Cuando el segundo domingo de mayo, celebramos en Cuba el Día de las Madres, enseguida se piensa en esa mujer que es ejemplo entre las cubanas: Mariana Grajales Coello, la progenitora de los Maceo, esa estirpe de valientes, que lo dieron todo por la libertad de la Patria.
Ella cio la luz primera el 12 de julio de 1815, en Santiago de Cuba, hija de pardos libres, nacidos en territorio de la República Dominicana, quienes emigraron para Cuba en el siglo Diecinueve y su niñez transcurrió en la mayor pobreza.
De esta mujer de grandes valores se ha dicho, que “conoció los horrores de la esclavitud en contacto con el sufrimiento de hombres y mujeres esclavos, que permanecían encerrados como animales, en el llamado presidio de cimarrones, que estaba muy cerca de su casa en Santiago de Cuba”.
El ejemplo de Mariana Grajales nos llega, como la forjadora de esa pléyade de guerreros, que “con los ojos de madre amorosa”, como la calificó José Martí, educó a sus hijos en el amor a Cuba, por la que ellos dieron hasta la última gota de su sangre generosa.
El Apóstol la visitó en septiembre de 1892, durante el tiempo que permaneció en el exilio en Jamaica, y en ese lugar falleció un año después de ese histórico encuentro. De esa valerosa madre dijo el patriota habanero: “Los cubanos todos (…) acudieron al entierro, porque NO hay corazón de Cuba que deje de sentir todo lo que debe a esa viejita querida, a esa viejita que le acariciaba a usted las manos con tanta ternura”.
Luego añadía José Martí: “Amaba, como los mejores de su vida, los tiempos de hambre y sed, en que cada hombre que llegaba a su puerta de yaguas, podía traerle la noticia de la muerte de uno de sus hijos.”
En fecha reciente, la heroína Mariana Grajales Coello fue declarada con la condición de Madre de la Patria. El panteón donde reposan sus restos mortales y el del Padre de la Patria, Carlos Manuel de Céspedes, fueron llevados cerca del sitio donde están los del Héroe Nacional cubano José Martí, en el cementerio patrimonial de Santa Ifigenia, en Santiago de Cuba.
El escultor habanero Teodoro Ramos Blanco esculpió una figura monumental para honrar la memoria de Mariana Grajales, con la que obtuvo el primer lugar en un concurso convocado en el año 1928.
La obra, que se preparó en Italia, la costeó el pueblo cubano y fue ubicada en el parque que está situado frente al Instituto Preuniversitario del Vedado, en la calle 23, entre C y D, en La Habana, cuando se cumplían 35 años de la caída en combate de su hijo, el Lugarteniente General Antonio Maceo Grajales, con la inscripción que expresa: “A Mariana, madre de los Maceo. El Pueblo de Cuba.”
“Esto va bien”
Cuadro de Armando Menocal sobre la muerte de Maceo. Foto: Granma. |
“Firme es su pensamiento y armonioso, como las líneas de su cráneo. Su palabra es sedosa, como la de la energía constante y de una elegancia artística que le viene de su esmerado ajuste, y de idea cauta y sobria”. Así lo describía José Martí. Así recuerda Cuba este 7 de diciembre a su “Titán de Bronce”.
“Firme es su pensamiento y armonioso, como las líneas de su cráneo. Su palabra es sedosa, como la de la energía constante y de una elegancia artística que le viene de su esmerado ajuste, y de idea cauta y sobria”. Así lo describía José Martí. Así recuerda Cuba este 7 de diciembre a su “Titán de Bronce”.
Monumento a Maceo en Santiago de Cuba |
Si habláis de la vergüenza…
Si queréis señalar las altas cumbres del decoro…
Entre llamas y túmulos y banderas ennegrecidas…
Tenéis que dar la excelsitud de un grito
¡El General Antonio!
Para que escuche el monte y la piedra y la nube
y los oídos claros, y los oídos oscuros y sordos…
¡El General Antonio!
Con Mariana y con Marcos,
el capitán Rondón tuvo armas y dinero, y caballos y todo,
Se alzaban las primeras amapolas sangrientas de la guerra
entre los rudos filos del resplandor heroico.
Y el Capitán Rondón dijo después a Marcos:
¿Y cuál de los muchachos me vais a dar ahora?
Guardó silencio el padre, un silencio de padre,
fuerte y doloroso…
Pero tres de los hijos respondieron por Marcos:
¡José! ¡Justo! ¡Antonio!
El último, más fuerte y más pronto,
el último, más fuerte que los otros.
Si habláis de la Patria, del dolor y el denuedo
de la marcha con hambre y del camino áspero y torvo
de la gloria en la herida y de la gloria en la sangre.
del largo y cruento batallar sin reposo,
de en mil batallas veintisiete heridas cual veintisiete surcos
¡Tenéis que hablar del General Antonio!
Con dos balas se acaba la guerra —dijo Cánovas
Tal vez con una para el soldado epónimo,
Pero aun no la tenían los fusiles de España
Y el Pacto de Zanjón, no fue paz,
sino tregua y encono.
La bandera, sudario, que alguien dijo —
bordada en Camagüey por manos de mujeres—
la izó en Mantua el machete del General Antonio
¡Esto va bien! —exclama—, cuando se siente herido en Punta Brava
Es la muerte, él lo sabe, y sonríe victorioso
Ya ni la muerte misma podrá vencerlo!
Nada podrá vencer al General Antonio!
Si habláis de la vergüenza
Si queréis señalar las altas cumbre del decoro
Buscad allá en la cumbre del Hombre
Entre raíz de trueno y palpitar de troncos
La presencia profunda que nos manda y nos cerca…
¡El General Antonio!
Manuel Navarro Luna
http://www.josemarti.cu/mariana-grajales-coello-la-madre-de-la-patria/
https://es.wikipedia.org/wiki/Antonio_Maceo
http://www.lajiribilla.co.cu/2010/n476_06/476_25.html
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