martes, 16 de junio de 2020

14 junio 1845 Natalicio de Antonio Maceo. Cuba



José Antonio de la Caridad Maceo y Grajales nace en Cuba, Santiago de Cuba, 14 de junio de 1845 y muere en combate en San Pedro, Punta Brava, 7 de diciembre de 1896. Fue un general cubano, segundo jefe militar del Ejército Libertador de Cuba, apodado «El Titán de Bronce».

Su padre, Marcos Maceo, fue un mulato venezolano que prestó servicio en las fuerzas armadas realistas como soldado del Batallón de Leales Corianos que se batió contra las fuerzas patriotas al mando del general libertador Simon Bolívar. Ironías del destino, el padre lucha a favor de España y el hijo en contra de España.

Al culminar la guerra de independencia de Venezuela, con tránsito por Santo Domingo, Marcos Maceo llegó a Santiago de Cuba en 1825, en compañía de su madre, Mariana Grajales y de sus hermanos Doroteo, Bárbara y María del Rosario. Logran este objetivo por la corrupción imperante en la isla ―característica de la monarquía española de la época― puesto que la Real Cédula de 1817 prohibía el ingreso a Cuba de personas no blancas.

Marcos Maceo se casó primero con Amparo Téllez, con quien tuvo seis hijos. Su primogénito fue Antonio Maceo Téllez. De posición económica desahogada, llegó a poseer una finca de nueve caballerías.

Tras enviudar, se casó en segundas nupcias con la mulata liberta de origen dominicano Mariana Grajales el 6 de julio de 1851, en la iglesia de San Nicolás de Morón y de San Luis (provincia de Oriente). Tuvo con ella nueve hijos: José Antonio, María Baldomera, José Marcelino, Rafael, Miguel, Julio, Dominga de la Calzada, José Tomás y Marcos.

Cada uno de los diecinueve hijos (se incluyen los Regüeiferos y los Téllez) tenía definida su responsabilidad en la finca; los educó sobre la base del ejemplo cotidiano de rectitud y bondad haciendo énfasis sobre sus experiencias de vida militar en Venezuela.

Aunque Marcos Maceo le enseñó a su hijo Antonio la destreza en el manejo de las armas y habilidades en la administración de propiedades, además de educarle en un código de honor inflexible, fue su madre, Mariana Grajales, quien le inculcó una férrea disciplina, al punto de ocasionarle una pasajera tartamudez en su infancia y que superaría en la adolescencia. Esta disciplina sería fundamental en la forja de su carácter y se vería reflejada en sus actos como líder militar.

Mariana Grajales, ante el altar familiar, conminó a su esposo y sus seis hijos a luchar por la independencia de Cuba o morir en el intento, lanzándose ella misma a la «manigua redentora» para apoyar desde la retaguardia las acciones de los mambises (como se conocía a los independentistas cubanos). Casi todos sus hijos, además de su esposo, caerían en la lucha por la independencia de Cuba. Marco cayó en combate cuando participaba del ataque al fuerte español de San Agustín de Aguarás, a 34 km de Las Tunas, siendo comandado por su hijo, el teniente coronel Antonio Maceo Grajales, primogénito de su segundo matrimonio. Cuentan que al morir su padre exclamó: «He cumplido con Mariana».

Mariana Grajales Coello, la Madre de la Patria
Por: Matilde Salas Servando

Cuando el segundo domingo de mayo, celebramos en Cuba el Día de las Madres, enseguida se piensa en esa mujer que es ejemplo entre las cubanas: Mariana Grajales Coello, la progenitora de los Maceo, esa estirpe de valientes, que lo dieron todo por la libertad de la Patria.

Ella cio la luz primera el 12 de julio de 1815, en Santiago de Cuba, hija de pardos libres, nacidos en territorio de la República Dominicana, quienes emigraron para Cuba en el siglo Diecinueve y su niñez transcurrió en la mayor pobreza.

De esta mujer de grandes valores se ha dicho, que “conoció los horrores de la esclavitud en contacto con el sufrimiento de hombres y mujeres esclavos, que permanecían encerrados como animales, en el llamado presidio de cimarrones, que estaba muy cerca de su casa en Santiago de Cuba”.

El ejemplo de Mariana Grajales nos llega, como la forjadora de esa pléyade de guerreros, que “con los ojos de madre amorosa”, como la calificó José Martí, educó a sus hijos en el amor a Cuba, por la que ellos dieron hasta la última gota de su sangre generosa.

El Apóstol la visitó en septiembre de 1892, durante el tiempo que permaneció en el exilio en Jamaica, y en ese lugar falleció un año después de ese histórico encuentro. De esa valerosa madre dijo el patriota habanero: “Los cubanos todos (…) acudieron al entierro, porque NO hay corazón de Cuba que deje de sentir todo lo que debe a esa viejita querida, a esa viejita que le acariciaba a usted las manos con tanta ternura”.

Luego añadía José Martí: “Amaba, como los mejores de su vida, los tiempos de hambre y sed, en que cada hombre que llegaba a su puerta de yaguas, podía traerle la noticia de la muerte de uno de sus hijos.”

En fecha reciente, la heroína Mariana Grajales Coello fue declarada con la condición de Madre de la Patria. El panteón donde reposan sus restos mortales y el del Padre de la Patria, Carlos Manuel de Céspedes, fueron llevados cerca del sitio donde están los del Héroe Nacional cubano José Martí, en el cementerio patrimonial de Santa Ifigenia, en Santiago de Cuba.

El escultor habanero Teodoro Ramos Blanco esculpió una figura monumental para honrar la memoria de Mariana Grajales, con la que obtuvo el primer lugar en un concurso convocado en el año 1928.

La obra, que se preparó en Italia, la costeó el pueblo cubano y fue ubicada en el parque que está situado frente al Instituto Preuniversitario del Vedado, en la calle 23, entre C y D, en La Habana, cuando se cumplían 35 años de la caída en combate de su hijo, el Lugarteniente General Antonio Maceo Grajales, con la inscripción que expresa: “A Mariana, madre de los Maceo. El Pueblo de Cuba.”

“Esto va bien”

“Esto va bien”, fueron sus últimas palabras de Maceo antes de dejar un legado de amor a su Patria y de fe inquebrantable en la independencia de su Isla.
Murió con 51 años y cuentan que se llevó consigo 27 heridas en el cuerpo que no pudieron arrancarle la vida, hasta el último disparo que lo alcanzó en una batalla contra el ejército español en San Pedro, Punta Brava, al Occidente de Cuba.

Entre las batallas en las que participó durante la conocida Guerra de los Diez Años, el hecho histórico que demostró la intransigencia revolucionaria del Lugarteniente General Antonio fue la Protesta de Baraguá, el 15 de marzo de 1878.

El Pacto del Zanjón, firmado el mes anterior por varios luchadores independentistas, proponía entregar las armas para alcanzar una paz, pero sin independencia. Maceo se opuso a ello y, en entrevista con el General español Arsenio Martínez Campos, afirmó: “No acepto deponer las armas sin haberse proclamado la independencia de Cuba ni la abolición de la esclavitud”.

Y no aceptó. No claudicó. La lucha armada continuaría en Cuba. “En el momento en que aquella lucha de diez años iba a terminar, surge aquella figura, surge el espíritu y la conciencia revolucionaria radicalizada, simbolizada en ese instante en la persona de Antonio Maceo”, destacaba Fidel Castro sobre el conocido “Titán de Bronce”.

Años después, al culminar la guerra por falta de unidad entre los cubanos, entre otros factores, Maceo viaja a Jamaica. Luego lo hace a Costa Rica, donde se encuentra con Martí en 1893 para reanudar la lucha en Cuba. El Apóstol sabía, y así lo expresó, que Maceo tenía “tanta fuerza en la mente como en el brazo”.
Tras un período conocido como Tregua Fecunda o Reposo Turbulento, en el que se organizó una nueva guerra en la Isla, Maceo regresa a Cuba en una embarcación el 1 de abril de 1895 para participar en la Guerra de 1895.

En la nueva contienda fue protagonista, junto al General Máximo Gómez, de una proeza militar en la historia de Cuba: la invasión de Oriente a Occidente, con la que pondrían en pie de guerra a toda la nación.

Entre 1895 y 1896 desarrolla su labor en la provincia de Pinar del Río y, cuando se dirige hacia La Habana de paso rumbo a la zona de Las Villas para reunirse con Gómez, ocurre el combate en Punta Brava, que acabó con la vida de uno de los próceres independentistas cubanos más destacados
Cuadro de Armando Menocal sobre la muerte de Maceo. Foto: Granma.


 “Firme es su pensamiento y armonioso, como las líneas de su cráneo. Su palabra es sedosa, como la de la energía constante y de una elegancia artística que le viene de su esmerado ajuste, y de idea cauta y sobria”. Así lo describía José Martí. Así recuerda Cuba este 7 de diciembre a su “Titán de Bronce”.  


Monumento a Maceo en Santiago de Cuba

Si habláis de la vergüenza…

Si queréis señalar las altas cumbres del decoro…

Entre llamas y túmulos y banderas ennegrecidas…

Tenéis que dar la excelsitud de un grito

¡El General Antonio!

Para que escuche el monte y la piedra y la nube

y los oídos claros, y los oídos oscuros y sordos…

      ¡El General Antonio!   

Con Mariana y con Marcos,

el capitán Rondón tuvo armas y dinero, y caballos y todo,

Se alzaban las primeras amapolas sangrientas de la guerra

entre los rudos filos del resplandor heroico.

Y el Capitán Rondón dijo después a Marcos:

¿Y cuál de los muchachos me vais a dar ahora?

Guardó silencio el padre, un silencio de padre,

fuerte y doloroso…

Pero tres de los hijos respondieron por Marcos:

¡José! ¡Justo!  ¡Antonio!

El último, más fuerte y más pronto,

el último, más fuerte que los otros.

 

Si habláis de la Patria, del dolor  y el denuedo

de la marcha con hambre y del camino áspero y torvo

de la gloria en la herida y de la gloria en la sangre.

del largo y cruento batallar sin reposo,

de en mil batallas veintisiete heridas cual veintisiete surcos

¡Tenéis que hablar del General Antonio!

 

Con dos balas se acaba la guerra —dijo Cánovas

Tal vez con una para el soldado epónimo,

Pero aun no la tenían los fusiles de España

Y el Pacto de Zanjón, no fue paz,

sino tregua y encono.

La bandera, sudario, que alguien dijo —

bordada en Camagüey por manos de mujeres—

la izó en Mantua el machete del General Antonio

 

¡Esto va bien! —exclama—, cuando se siente herido en Punta Brava

Es la muerte, él lo sabe, y sonríe victorioso

Ya ni la muerte misma podrá vencerlo!

Nada podrá vencer al General Antonio!

 

Si habláis de la vergüenza

Si queréis señalar las altas cumbre del decoro

Buscad allá en la cumbre del  Hombre

Entre  raíz  de trueno y palpitar de troncos

La presencia profunda que nos manda y nos cerca…

¡El General Antonio!

Manuel Navarro Luna




http://www.josemarti.cu/mariana-grajales-coello-la-madre-de-la-patria/

https://es.wikipedia.org/wiki/Antonio_Maceo

https://www.telesurtv.net/news/aniversario-muerte-procer-independentista-antonio-maceo-cuba-20191205-0042.html

http://www.lajiribilla.co.cu/2010/n476_06/476_25.html



No hay comentarios.:

Publicar un comentario