PARTE SOBRE EL COMBATE DE WILLIAM MORRIS
Fecha: 1970 09 09Grupo: Montoneros
País: Argentina
Comunicado
PARTE DE MONTONEROS SOBRE EL COMBATE DE W. MORRIS
La muerte de Fernando Abal Medina y Carlos Ramus, ocurrida en combate el 7 de setiembre, fue celebrada por el régimen con la habitual catarata de calumnias y versiones desfiguradas. Dos días más tarde los Montoneros contestaron con el siguiente comunicado, dirigido al pueblo:
"La conducción de los Montoneros ante las versiones falsas y contradictorias de la policía, comunica:
1) Por razones del funcionamiento y no previas a una operación, el día 7 del corriente a las 20.05, ingresaron al bar "La Rueda" de W.C. Morris, los compañeros Fernando Abal Medina y Luis Rodeiro, quedando al volante de un Peugeot Carlos G. Ramus.
A las 20.15 hs., ingresó al bar otro compañero., quedando un quinto en un Fiat 1500. A las 20.20 hs. arribó al lugar un patrullero de la policía con tres efectivos uniformados y uno de civil, dirigiéndose simultáneamente dos de éstos hacia el Fiat, uno hacia el Peugeot y el de civil hacia el interior del bar.
Simultáneamente en el Fiat es palpado de armas un compañero que se encontraba desarmado, en el interior del bar el policía pidió documentos y se le exhibieron chapas policiales procediendo, en consecuencia a retirarse. En ese momento afuera se produjo un tiroteo entre el compañero RAMUS y el policía que lo abordó, tiroteo que luego se generaliza quedando cercados los compañeros que se encontraban dentro del bar.
El compañero Ramus muere dentro del Peugeot. Al salir por la única puerta del bar Abal Medina y otro compañero, cubriendo su salida con sus armas, el primero es muerto a balazos mientras que el segundo una vez roto el cerco policial, tras quedar sin municiones y luego de comprobar que los compañeros Abal Medina y Ramus se encontraban muertos, se retira a pie de la-zona sin haber sufrido ninguna herida. En iguales circunstancias se retira el compañero del Fiat que tampoco se encontraba herido.
Luego de finalizado el tiroteo el compañero Rodeiro, que no portaba arma, fue detenido por la policía.
2) En virtud de nuestra honestidad revolucionaria, afirmamos que la pérdida de dos combatientes se debe pura y exclusivamente a un error propio al no haber establecido un adecuado control sobre el lugar en el cual se habían reunido los compañeros.
3) Pese a lo señalado los cinco compañeros presentes actuaron como dignos soldados, y tanto Abal Medina como Ramus cumplieron heroicamente la consigna de resistir hasta la muerte.
Además hacemos notar que los compañeros caídos, a pesar de ser perseguidos por las fuerzas represivas de todo el país, no dejaron la lucha emprendida hace años. Prueba de ello es la operación de recuperación de dinero y armas realizado el 1° de setiembre a las 17.10 hs. en el Banco de Galicia y Buenos Aires de Ramos Mejía, donde se recuperaron 13.750.000 pesos m/n, una pistola ametralladora UZI con un solo cargador, dos pistolas Brownings 9 mm. con 4 cargadores y un revólver calibre 32 largo.
4) Advertimos a los delatores que todos aquellos que por cualquier razón traicionen al pueblo al que pertenecen delatando a sus combatientes, serán pasados por las armas no bien sean hallados y sin previo aviso.
En cuanto a los policías, recordamos que son los "servidores del orden de los vende-patrias", a quienes no les importa sacrificar a cien o mil de ellos con tal de eliminar a alguno de los nuestros; que nuestra lucha no es contra ellos sino contra el régimen gorila, pero que no vacilaremos en tirar a matar toda vez que ellos lo hagan necesario y que ejecutaremos a todos aquellos que sean identificados como torturadores.
5) Sabemos que esta larga lucha por la Independencia Nacional es dura que todavía el pueblo ha de sufrir más bajas, pero no es hora de llorar sino de retomar las armas de los caídos, para continuar la RESISTENCIA ARMADA junto a las organizaciones hermanas por el Retorno de Perón en una PATRIA LIBRE, JUSTA Y SOBERANA.
PERÓN O MUERTE — VIVA LA PATRIA
MONTONEROS
FUENTE: Militancia peronista para la liberación, Nº 13.
FERNANDO ABAL MEDINA, LAS HUELLAS DE UNA PASION
Por Ignacio Vélez Carreras
contacto@miradasalsur.co
Muy delgado, cara de niño, de mirada penetrante y una inocultable ternura inocente, la imagen, el recuerdo de Fernando Abal Medina es imborrable.
Sin duda fue un líder nato. Se ubicaba en las situaciones o escenarios más complejos con increíble rapidez y con la misma velocidad tomaba decisiones. Decidido, apasionado, con claridad social y política de dónde estaban las víctimas y dónde los victimarios. Siempre en claro de qué lado debíamos estar nosotros.
Su audacia ejercida con una sonrisa irónica y gran desparpajo, no tenía límites. Cuando aparecieron en la calle los afiches de “buscado” con su foto, ante el terror de sus compañeros, se acercaba para cerciorarse si la imagen se le parecía. Sin embargo y pese a la dureza que aquellos años nos habían obligado a representar, por momentos alcanzaba grados de ternura y compañerismo donde florecía el pibe porteño lleno de sueños e inquietudes. Pibe que no olvidaba la plaza del barrio, su plaza, la de los juegos infantiles, ubicada en el centro del poder, la Plaza de Mayo. Y de allí provenían sus recuerdos de los cambios de guardia, con que nos deslumbraba a los provincianos, y lo que pasó cuando su pelota se entreveró entre las botas de los granaderos.
Fernando venía de una familia católica practicante, como la mayoría de los que conformamos los grupos iniciales de Montoneros. Su formación católica fue ensanchándose con el tiempo hacia una mirada cristiana que comenzó a expresarse en el nacionalismo popular y el cristianismo revolucionario que, como alternativa política excluyente, se expresaba en el movimiento popular, el peronismo brutalmente reprimido, proscripto y con su líder en el exilio.
Sus pasos, nuestros pasos, seguidos por decenas de miles de militantes, descubrieron pronto que ese nacionalismo popular tenía límites precisos. Que para enfrentar los intereses imperiales no se podía contar con una alianza estratégica con la burguesía local. Que sólo los trabajadores y el pueblo expresados a través del peronismo revolucionario eran los “portadores” de los cambios profundos que conducirían a la patria justa, libre y soberana.
EMILIO MAZA |
Pero el ir descubriendo la historia de la violencia brutal con que los sectores del poder en Argentina habían tratado de resolver las contradicciones políticas y sociales, se consolidó la urgencia de la transformación revolucionaria. Con el ejemplo de Camilo Torres, el cura revolucionario colombiano, que decía “no sabemos si Dios es mortal pero lo que si sabemos es que el hambre es mortal”, Fernando sintió la necesidad de emprender sin más demoras el difícil camino de intentar impulsar el proceso de liberación. Más aún en 1966, cuando Onganía amenazaba perpetuarse más de 20 años en el poder.
Hubo sin duda hechos que se destacaron, marcas en la vida de nuestro pueblo, que nos formaron e impactaron profundamente. La violencia brutal de los bombardeos a Plaza de Mayo con sus consecuencias en muertes de cientos de vidas inocentes. Los crímenes del 9 de junio del ’56 cuando, para aterrorizar y escarmentar a nuestro pueblo, en forma cruel, ilegítima e ilegal, el dictador Aramburu mandó a asesinar a los oficiales patriotas y a los civiles peronistas, que con el general Valle a la cabeza buscaban el retorno al país del orden democrático. La aplicación durante el gobierno de Frondizi por imposición militar del Plan Conintes, cuya represión absolutamente ilegal es uno de los antecedentes del terrorismo de Estado posterior a 1976.
¿Qué podía esperar Fernando? ¿Qué podíamos esperar los jóvenes ansiosos por participar en la vida de nuestro pueblo, de esa historia de los últimos años que culminaba con el golpe de Onganía en 1966? Una sociedad que a Fernando y a miles de nosotros nos formó con el catecismo en la mano, en el amor al prójimo, en el compromiso con los humildes, y en los principios de la democracia cuya dirigencia convalidaba a través de la asociación perversa de milicos, curas, políticos, jueces y burócratas sindicales la dictadura de Onganía y la transnacionalización de la economía de Krieger Vasena en beneficios del poder económico local asociado a los intereses imperiales.
Esa miseria ética y política de nuestra dirigencia, esa violencia criminal del poder dominante ejercida a través de las Fuerzas Armadas, impactó en forma definitiva en nuestra generación. Y por lo tanto, caló profundamente en la sensibilidad rebelde de ese Fernando apasionado y vital que no soportaba ver cómo se pretendía arrodillar a nuestro pueblo arrebatándole la justicia y la dignidad, tratando de no dejar en nuestra patria ni un solo ladrillo que fuera peronista.
Estaba claro que el poder económico, la dictadura, habían instalado la represión y la muerte en la historia, en la vida de nuestro pueblo. Les habían puesto un techo de sangre y terror a nuestros sueños transformadores. Fernando lo vivió como algo insoportable que lo llevó a asumir, como dice la Constitución Nacional, que “todo ciudadano argentino está obligado a armarse en defensa de la patria y de esta Constitución”.
Lo demás es conocido. Williams Morris, La Rueda, se integraron como muchas otras palabras simbólicas al imaginario de la militancia como parte de una historia propia constitutiva de un futuro hoy presente, ganado con la lucha. La Comisaría de Frías, Felipe Vallese, Taco Ralo, Envar El Kadri, Amanda Peralta, Carlitos Caride, el Aramburazo, Emilio Maza, Gustavo Ramus, el negro Sabino, Graciela Doldán, La Calera, el combate de Ferreira, Carlos y Miguelito Olmedo, el viejo Logiurato, el Tata de Gral. Rodríguez, Trelew y otros muchos son nombres, lugares, palabras hoy convertidos en leyendas para la militancia. Hitos que nuestro pueblo reconoce, sabe, siente, que alcanzaron su síntesis en Evita y el Che y que fueron piezas esenciales entre muchas para la construcción de este presente maravilloso y esperanzador que vive nuestra Patria.
Fernando, Emilio, los que ya no están pero siguen en nosotros, aportaron a este Eternauta héroe colectivo que es nuestro pueblo, la capacidad de que hoy, con el ejemplo de Néstor y conducidos por Cristina, siga peleando con Memoria, Verdad y Justicia por la igualdad, la dignidad y la libertad. Lo que Fernando y el movimiento popular sintetizaban en la “felicidad del pueblo y la grandeza de la Nación”.
Fuente: Miradas al Sur.
MARCHA PERONISTA
RAMUS, Carlos Gustavo. Militante del Peronismo Revolucionario
Nació en 1948. Estudiaba en el Colegio Nacional Buenos Aires (promoción 67), siendo sus compañeros de grado Fernando Abal Medina y Mario Eduardo Firmenich. Para esa época era muy nacionalista y disfrutaba leyendo la historia argentina escrita por José María Rosa, las reflexiones de Arturo Jauretche, los ensayos políticos de Juan José Hernández Arregui y las denuncias de Raúl Scalabrini Ortíz. Algunos aspectos de su personalidad y pensamiento en formación, se pueden encontrar en un trabajo que le solicitó el Departamento de Extensión Cultural de ese colegio secundario.
Inició luego estudios universitarios de Economía en la Universidad de Buenos Aires. Empezó su militancia conjuntamente con aquellos dos amigos antes citados, en un grupo católico orientado por el Padre Carlos Mugica: la Juventud Estudiantil Católica (JEC). Fue a Tartagal (Salta) con un pequeño contingente de la Acción Misionera Argentina (AMA) que dependía de la Acción Católica Argentina (ACA) y desarrollaban campamentos de trabajo. La pobreza ancestral de los hacheros lo conmovió muy fuertemente. Contó que habló con ellos y supo que a esta pobre gente le pagaban con vales que cambiaban por fideos apolillados.
Ramus los ayudó a organizarse, a sindicalizarse y cuando volvió a Buenos Aires hizo la denuncia, logrando que algunos medios la registraran. Comenzó a plantearse con otros compañeros, el uso legítimo de la violencia como única manera de defensa, porque en ciertos casos –como el de los hacheros- la primera violencia era la que ejercían los patrones, al rebajarlos a la más extrema pobreza y marginalidad jamás imaginada. Profundizó su compromiso cristiano y asumió el peronismo. Comenzó a leer a Di Paola, Mao Tse Tung, la encíclica “Populorum Progressio” y todo lo que había sobre economía peronista del 46 al 55 y sobre guerra de guerrillas.
La Revolución Cubana no pasó inadvertida para su conocimiento. Su hermana Susana Jorgelina Ramus recuerda: “No tenía miedo a las consecuencias de sus acciones, su temor era el de equivocarse como cristiano y no hacer lo necesario para mostrarle a los militares asesinos del pueblo que su impunidad podía terminar, porque había argentinos como él que estaban dispuestos a todo, para que ellos no siguieran humillando al pueblo, reprimiéndolo, proscribiéndolo, quitándole todos los derechos que Perón había restablecido para la clase trabajadora”.
Juan Garcia Elorrio |
Es uno de los secuestradores del general Aramburu el 29 de mayo de 1970 y de su posterior ajusticiamiento. El cuerpo del fusilador es enterrado en un campo de propiedad de sus padres, en la localidad de Timote, en la provincia de Buenos Aires.
La estrella federal de ocho puntas con la “vepe” adentro -Perón Vuelve- , que luego apareció en los comunicados y partes de guerra de la organización guerrillera peronista más importante de la Argentina fue bosquejada y diseñada por él.
El 7 de septiembre del mismo año cae en combate cercado por una patrulla de la policía provincial en la pizzería “La Rueda” de la localidad de William Morris, provincia de Buenos Aires. Alcanzado por las balas policiales, desabrochó una granada de mano que llevaba en el cinto y luego de sacarle la anilla de seguridad, trató de lanzarla sobre los canas, pero el explosivo explotó en sus manos y falleció en el acto.
La militancia recuerda todos los 7 de septiembre, cada año, como “El Día del Montonero”. Dejemos que nuevamente su hermana relate lo que siguió: “El 7 de septiembre de 1970 mamá estaba escuchando radio Colonia y se enteró del enfrentamiento en William Morris. Cuando entré a la cocina mamá estaba llorando desconsolada. Luego vino todo el infierno de recuperar el cadáver (...) Después fue la misa de cuerpo presente junto con el cadáver de Fernando Abal Medina, en la parroquia San Francisco Solano, donde ‘Carli’ y yo habíamos tomado la comunión.
Carlos Mugica |
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