Francisco Pancho Villa (1878-1923, México) Es uno de los independentistas mexicanos más importantes de la historia.
Vivió los atropellos de los terratenientes contra el pueblo. Un pueblo explotado incluso por aquellos que deberían haberle defendido, los elementos del clero. Sobre el papel del imperialismo español dijo:
"Nosotros los mexicanos hemos tenido 300 años de experiencia con los españoles. No han cambiado en carácter desde los conquistadores. No les pedimos que mezclaran su sangre con la nuestra. Los hemos arrojado dos veces y permitido volver con los mismos derechos que los mexicanos; y han usado esos derechos para robarnos nuestra tierra, para hacer esclavo al pueblo y para tomar las armas contra la libertad. Apoyaron a Porfirio Díaz. Fueron los españoles los que fraguaron el complot para llevar a Huerta al Palacio Nacional. Cuando Madero fue asesinado, los españoles celebraron banquetes jubilosos en todos los Estados de la República. Considero que somos muy generosos con los españoles."
Doroteo Arango, nombre verdadero de Pancho Villa, nació el 5 de junio de 1878 en la ciudad San Juan del Río en Durango. Sus padres, Agustín Arango y Micaela Arámbula, eran personas de pocos recursos financieros y se dedicaban a las labores del campo, actividad que también realizó cuando adolescente.
En esa época, sorprendió al dueño de la hacienda para la cual trabajaba ultrajando a su hermana. Vengando el honor de su familia, mató al hacendado y pasó a vivir refugiado en los montes de la región, donde conoció a grupos bandoleros y a ellos se incorporó, a principio para tener medios con que supervivir.
Con el tiempo, su nombre pasó a ser conocido y temido en la región. Pancho, sin embargo, robaba a los ricos y se lo repartía a la gente necesitada de su pueblo. Su ética y su carácter siempre guiaron su espíritu rebelde, aun en la vida de bandidaje, a la lucha contra las injusticias y la desigualdad del país. Era conocido como El Amigo de los Pobres, muchas veces, en tiempos difíciles de miseria, suministraba alimentos a regiones enteras y cuidaba del pueblo desalojado de sus poblados por las tropas federales.
Lucha revolucionaria
Desempeñó eficazmente su papel en el ejército insurgente en armas contra el General Porfirio Díaz. Se destacó como un excelente combatiente y organizador, obteniendo varias victorias para las fuerzas revolucionarias.
En 1911, toma Ciudad Juárez, una de las mayores y más brillantes victorias de la Revolución. Así, en mayo de este mismo año, Francisco Madero derroca a Porfirio Díaz y, después de un gobierno interino en manos de Francisco León de la Barra, Madero es electo presidente. Hasta el momento, Pancho Villa había luchado con el cargo de capitán, posteriormente, es nombrado general del ejército maderista.
El tribunal militar condenó a Pancho Villa al fusilamiento, pero Alfonso Madero detuvo la ejecución. Francisco Madero, viéndose forzado a apoyar a su general en jefe de la campaña, mandó a prender a Pancho Villa. Aun encarcelado, permaneció siempre leal a Madero. En el período que estuvo preso, aprovechó para hacer algo que había deseado ansiosamente en toda su vida, aprendió a leer y escribir. En nueve meses de aprendizaje ya podía realizar ambas actividades.
En 1912 logra huir de la prisión y consigue cruzar la frontera para los Estados Unidos. En México, la contrarrevolución avanzaba y los latifundistas, aliados con Victoriano Huerta, derrocaron y asesinaron a Madero. Tras su muerte, Huerta asume la presidencia. Sin embargo, Venustiano Carranza, gobernador de Coahuila, defendiendo el programa de reformas sociales de Madero (reparto de la tierra y nacionalización del petróleo), se levanta contra él alegando la inconstitucionalidad de la toma de poder.
Chihuahua es abandonada por el ejército federal y Pancho Villa es nombrado gobernador del Estado. Durante este período (1913 a 1915), confisca tierras de latifundistas y las distribuye entre los campesinos pobres. También repartía entre el pueblo la ganancia obtenida de los negocios del Estado.
Por fin, las tropas de Huerta son derrotadas y Carranza entra victorioso en la ciudad de México. Sin embargo, Villa y Zapata empiezan a confrontar a Carranza por su falta de disposición para impulsar las reformas sociales necesarias, principalmente la agraria.
Así, en la Convención de Aguascalientes, zapatistas y villistas entran en acuerdo para hacer oposición a Carranza y, el 4 de diciembre de 1914, firman el Pacto de Xochimilco, que establece una alianza entre la División del Norte y el Ejército Libertador del Sur.
Dos días después, Villa y Zapata se alzan en armas contra el antiguo compañero de guerra, pero las fuerzas de Carranza los derrotan. Con su ejército reducido, Pancho Villa, aun con sus tropas bastante debilitadas, sigue resistiendo. Además de eso, todavía reúne fuerzas para emprender una de las mayores hazañas de la historia. Habiéndose apoderado Estados Unidos de cerca dos millones y medio de kilómetros de tierras mexicanas, desde California hasta Florida, -lo que le significó un incremento de un tercio en su extensión y un violento exterminio de pueblos indígenas que allí habitaban- Pancho Villa invade “territorio estadounidense” a fin de restablecer el territorio Mexicano. Su acción no tuvo éxito, sin embargo representó un estorbo y un riesgo al imperialismo norteamericano.
En 1920, Adolfo de la Huerta asume el puesto de presidente interino y hace trámites para proponer a Villa su apoyo al nuevo gobierno y el cese de los conflictos armados. Sin embargo, antes de que se diera el encuentro, Villa ya se retira, sospechando de una trampa para prenderlo. Posteriormente, se le concede un buen terreno donde se dedica a las labores del campo junto a compañeros de combate.
Asesinato
Síntesis de su actuación
Siendo gobernador de Chihuahua, de un plumazo afectó las tierras ociosas de los latifundistas y las repartió entre los campesinos, pero también quería un pueblo educado.
El 8 de diciembre de 1914 adoptó a 300 niños en la ciudad de México, y los llevó a Chihuahua para darles instrucción y sustento. En Canutillo creó una escuela de Agronomía en la que estudiaban unos 400 niños de poblados cercanos. Para dicha escuela gestionó el envío de 11 de los mejores maestros del país. El lema del general era tierra y educación. Decía que no podía existir libertad mientras hubiera ignorancia. Además, impresionó con sus habilidades organizativas: Inició la normalización de la vida pública; se establecieron los servicios de ferrocarriles y telégrafos y se instaló la primera red inalámbrica de la frontera.
A efecto de combatir la corrupción, decretó que ningún soldado, sin previa autorización escrita, podría obtener dinero o bienes de particulares. Formuló proyectos de ley como el de la Ley sobre Expropiación por causa de utilidad pública; Ley Agraria del Estado de Chihuahua; Reformas a la Ley de Aparcería Rural; Ley para el Revalúo de la Propiedad Rústica y Ley sobre Protección del Patrimonio Familiar. Por último, abolió el vil derecho de pernada. Su administración lo revela como un hombre comprometido con las causas sociales.
Síntesis de su pensamiento
Antiimperialista y apasionado de la educación y el reparto justo de la tierra. Creía que la tierra para el pueblo y las escuelas resolverían todos los problemas de la civilización. Era conocido como El amigo de los pobres.
Citas importantes
"Ya es tiempo de que los prejuicios acaben, de que la sociedad se establezca sobre bases más sólidas, más naturales, más sabias, más justas y más nobles."
Soldado del pueblo y caudillo de mis soldados, servidor sincero y desinteresado de mi patria y de mi pueblo, leal hasta la muerte a mis jefes y a mis compañeros, el más alto sentimiento de patriotismo guía todos mis actos, patriota sincero y compañero ideal: Esos son los únicos títulos que sí reclamo, porque me pertenecen, porque he sabido conquistarlos al precio de mi sangre y de mis constantes esfuerzos."
Trascendencia histórica
Su antiimperialismo, sus leyes anti-latifundistas y la importancia de educar al pueblo continúan vigentes hoy en nuestras luchas.
El imperio jamás pudo hacerle olvidar al pueblo la obra de Villa aunque trató de mancillar su memoria.
Los legendarios Dorados de Pancho Villa
El general Villa formó un cuerpo élite al que por sus vestimentas él mismo llamaría “Los Dorados”, que se convertirían en su escolta personal. En la derrota y en la rendición, siguieron a su líder para brindarle protección en Canutillo y también algunos de ellos lo seguirían hasta su muerte en 1923
Juan de Dios Olivas / Apuntes Políticos
Entre todos los soldados que integraron la División del Norte durante la Revolución Mexicana, quienes formaron la escolta personal del general Francisco Villa se volverían legendarios.
Equipados cada uno con un máuser 7 milímetros, una pistola Colt .44 y un brioso corcel, además de su uniforme con sombrero Stetson 5x y una cazadora verde olivo que después cambiaron a color caqui, fueron conocidos como “Los Dorados”.
Fueron seleccionados desde el inicio de la campaña militar contra el gobierno del usurpador Victoriano Huerta por el propio Centauro; su lealtad y fiereza en combate lo habrían de acompañar hasta su muerte.
Al dar cualquiera de ellos una orden a la tropa, era aceptada como si el mismo Doroteo Arango la emitiera y se cumplía al pie de la letra, bajo pena de muerte.
Eran tan eficaces y valientes que su sola presencia en las batallas provocaba que se intensificaran los combates.
Los principales Dorados fueron elegidos por el general en el municipio de La Ascensión, Chihuahua, localizado en el noroeste de la entidad.
En el grupo de escoltas se encontraban Nicolás Fernández, Candelario Cervantes, Martín López, Manuel Baca, José I. Prieto, Pedro Luján, Juan B. Vargas y Encarnación Márquez, quien fue el primer líder de este cuerpo militar hasta su muerte.
Aún sin tener el nombre de Dorados, participaron en las batallas de Tierra Blanca, Ojinaga, Chihuahua, y Torreón; pero ya con esa denominación formal que les dio su líder, y organizados como un cuerpo élite de la División del Norte, encabezaron la toma de Zacatecas donde cabalgaron como verdaderos centauros.
En la derrota y en la rendición, siguieron a su líder para brindarle protección en Canutillo y también algunos de ellos lo seguirían hasta su muerte en 1923.
El general Villa formó un cuerpo élite al que por sus vestimentas él mismo llamaría “Los Dorados”, que se convertirían en su escolta personal. En la derrota y en la rendición, siguieron a su líder para brindarle protección en Canutillo y también algunos de ellos lo seguirían hasta su muerte en 1923
¡VIVA VILLA!
Luego del asesinato de Madero y Pino Suárez en febrero de 1913, Francisco Villa, quien se encontraba exiliado en El Paso tras haberse fugado de la prisión militar de Santiago Tlatelolco en la ciudad de México, decide regresar al país en el mes de marzo de ese mismo año.
Villa, en sus memorias, relata que cruza en la noche por los Partidos, en el actual Valle de Juárez, acompañado de Manuel Ochoa, Miguel Saavedra, Darío Silva, Carlos Jauregui, Tomás N. Juan Dozal, Pedro Sapién y otro cuyo nombre no recuerda para cabalgar y amanecer en Samalayuca, donde se detienen para almorzar.
Después siguen y en la noche arriban a Las Amarguras para descansar. A los tres días arriban a la Hacienda del Carmen, después a la del Saucito cerca de Rubio, y en una semana ya estaban en San Andrés.
En cada rancho o pueblo que pisaban, se le iban sumando centenares de hombres entre ellos quienes formarían parte de la legendaria escolta de Dorados.
También en cada poblado va haciéndose popular la frase “¡Viva Villa!” el grito de guerra de los villistas que trascendería el tiempo.
“Vamos a comenzar a combatir la tiranía, compadre, atienda usted mis súplicas, vamos a unirnos, junte usted la gente del pueblo de San José y de Santa Juana de las Cuevas, mientras veo cuánta gente junto por el Pilar de Conchos y Valle del Rosario”, le escribió Villa en un correo al coronel Fidel Ávila.
Después captura un tren con barras de plata y tras ser repelido en San Andrés por los federales de Huerta, el centauro se dirige a Casas Grandes que era defendida por el general Salazar.
Ahí captura la plaza y toma 60 prisiones que manda ejecutar formándolos de tres en fondo para fusilarlos con una sola bala y ahorrar municiones.
De Casas Grandes, parte a La Ascensión donde estaciona sus tropas por espacio de un mes en el que adquiere municiones, organiza a sus soldados y elige a su escolta personal que al tiempo va a crecer y la bautizará con el nombre de Los Dorados.
En esa localidad, Villa también recibe a los enviados de Venustiano Carranza y se suma al Plan de Guadalupe.
El enviado, Juan Sánchez Azcona, le solicita que se subordinara ante la autoridad del Primer Jefe y acepte como superior y ponga sus tropas al mando de Álvaro Obregón, quien había sido elegido jefe de armas de la zona noroeste.
De acuerdo con el escritor y cronista de la Revolución, Martín Luis Guzmán, en Memorias de Pancho Villa, el Centauro habría de rechazar la orden:
“Señor (Juan Sánchez Azcona), diga usted a don Venustiano Carranza que yo prohíjo el Plan de Guadalupe, y que lo acepto a él como Primer Jefe, y que estoy pronto a obedecerlo en todo lo que convenga a la Revolución y a los intereses del pueblo; que si de veras es hombre revolucionario puede vivir seguro de mi amistad y mi lealtad. Pero dígale también que no acepto que nadie venga a mandarme en mi campo militar, que nosotros sabemos aquí lo que estamos haciendo, y si llegan a faltarnos generales, ya los nombraremos de entre nosotros mismos, pues así como nadie nos ha enseñado a pelear ni a cumplir con el deber, así tampoco nos mandará un hombre que nosotros no consagremos por nuestro jefe”.
La respuesta de Carranza fue nombrarlo general brigadier, cargo con el que emprendería sus más famosas batallas que definieron el rumbo de la Revolución Mexicana, pero que fue ratificado por sus mismos hombres el 29 de septiembre de 1913.
PRESENTE, MI GENERAL
Tras apoderarse del estado de Chihuahua, entre enero y marzo de 1914, Villa organiza a la División del Norte y crea cuatro corporaciones que dependerían directamente del Cuartel general: El Estado mayor, la Escolta personal del general en jefe (Dorados), La Artillería y la Brigada Sanitaria.
La Escolta personal del general en jefe, estaba conformada por hombres elegidos por el Centauro en el municipio de La Ascensión que posteriormente formaron parte del Cuerpo de guían de la Brigada Villa, que comandó hasta su muerte en San Andrés, el capitán Encarnación Márquez y luego Pancho Sáenz.
Villa seleccionó personalmente de las distintas brigadas a 99 oficiales de lo mejor de las distintas brigadas y formó un cuerpo élite al que por sus vestimentas él mismo llamaría “Los Dorados”, que se convertirían en su escolta personal.
Como el Dorado número 100 y primer jefe de la escolta, sería elegido el coronel Jesús M. Ríos, originario de la sierra de Chihuahua.
El nombre de la unidad también fue elegido por Villa, aunque se desconoce a la fecha su significado. Algunos creen que fue por la insignia dorada que llevaban en el sombrero, otros por las monedas de oro con las que pagaban lo que adquirían y otros más como analogía con el famoso grupo de bandoleros llamado “Los Plateados”.
De acuerdo con el historiador Friedrich Katz, los hombres que integraron la escolta, eran experimentados y valientes quienes al principio se limitaban a brindarle seguridad, pero pronto le servían de ayudantes y ejecutaban a sus enemigos como si se tratara de la vieja guardia de Napoleón.
Los Dorados transmitían órdenes verbales a los jefes de las corporaciones y cooperaban para hacer entrar en combate a las tropas.
En las batallas, se distribuían por grupos en las brigadas y formaban el enlace con el Cuartel general.
Villa escogía personalmente a cada uno de sus escoltas basándose en la lealtad y destreza en el combate. También entre los Dorados se encontraban muchos de sus parientes al pensar que le resultarían incondicionales.
Cada vez que el Centauro escuchaba que un soldado u oficial se había distinguido en batalla, lo incorporaba a sus Dorados.
Así, Candelario Cervantes, llamaría su atención porque durante el ataque a la hacienda de Santa Clara los villistas no tenían artillería que los apoyara y cargando una recua de mulas con unas cuantas piezas de madera, se acercó a las líneas enemigas y en voz alta fingió dar órdenes a sus soldados para disparar los cañones. Los federales fueron presas del pánico y se rindieron.
Por su parte, Carlos Gutiérrez Galindo sedujo la imaginación del Centauro y fue incorporado también a los Dorados después de caer herido y su caballo muerto en un ataque.
Cuando su unidad se retira, los federales acuden al campo de batalla para rematar a todos los heridos. Para salvarse, saca las entrañas de su caballo muerto y se esconde durante horas dentro del vientre hasta que las tropas villistas avanzan de nuevo y puede salir de su escondite.
Martin y Pablo López, fueron reclutados siendo adolescentes y seleccionados por su temeridad. Fueron hombres a los que llego a considerar como sus hijos y por quienes el Centauro lloró cuando murieron.
En tanto Manuel Baca Valle, fue elegido como Dorado por su lealtad al Centauro ya que desde antes de la Revolución había sido socio de Villa durante sus tiempos de bandido y tenía un largo expediente criminal ligado al entonces jefe de la División del Norte.
Al igual que Rodolfo Fierro, Baca Valle era uno de los verdugos más despiadados de la División del Norte. Según Katz, podía matar a sus enemigos personales lo mismo que a gente elegida al azar.
Por los Dorados, Villa estuvo a punto de fusilar en alguna ocasión al general Rodolfo Fierra, su mano derecha, luego de que, durante una de las batallas del Bajío, provocó que un contingente numeroso perdiera la vida.
Tras esas derrotas, la División del Norte quedaría desarticulada y Villa entraría en una nueva fase de guerrilla a las que los Dorados lo acompañarían.
Uno de ellos, Candelario Cervantes, encabezaría en 1916 el ataque al poblado de Columbus, Nuevo México, tras lo cual 10 mil soldados estadounidenses ingresarían a México a perseguir al Centauro sin lograr atraparlo.
Años después cuando el enemigo número uno de Villa, Venustiano Carranza, murió asesinado en Tlaxcalantongo, Puebla, y asume Adolfo de la Huerta como presidente interino de México, el Centauro se rinde y se retira a la hacienda de Canutillo, Durango, acompañado de los Dorados que le quedaban.
Algunos de ellos morirían con él aquella mañana del 20 de julio de 1923 en las calles de Parral, Chihuahua, demostrándole su lealtad hasta el final.
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