas como anárquicas:​
¡La anarquía! Esa es la libertad cuando para huir de la tiranía desata el cinto y desnuda la cabellera ondosa. ¡La anarquía! Cuando los dioses de los débiles, la desconfianza y el pavor la maldicen, yo caigo de rodillas a su presencia. ¡Señores! ¡Que la anarquía, con la antorcha de las furias en la mano, nos guíe al Congreso para que su humo embriague a los facciosos del orden, y le sigan por calles y plazas, gritando libertad!
Francisco Coto Paúl

COTO PAUL UN LIBERTADOR OLVIDADO

MIRANDA
Nació en Caracas, el 2 de agosto de 1773, realizó estudios de Derecho en la Real y Pontificia Universidad de Caracas, se afilia como jurista al Colegio de Abogados de la Real Audiencia de Caracas en 1807. A raíz del movimiento del 19 de abril de 1810, se incorpora y tendrá destacada participación en la Sociedad Patriótica, fundada por Francisco de Miranda a finales de diciembre de ese año. Le decían “Coto” por una enfermedad que sufría de bocio, que es el aumento de tamaño de la glándula tiroides, ubicada debajo de la nuez de Adán, normalmente por falta de yodo. Paúl se caracterizó por sus elocuentes y encendidas palabras, verbigracia lo expresado en la reunión extraordinaria de la Sociedad Patriótica el 3 de julio en beneficio de la emancipación, ese día, el valenciano Miguel Peña y el joven Simón Bolívar motivan con brillantes y emocionados discursos al soberano Congreso, para que agilicen las discusiones.

“Coto” Paúl, desde las barras del Congreso aupaba con vehemencia a los asistentes y diputados con ese objetivo. Es designado el 15 de marzo de 1811 Fiscal de la Alta Corte de Justicia, es decir la máxima autoridad judicial de las Provincias Unidas de Venezuela. Desconocida la declaración de la independencia por Valencia el 11 de julio, acompaña a Miranda en las operaciones militares que concluyen al mediodía del 14 de julio de 1811, con la colocación de la bandera tricolor en la Plaza Mayor. A causa de la capitulación de San Mateo el 25 de julio de 1812, emigra hacia Curazao con varios caraqueños entre ellos Bolívar y José Félix Ribas.

Iniciada la exitosa Campaña Admirable en Cúcuta el 14 de mayo de 1813, al llegar a Caracas el 6 de agosto; Bolívar lo nombra Gobernador; luego se incorpora con jóvenes caraqueños en la lucha independentista. Con el grado de teniente coronel lucha a las órdenes del Libertador en Vigirima contra el coronel realista José Miguel Salomón, combate realizado entre el 23 y el 25 de noviembre de 1813, es el de mayor duración en la independencia.

Cuando Urdaneta observó a esos imberbes soldados al mando del fogoso “Coto” Paúl, los denominó “El Escuadrón de Escolares”. Igualmente estará triunfante en la batalla de Araure contra las fuerzas de José Ceballos el 5 de diciembre y en sitio de San Mateo durante el mes de marzo de 1814. Derrotadas las fuerzas republicanas el 15 de junio de 1814, en el sitio de La Puerta, seguido de la funesta Emigración a Oriente, iniciada en Caracas el 7 de julio, donde veinte mil personas salieron de la ciudad huyendo de Boves; una de cada tres personas mueren en la travesía a causa del hambre, sed, enfermedades y plagas.

“Coto” Paúl emigra de nuevo a Curazao, regresa por Río Hacha en 1820, donde es designado a las órdenes del general caraqueño Mariano Montilla como Auditor de Guerra en la Campaña realizada sobre el río Magdalena; Había Casado con la caraqueña doña María Josefa de Jesús Almeida de Miranda, sobrina de Miranda. Su hijo Juan Antonio es considerado el fundador de la familia Paúl en Ortiz- Guárico.


Fallece este ilustre jurista y emancipador de malaria, posiblemente en Barranquilla en 1821, desconociéndose el día y mes. El libertador le escribe una carta a su hermana María Antonia, fechada en Lima el 7 de Abril de 1825: “reconociendo la virtud de este ilustre venezolano (Coto Paúl) y en gratitud, ordeno la entrega de 500 pesos”.

“Coto” Paúl, tuvo un hermano llamado Felipe Antonio, nacido en Caracas el 7 de diciembre de 1774, Presidente del Primer Congreso de Venezuela del 2 de marzo de 1811, llamado Congreso de las Provincias Unidas; se estableció en la Esquina caraqueña conocida hoy por su apellido, como “del Doctor Paúl”.

En 1825, fue designado apoderado del Libertador para representarlo en un litigio por disputa de las minas de Aroa. Instituciones educativas, calles y avenidas evocan el nombre del “Coto” Paúl.

¿Por qué los historiadores han matado a Coto Paúl?

Semanario Quinto Día

Hay un personaje olvidado en la historia de Venezuela que como esos muñecos conocidos como “porfiados” tiene la particularidad de caer, cuando se tiran al suelo, de caer siempre de pie.

Un “porfiado” jamás cae de barriga o de nalgas, a esa posición erguida, aun cuando se le arroje al suelo de cabeza, debe el porfiado su nombre. En nuestra historia abundan los “porfiados”, como en la historia de cualquier otra colectividad.

Así como no hay ser humano que no tenga inconfesable en su vida, algún episodio que el interesado mantendrá sustraído a la mirada o al escritorio ajeno, asimismo no hay pueblo o comunidad sin algún secreto importante, guardado por los perros mastines del misterio. Venezuela no es y no podía ser, excepción a esa regla de oro de la historia.

El personaje en el cual es secreto al que quiero referirme es Coto Paúl, líder de la Sociedad Patriótica de 1810 y líder de lo que pudo ser el ala izquierda más consecuente de la independencia.

Estamos aludiendo a Coto Paul, legendario orador quien desde las barras del Congreso de 1811 emplazó a los tibios patriotas del momento a declarar a independencia.

Gracchus Babeuf
Cada época tiene su clase social más representativa que sintetiza, en su momento, la visión más audaz, la posición más osada y la ambición más denodada. Entre 1810 y 1811, el líder más brillante y más intrigante, el verdadero faro de la insurgencia fue Coto Paul a quien se debe en gran parte el clima restallante de alzamiento que prevaleció en aquellos dos años. Los “clubes” de la Revolución Francesa hacían rugiente historia entre nosotros, eran la vanguardia de la revolución de independencia. La sociedad patriótica era la traducción a la lengua española del Club de los Jacobinos. En la Sociedad Patriótica, como en el Club de los Jacobinos de París, había tres tendencias. En la matriz francesa del Club había una derecha encarnada en Jorge Danton, una izquierda que radicó en el Gracchus Babeuf y un centro donde se ubicó Robespierre. En Caracas, dentro de la Sociedad Patriótica hay, como es evidente una derecha donde se ubica Francisco de Miranda, un centro donde se coloca Simón Bolívar y una izquierda que tiene como principal vocero a Coto Paúl.

El progreso hacia la independencia va ubicando a los personajes en la medida que la historia lo llama a comparecer.

Diego Ibarra
Miranda no solo es un anciano que ya no puede echarse encima las tareas ciclópeas que demanda un proceso de liberación nada pacífico y en el cual la Corona española, la población rural del país o Mandinga depositan la simpatía de las masas populares. La independencia fue empresa de jóvenes, con un viejo como líder, Francisco de Miranda en 1810 y 1811, después cautivó Miranda, la bandera de la insurgencia pasaría al ala centrista de la Sociedad Patriótica y vendría, con ese deslizamiento, la hora de Simón Bolívar, de Diego Ibarra y de otros muchos más a quienes discernió el honor de llevar el proceso de la insurgencia hasta su culminación vertebral.

La suerte de los diversos personajes de aquella época es conocida. Unos parecen en combate que es el caso de José Félix Rivas, muerto en Zaraza hacia 1814 o emigran a Oriente y luego emigran a las Antillas y comienzan de nuevo a juntarse en dos polos de atracción que arrojan para siempre a la dominación española de nuestra tierra: Casanare y Guayana. El dominio de esas dos regiones ricas ambas en provisiones de boca teniendo ambas una opulenta ganadería aseguraba el eventual triunfo republicano como ocurrió, Guayana y Casanare garantizaron la liberación de Caracas y Bogotá cuando las cosas empezaron a alcanzarse en el campo republicano.

Los historiadores venezolanos siguen, con fidelidad de perro faldero, a cada personaje para narrar, con diligencia de escribanos, suerte de cada quien.

Sucre
Bolívar muere en San Pedro Alejandrino, atendido y alojado por un español, lo cual no deja de ser paradójico, Antonio José de Sucre, cae en Berruecos. Yo vi una noche en sueños al Mariscal anciano, las balas de Berruecos no hicieron mella en él, dijo Andrés Eloy en unos versos que en este momento me vienen de repente a la memoria. José Antonio Páez murió en Nueva York agasajado y respetado por la muy conservadora sociedad norteamericana.


No se sabe cómo y dónde murió Coto Paúl no se conoce tampoco por qué abandona el estrado de la historia para sumirse en el silencio y en la muerte. ¿Por qué no se sabe qué aconteció con esta rutilante figura, sin duda el más capaz en las jornadas de 1810 y 1811, dotado de carisma histórico, caudillo de multitudes, orador flamígero, radical intransigente? ¿Desertó de la causa insurgente y contrariado consigo mismo fue a morir olvidado? ¿Pereció en algún lance menudo de los muchos que circundaban las guerras en nuestro país? Hasta donde yo sé, ningún historiador se ha tomado la molestia de plantearse estas preguntas.

Coto Paúl no es un personaje secundario, fue el más destacado líder independentista en la jornada de inaugurar nuestra lucha por la independencia. Todos callan respecto de él. Nada dicen Baralt y Díaz, nada dice Gil Fortoul, todos vibran de admiración al describir la oratoria de Coto Paúl, pero luego callan como si este personaje no hubiera existido. ¿Por qué callan al mismo tiempo Baralt y Díaz y Brito Figueroa? ¿Qué mecanismo de agonía mortal embarga los cinco sentidos de nuestros historiadores profesionales.

Los historiadores suelen ser, con honrosas excepciones, muy alcahuetes.

El hecho de que la tiranía de Gómez haya tenido historiadores que alcanzaron cifras mayoristas en sus filas, nos indican el origen del silencio que oculta hoy a Coto Paúl. Él es como un personaje molesto, un importuno que estorba aun los planes veleidosos o cretinos de hoy. Los personajes más o menos destacados que incidieron de alguna manera sobre el proceso histórico del país son acompañados por los historiadores hasta la tumba donde con lágrimas abundosas o parcas se les despide y se les bendice. A Coto Paúl nadie le acompaña. Fue el gran tribuno de 1810 y 1811. Le cantó a Venezuela el villancico heroico en la hora augural del parto independentista y luego lo sumen en el mutismo y el arcano, por algo será.




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