El Uali Mustafa Sayed (Lulei)
الولي مصطفى سيد
(Al-Walī Mustafa Sayyid, Chej El Uali Chej Ma El Ainin Mustafá Sayed)
El Uali Mustafa Sayed, revolucionario saharaui que en su juventud participará en la fundación del Frente Polisario, vanguardia en la lucha por la autodeterminación del pueblo saharaui. No dudará en empuñar las armas para conquistar la independencia del Sahara Occidental, cayendo muerto en combate.
Lulei, como sus amigos le habían apodado de forma cariñosa, nació en Bir Lehlu en el Sahara en medio del desierto, hijo de una familia de beduinos, en el año 1948. Fundador y segundo secretario general del Frente POLISARIO, y primer presidente de la República Árabe Saharaui Democrática (RASD).
Era un jóven adelantado a su tiempo y tenía una visión de futuro, era un hombre que estaba convencido y convencía. Aquel jóven no solo hablaba sino que estaba en la primera línea de combate, predicando con el ejemplo, hecho que hizo que muchos hombres se le unieran sin dudarlo. Era un hombre con convicciones profundas y una capacidad de sacrificio sin igual.
Conocía profundamente a nuestra sociedad y por su sencillez hablaba tanto con el anciano como con el niño, lo que le dió mucha simpatía en el seno de nuestra sociedad. Era un hombre que hizo tanto en tan poco tiempo que sin duda alguna estábamos en presencia de un genio.
El 10 de mayo de 1973, reunidos 17 representantes de todos los grupos de saharauis en Zuerat (Mauritania), se crea el Frente Por la Liberación de Saguia el Hamra y Rio del Oro (POLISARIO), siendo la Saguia el Hamra y el Rio de Oro las dos principales regiones en las que se dividía administrativamente la provincia española número 53. Se establece pues un comité ejecutivo de siete miembros, un buró político de 21 y una serie de directivas, estrategias generales y estructuras internas bajo el lema de "con un fusil arrebataremos la libertad".
El 5 de mayo de 1974 El Uali es nombrado Secretario General del Polisario en el II Congreso de la organización, siendo ya interlocutor en las negociaciones entre ésta y el Gobierno Español para la salida de la potencia colonial del territorio saharaui.
El día 27 de febrero de 1976, el último soldado español abandona el Sáhara, y ese mismo día en la localidad de Bir Lehlu, El Uali proclama en nombre del Polisario la República Árabe Saharaui Democrática (RASD) ante diversos medios de comunicación, siendo él mismo elegido como primer presidente de la misma.
El Uali con un grupo de 180 guerrilleros ataca Nuakchott el día 8 de junio de 1976, la capital mauritana, bombardeando con morteros también incluso el propio palacio presidencial. Al día siguiente, en esta misma ofensiva y mientras realizaba labores de sabotaje contra las instalaciones hidrológicas de la capital, ya en retirada y de regreso a los territorios saharauis, El Uali fue abatido. Las informaciones sobre su muerte son contradictorias:
Unas apuntan a un ataque de artillería mientras que otras hacia disparos procedentes de unidades del ejército mauritano en persecución de los atacantes polisarios.
A día de hoy, el lugar donde fue enterrado su cadáver sigue siendo un misterio.
Carta del mártir El-Uali Mustafa Sayed a Hassan II
En nombre de Dios, el clemente y misericordioso.
A su Majestad, el Rey de Marruecos; que la paz sea con vos.
A raíz del desarrollo de los últimos acontecimientos de la situación en nuestra región, resultado de la posición tomada por vuestro Estado y el Estado mauritano y que tuvo por resultado la conclusión del ignominioso acuerdo de Madrid el 14 de noviembre de 1975, el pueblo árabe saharaui se opuso, siempre a la ocupación enarbolando la bandera del yihad contra el ocupante.
Así combatió el ocupante portugués, no sólo en el Sahara, sino también en el sur de vuestro país. Hizo frente igualmente a la ocupación colonialista francesa en vuestro país y en Mauritania. A este respecto; solo bastaría recordar como prueba la guerra emprendida por Chej ahamed Alheiba, que os prestó auxilio en los años cincuenta.
El pueblo árabe saharaui, que sacrificó centenares de mártires por la defensa de la dignidad y del Islam en toda la región, particularmente en Marruecos, hizo frente al colonialismo hispano apoyado por la Revolución del primero de septiembre y por su dirigente el coronel Mohamar El Gaddafi.
Por este hecho, nuestra lucha contra el colonialismo no pudo ser apreciada por los dirigentes marroquíes, que le acusaron de seguir una obediencia libia.
Majestad, existe un vecino de vos, existe un pueblo árabe musulmán que se mantuvo siempre a vuestro lado en los momentos más difíciles. Este pueblo esperaba de vuestro apoyo para hacer frente a un colonialismo extranjero fascista.
Sin embargo, sucedió lo contrario. El pueblo árabe de Saguia el Hamra y Rio de Oro, gracias también a la ayuda de Dios y la de la Revolución árabe de Libia y de su valiente dirigente Moamar Gaddafi, pudo imponerse al colonialismo hispano obligando así a España a anunciar su retirada del Sahara.
Es cuando habéis pretendido que estábamos siendo dirigidos contra Vos por Libia; y, lo que es todavía mejor, al enviar el problema de Sahara a la Corte Internacional de Justicia, no habéis hecho más que alargar durante un año los sufrimientos de un pueblo que participa tanto como Vos del arabismo y del Islam.
No menos claro fue la opinión consultiva de la Corte Internacional de Justicia que afirmó, a pesar de todo, que existía un pueblo independiente en el pasado y colonizado en el presente.
Este pueblo debe de gozar de su derecho a la autodeterminación y a la independencia.
Hubo varios completos y diversas presiones con el mismo origen y el mismo objetivo, a saber: la conclusión del ignominioso acuerdo de Madrid.
Vuestro ejército entró en el Sahara, encontró ante él una resistencia firme, una determinación sin fallos y una fe inquebrantable. Vuestro ejército ha podido constatar que para nosotros la muerte por la patria es un deber; pudo constatar efectivamente que en el Sahara no podían brotar flores.
Es verdad que la intervención de vuestros carros de combate, de vuestro armamento pesado y de la aviación hispana que os prestó asistencia en el mes de noviembre y diciembre de 1975, contribuyeron mucho para hacer huir al pueblo árabe saharaui de sus hogares, imponiéndole un éxodo hacia los campamentos que hemos instalado en los territorios liberados donde hemos establecido nuestra administración central.
Vuestro ejercito se apoderó de los bienes del pueblo saharaui musulmán; los bienes de un musulmán no pueden ser adquiridos más que con su sentimiento. Vuestro ejército a matado a sus hermanos musulmanes, a vuestro hermanos árabes.
Vuestro ejército invadió nuestro territorio, mientras que nosotros combatimos al colonialismo español hasta imponerle la retirada definitiva. ¿Es posible después de todo esto, considerarnos como equivocados, cuando se sabe que tales actos exigen el castigo?
Nuestro hermano, el coronel Mohamar El Gaddafi, os ha prodigado sabios consejos en un mensaje histórico. Vuestra respuesta, Majestad, era de una musulmán consciente, reconocido por sus convicciones a los principio del Islam, del Corán y del Hadiz.
No dudamos en absoluto que estas completamente de acuerdo con nosotros sobre el principio siguiente: para que un matrimonio sea viable en el plano de la jurisprudencia, es necesario que sea permanente. Esto nos lleva a decir que el resultado del nefasto acuerdo tripartito de Madrid no puede ser considerado de ninguna manera como válido, pues de hecho os habéis puesto a evocar la Yamaa, designada en otro tiempo y para una cierta época conforme a los órdenes y a las leyes del colonialismo español.
No es necesario indicar que esta Yamaa no puede representar el en plano político la voluntad del pueblo árabe saharaui, salvo si esta voluntad se halla amordazada, inexistente. Este es el caso de esta Yamaa creada artificialmente por el colonialismo con el fin de servirse de musulmanes. El encuentro que ha tenido lugar entre el Coronel Mohamar El Gaddafi y su hermano el presidente Hauari Boumadianne indispone realmente al imperialismo y a sus marionetas.
Majestad, 30.000 soldados de vuestro ejército e encuentran en el Sahara, ocupan por la fuerza una parte del territorio de un Estado hermano. El pueblo árabe saharaui, cree en Dios y sabe a dónde dirigir sus golpes, no ha empleado todavía la tercera parte de sus potencialidades en esta guerra. El pueblo árabe saharaui ha podido extender la guerra a ciertos puntos de vuestro territorio nacional.
En vuestro último discurso Majestad, habéis voluntariamente mentido al evocar el caso de Ceuta y Melilla y las Islas Chafarinas, que son parte del territorio marroquí y por lo tanto son una tierra árabe que no deben dejar.
Majestad, el acuerdo ilegal de Madrid, o dicho de otro modo, los que pusieron el acuerdo para repartir las riquezas de un pueblo árabe musulmán y continuar explotándole de otra forma, no han llegado más que a una discrepancia entre los mismos.
La Yamaa, de la que se pretende hacer que representa la voluntad del pueblo saharaui, se disolvió el 28 de noviembre de 1975 y la mayor parte de sus miembros llevan ahora las armas contra la ocupación de su territorio. Incluso el colonialismo español, vuestro aliado en el acuerdo de Madrid, confirmó esto: por su parte la organización de las Naciones Unidas constató que ni los principios internacionales ni los derechos humanos ni las resoluciones concernientes a Saguia el Hamra y Rio de Oro fueron respetados.
Majestad, vuestra aviación eligió como objetivo los campamentos del pueblo árabe saharaui musulman, que fue obligado a abandonar sus hogares.
La aviación marroquí bombardeo Tifariti, Amgala y Guelta causando así la muerte de varias decenas de saharauis cuya mayoría eran mujeres y niños.
Vuestra aviación bombardeó intensamente a Um Draiga en los días 18, 20 y 23 de febrero de 1976. Más de 7.000 personas resultaron alcanzadas. Espero, sinceramente, Majestad, que no hayáis estado al corriente de esto.
Majestad hemos proclamado el nacimiento de la República Árabe Saharaui Democrática. Apenas hemos estado influenciados por el hecho de que cierta parte de nuestro territorio se encuentre bajo dominio extranjero, porque era la voluntad de nuestro pueblo. No ha razón ya para que sigamos haciéndonos la guerra, ya que vuestros hermanos aquí son conscientes de lo que desean de la misma manera que son capaces de defender sus derechos. ¿No es preferible ahora cooperar en interés de nuestros pueblos y nuestras naciones? Por esta razón es un deber para nosotros el pedir a vuestra Majestad:
1)El reconocimiento de nuestro Estado independiente y neutral.
2)La promoción de una cooperación en interés de nuestros pueblos, de nuestra nación y del derecho internacional.
3)No tenga ningún temor que nuestro fosfato; estamos dispuestos a cooperar incluso si hay que dar más de lo que cogemos.
Majestad, la expulsión de un pueblo de su territorio, al genocidio al que se encuentran expuestos centenares de nuestros ciudadanos son una pesada responsabilidad. Nuestra esperanza es la de encontrar en Vos un oído atento. Grande es nuestra esperanza en su Majestad, conocida entre nosotros por su sabiduría y su convicción en los ideales del Islam.
6 de marzo 1976
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