lunes, 14 de septiembre de 2020

14 Septiembre 1867 El Capital, Primera Edición. Alemania


EL CAPITAL

Por fin, en 1867, vio la luz en Hamburgo el tomo primero de "El Capital, Crítica de la Economía política", la obra principal de Marx, en la que se exponen las bases de sus ideas económico-socialistas y los rasgos fundamentales de su crítica de la sociedad existente, del modo de producción capitalista y de sus consecuencias. La segunda edición de esta obra que hace época se publicó en 1872; el autor se ocupa actualmente de la preparación del segundo tomo.

Entretanto, el movimiento obrero de diversos países de Europa había vuelto a fortalecerse en tal medida, que Marx pudo pensar en poner en práctica un deseo acariciado desde hacía largo tiempo: fundar una asociación obrera que abarcase los países más adelantados de Europa y América y que había de personificar, por decirlo así, el carácter internacional del movimiento socialista tanto ante los propios obreros como ante los burgueses y los gobiernos, para animar y fortalecer al proletariado y para atemorizar a sus enemigos. Dio ocasión para exponer la idea, que fue acogida con entusiasmo, un mitin popular celebrado en el Saint Martin's Hall de Londres, el 28 de septiembre de 1864, a favor de Polonia, que volvía a ser aplastada por Rusia. Quedó fundada así la Asociación Internacional de los Trabajadores. En la Asamblea se eligió un Consejo General provisional, con residencia en Londres. El alma de este Consejo General, como de los que le siguieron hasta el Congreso de La Haya 19, fue Marx. El redactó casi todos los documentos lanzados por el Consejo General de la Internacional, desde el Manifiesto Inaugural de 1864, hasta el manifiesto sobre la guerra civil de Francia en 1871. Exponer la actuación de Marx en la Internacional, equivaldría a escribir la historia de esta misma Asociación que, por lo demás, vive todavía en el recuerdo de los obreros de Europa.

Federico Engels.

Biografia de Carlos Marx

Escrito: A mediados de junio de 1877.

Primera edición: En Brunswick, Alemania, en el almanaque Volks-Kalender, 1878.

Edición electrónica: Marxists Internet Archive, marzo de 2000.


El Capital

El Capital es el título de la obra principal de Carlos Marx; obra genial e inmortal que produjo una completa revolución en las concepciones sobre la sociedad humana y puso al socialismo sobre carriles científicos. “El Capital es la obra económico-política más grande de nuestro siglo” (Lenin). Marx llamaba a El Capital la obra de su vida: la comenzó a mediados de la década del 40 y continuó trabajando en ella hasta su muerte. El primer tomo de El Capital se publicó en 1867; los tomos siguientes, se publicaron después de la muerte de Marx, preparados y editados por Federico Engels: el segundo en 1885, el tercero en 1894. 

La primera traducción rusa del primer tomo de El Capital comenzada por G. Lopatin y terminada por F. Danielson, se publicó en 1872. Marx hizo un análisis cabal del modo capitalista de producción como formación económico-social: descubrió la ley que rige su nacimiento, su desarrollo y su muerte. El Capital representa “un modelo de análisis científico, según el método materialista, de una sola --y la más complicada-- formación social, un modelo reconocido por todos y que nadie ha sobrepasado” (Lenin). La economía política burguesa, hasta en sus mejores representantes, concebía el régimen capitalista como la forma “natural”, eterna de la sociedad. En cambio, con El Capital, Marx fundamentó, de manera irrefutable, y desarrolló la tesis --ya defendida por él antes en otros trabajos--, de que el régimen capitalista de las relaciones sociales constituye una forma transitoria, histórica, de la producción social; forma que, regida por una ley natural, aparece en una determinada fase del desarrollo de la humanidad, pero que de acuerdo con esta misma ley debe perecer en el fuego de la revolución proletaria, cediendo su lugar a formas nuevas, más progresistas, de la vida social. Los críticos del capitalismo, los socialistas utópicos, soñaban con libertar a la humanidad del yugo capitalista inventando no pocas veces esquemas y remedios geniales, pero fantásticos. Esperaban llevar a cabo estos esquemas convenciendo de su justicia y conveniencia a la humanidad y, en primer lugar, a las clases dominantes.

 Con El Capital, por el contrario, Marx “puso término a la concepción sobre la sociedad como un agregado mecánico de individuos que nació y cambia casualmente, que admite todos los cambios por la voluntad de las autoridades (o, lo que es igual, por la voluntad de la sociedad y del gobierno), y por vez primera situó la sociología sobre una base científica, fijando el concepto de formación económico-social como un conjunto de determinadas relaciones de producción y poniendo de manifiesto que el desarrollo de tales formaciones es un proceso histórico-natural” (Lenin). Descubrió la ley económica del movimiento de la sociedad capitalista y demostró que el comunismo es una fase futura completamente inevitable en el desarrollo de la humanidad; que su aparición es preparada por toda la historia de la humanidad, por las leyes internas del desarrollo del propio capitalismo. 

Marx mostró los factores materiales y las fuerzas sociales que conducen a la muerte del régimen capitalista. Demostró que el modo capitalista de producción es, en ciertos marcos y en una determinada etapa histórica, un modo progresista, por cuanto las relaciones capitalistas estimulaban el desarrollo de las fuerzas productivas y, además, un desarrollo mucho más rápido que el de las formaciones sociales que habían precedido al capitalismo. Sin embargo, este crecimiento de las fuerzas productivas es alcanzado, en primer lugar, al precio de un derroche voraz de la fuerza productiva principal: la fuerza de trabajo del proletariado, así como de las fuerzas de la Naturaleza; en segundo lugar, tal crecimiento tiene un carácter unilateral y se realiza muy desigualmente, deteniendo el desarrollo de una serie de ramas de la producción; en tercer lugar, ese crecimiento de las fuerzas productivas viene a ser mortal para el capitalismo, puesto que paulatinamente va entrando en contradicción irreconciliable con las relaciones de la propiedad privada, se hace incompatible con ellas y comienza a exigir el paso a otras relaciones sociales más progresistas. 

El capitalismo se convierte cada vez más en una traba para las fuerzas productivas en desarrollo. El crecimiento de las fuerzas productivas de la sociedad capitalista se efectúa a base de la socialización del trabajo. Bajo el capitalismo, esta socialización se expresa ante todo, en que a medida que se desarrolla la distribución del trabajo dentro de la sociedad, el trabajo de cada individuo se convierte cada vez en mayor medida, en una parte pequeña y no independiente del trabajo de toda la sociedad; y también en el hecho de que la producción capitalista bajo la presión de sus leyes internas, se centraliza, se concentra en empresas cada vez más grandes. El crecimiento y desarrollo bajo el capitalismo de las formas colectivas de trabajo y, principalmente, la aplicación cada día creciente de las máquinas, conduce al desplazamiento de los pequeños capitalistas. Los capitalistas más grandes se apoderan de la mayor parte de la producción social. Esta socialización del trabajo, específicamente capitalista, está vinculada, no con la abolición de la propiedad privada sobre los medios de producción, sino con su ulterior afianzamiento. Como resultado de este proceso crece y se acentúa progresivamente la contradicción fundamental de la sociedad capitalista: la contradicción entre el carácter social de la producción y la forma capitalista privada de apropiación de sus frutos (lo que, dicho sea de paso, se expresa en las crisis de superproducción). Al mismo tiempo, se agudizan todas las demás contradicciones dentro de la sociedad capitalista, dentro de esta “última forma antagónica de proceso social de producción” (Marx). En su teoría de la plusvalía, Marx pone al descubierto la esencia de la explotación capitalista de los obreros asalariados, que son los auténticos creadores de toda la riqueza de la sociedad burguesa. 

Lenin dijo quo esta teoría “es la piedra angular de la teoría económica de Marx”. Al crear su teoría de la plusvalía, Marx descubrió el fundamento de la existencia de las clases capitalistas, poniendo de relieve la propia esencia de la explotación capitalista que tan esforzadamente trata de ocultar la economía burguesa. El obrero trabaja para el capitalista vendiéndole su fuerza de trabajo al precio de los medios de vida que necesita para reponer dicha fuerza. Pero el obrero crea un valor mucho mayor. De toda la diferencia entre el valor del producto creado por el obrero y el valor de su fuerza de trabajo, la clase capitalista se apropia en forma de plusvalía, que constituye la base de todas las formas del ingreso capitalista: ganancias, intereses, rentas, impuestos. Frente al proletariado, la clase capitalista actúa como un explotador colectivo, como una sola clase, cuya existencia se nutre de la apropiación de la plusvalía. La carrera del capital detrás de la plusvalía conduce al aumento constante de las normas de explotación del trabajo bajo el capitalismo. 

Marx pinta con los más vivos colores la lucha del capital por aumentar su cuota en el producto creado por los obreros. La prolongación inaudita de la jornada, el ahorro bárbaro en cuanto a las condiciones de seguridad del trabajo, que produce miles y miles de víctimas, el exterminio en masa de niños, la destrucción de la fuerza de trabajo, la mutilación física de millones de obreros, tales son los medios a los que recurre el capital para satisfacer su “avidez lobuna de plustrabajo”. Incluso la aplicación de máquinas, el desarrollo de las fuerzas productivas en la sociedad capitalista, no es para el capital un medio para aliviar el trabajo de los obreros asalariados, sino un medio para aumentar el porcentaje de la plusvalía, un medio para poder apropiarse de una mayor plusvalía. A medida que se desarrolla el capitalismo crece también la explotación y empeora la situación de la clase obrera. En la sociedad capitalista, el crecimiento de las relaciones capitalistas y la aplicación de las máquinas conducen al paro forzoso y a crear una reserva del ejército de trabajo, reserva compuesta por la fuerza de trabajo sobrante que, al presionar constantemente sobre el mercado, permite al capitalista rebajar los salarios a un nivel inferior al valor de la fuerza de trabajo. El obrero gana menos, tanto relativa como absolutamente. “La acumulación de riqueza en un polo es al mismo tiempo la acumulación de miseria, de suplicio de trabajo, de esclavitud, de ignorancia, de embrutecimiento y degradación moral en el polo opuesto, es decir, en la clase que crea su propio producto como capital” (Marx). 

El desarrollo del capitalismo no ofrece a la clase obrera ninguna posibilidad de mejorar su situación en los marcos de ese régimen. Por eso, precisamente, el proletariado es la clase cuyos intereses están directamente enfrentados, para destruirlos, a los fundamentos del régimen capitalista. Asimismo, “al aumentar la dependencia de los obreros respecto al capital, el régimen capitalista crea una gran potencia del trabajo unido” (Lenin). En el curso de la concentración y de la centralización de la producción capitalista se efectúa un constante aumento del número de los asalariados a expensas de los pequeños propietarios y, particularmente, de los campesinos, a quienes el capitalismo arruina más y más. El proletariado aumenta. Los obreros se concentran en masas cada vez más cohesionadas dentro de los muros de las grandes empresas capitalistas. Así, en el curso de su desarrollo, el propio capitalismo engendra la fuerza social a cuyas manos habrá de perecer. Al conquistar el Poder mediante la revolución, el proletariado establece su dictadura y expropia a los expropiadores. Marx señaló también la situación desesperante, bajo las condiciones del capitalismo, de la masa de los pequeños propietarios y, particularmente, de los pequeños campesinos, todos cruelmente explotados por el capital.

El capitalismo lleva a la masa fundamental de los pequeños propietarios a la ruina inevitable y a su conversión en proletarios. “Marx, este marxista de principios, el más grande de todos los marxistas, aconsejó firmemente al partido de los comunistas no perder de vista a los campesinos, conquistarlos al lado del proletariado y procurarse su apoyo en la futura revolución proletaria” (Stalin). Las leyes descubiertas por Marx, que rigen el nacimiento, el desarrollo y la muerte de la sociedad capitalista, no significan ni mucho menos, que la historia sea independiente de la lucha de clases y que al margen de ésta conduzca a la humanidad al comunismo. La ley fundamental que rige el desarrollo del capitalismo, como el de toda sociedad dividida en clases, es el aumento y la agudización de sus contradicciones, el crecimiento y la acentuación de la lucha de clases. El conocimiento de las leyes del desarrollo del capitalismo permite al proletariado encaminar su lucha contra el régimen capitalista por el cauce necesario, conocer a sus enemigos, hallar sus aliados y marchar confiadamente hacia la victoria, hacia el establecimiento de su dictadura. El Capital da una cabal fundamentación de la necesidad histórica de la dictadura del proletariado y de lo inevitable de su triunfo como resultado de la revolución socialista victoriosa.

La doctrina de Marx ha dado al proletariado de todo el mundo la comprensión de su propio papel histórico, señalándole las vías y los métodos de lucha contra el capitalismo y de la victoria sobre él. El Capital de Marx no es sólo una obra de economía. Es también la obra más grande de historia y de filosofía, en la que de manera desarrollada se da una fundamentación de la teoría marxista del materialismo histórico, ante todo, en su aplicación a la investigación universal de una determinada formación económico-social: el capitalismo. El Capital es también un modelo insuperable de análisis y de aplicación de la dialéctica materialista al estudio de la sociedad humana. La dialéctica de la sociedad burguesa es para Marx, “sólo un caso particular de dialéctica” (Lenin). En plena consonancia con la realidad efectiva, Marx examina en El Capital el modo social de producción como la base de toda la vida social; lo analiza, no como un modo eterno e inmutable, sino como un modo que históricamente nace, se desarrolla y prepara necesariamente las condiciones de su muerte. 

El Capital reúne en sí la calidad científica más profunda con la más grande firmeza militante. El Capital lleva como subtítulo “Crítica de la Economía Política”, que corresponde plenamente a su contenido teórico. A la vez que la investigación de las leyes que rigen el capitalismo, El Capital hace también la crítica científica de la economía política burguesa. Desde la aparición de esta gigantesca obra, en la que se demuestra científicamente la inevitabilidad de la bancarrota del capitalismo y su sustitución revolucionaria por la sociedad socialista, la ciencia burguesa lleva hasta nuestros días una lucha intransigente contra El Capital, desfigurándolo calumniosamente. La crítica implacable de las teorías enemigas del comunismo y el desarrollo ulterior de la doctrina de Marx y de las ideas de su inmortal obra --El Capital--, hallaron su auténtica encarnación creadora en las obras geniales de Lenin y de Stalin.

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FUENTES

http://www.filosofia.org/enc/ros/elc.htm#:~:text=El%20Capital%20es%20la%20gran,nuestro%20siglo%E2%80%9D%20(Lenin).&text=El%20Capital%20es%20un%20an%C3%A1lisis,econ%C3%B3mico%20de%20la%20sociedad%20moderna%E2%80%9D.

https://www.marxists.org/espanol/m-e/1870s/cmarx.htm

https://www.marxists.org/espanol/m-e/indice.htm


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